Los nombres vernáculos son una huella cultural
y como tal una riqueza que hay que valorar y cuidar.
Los vemos repartidos
por el país en su toponimia
( Melipeuco -una de los significados
que se le asignan: Cuatro peucos-;
Malalcahuello: corral de caballos;
Pailahueque: guanaco de espaldas;
Riñinahue: tigre del colihual *)
y también en el nombre con
que conocemos, por ejemplo
a muchas de nuestras aves silvestres.
No hay que estar atados a ellos como lastres,
ni tampoco desecharlos sin comprender
su sentido, pero cómo desdeñar su riqueza fonética
o la razón de su arraigo popular o local.
Siempre se puede aprender algo nuevo
cuando menos uno se lo espera.
Oresthe Plath, por ejemplo,
en su libro
«Lenguaje de los pájaros chilenos»
al referirse al Chercán,
cuenta que en Chiloé
algunos lo llaman 'Raspatortillas'
a esta pequeño y siempre activo
paseriforme insectívoro.
Se interpreta así
uno de los típicos sonidos
que los Checanes emiten,
¡Yec-yec-yec!,
idéntico al que se produce
al raspar una tortilla
con conchas de quilmahue
(chorito pequeño).
Es por ello que no cuesta nada
empatizar con el vivo, apasionado
y rico discurso con que algunos
defiende nuestros nombres endémicos.
Y en relación con este legado,
tal vez no hemos reparado
lo suficiente acerca de su riqueza.
Acabo de leer en el diario
acerca de las bondades del lingue
como agente antibacteriano,
y su potencial como fármaco
en combinación con antibióticos
(estudio reciente publicado
por un científico danés
en la revista especializada
Journal of Antimicrobial Chemotherapy).
La sabiduría huilliche
había reconocido el poder
desinfectante del lingue
y la había incorporado
a su medicina tradicional.
Hay otras dimensiones culturales
de nuestros pueblos originarios
como la particularidad
con que desde las tradiciones mapuches.
se contemplaba el cielo nocturno.
En un cielo como el de Chile
no era necesario recurrir
a unir trazos en forma arbitraria
para dar nombre a las constelaciones,
como las que estamos acostumbrados
provenientes de otras latitudes,
de tradiciones muy antiguas.
Las figuras que los mapuches veían,
eran mucho más naturales:
correspondían a las zonas oscuras
que quedaban en este cielo
tan abrumadoramente cuajado de estrellas.
Tenemos una forma diferente de mirar el mundo,
el estar en esta cuasi isla geográfica, botánica, cultural,...
ha terminado por configurar una atalaya particular
desde donde observar el mundo.
Por algo Chile
ha dado continuamente
una legión de poetas
cada uno con un sello particular,
muy distinto al de los demás,
muchos de ellos de gran envergadura
con una estatura y calidad
que demuestran
que el par de premios Nobel
no es ninguna casualidad.
Es ya una tradición chilena, eso sí,
en todo orden de cosas, echar abajo
(cuando no lo hace la propia naturaleza)
todo lo que históricamente se ha construido.
Las distintas tradiciones pueden dialogar
sin excluirse; hay espacio para cada cual.
También podemos incorporar
parte de la riqueza
que pueda provenir de afuera.
Hay discusiones acotadas
en que las respuestas son excluyentes.
Este puede ser un tema más amplio
y profundo en que los contrarios
pueden complementarse...
___________
(*): A propósito de uno
de los nombres arriba mencionados,
Riñinahue, junto al lago Ranco
y cerca del activo Cordón Caulle,
que quiere decir 'tigre del colihual',
cabe preguntarse de dónde viene
dicho nombre.
En un principio, lo primero
que uno piensa es que
debe tratarse de un puma
más que un tigre.
Pero investigando un poco
es posible averiguar
que está documentado
que el jaguar (Felis onca) tuvo un distribución
territorial amplia en América,
no sólo ocupando lugares de climas tropicales
-creencia muy generalizada- sino llegando
incluso a poblar regiones templadas
(bastante frías en invierno)
como en el sur de Argentina y Chile.
Y no resulta tan extraño al
pensar en lo impenetrable
de la espesura de la selva
templada húmeda de Chile,
antes de la colonización.
Utilizó probablemente la Cordillera de Nahuelbuta
(de ahí su nombre Nahuelbuta quiere decir Jaguar grande)
como refugio y lugar de cacería de guanacos, venados
y otros mamíferos endémicos del lugar.
Hay una especie extinta de león
(Panthera leo atrox)
que habitó en el oeste de América del Norte
durante el Pleistoceno
que era un veinticinco por ciento
más grande que el actual león africano,
que al parecer están emparentados
con leones asiáticos que cruzaron
el puente de tierra que unía Siberia con Alaska.
Estos leones fueron depredadores dominantes en la América glacial,
por encima de animales como los lobos gigantes, los felinos dientes de sable,
los felinos dientes de cimitarra, los osos grizzly y los lobos grises.
Me recordò al pàjaro YUYUY, una especie extinta de la sabana africana, llamado asi por la prominencia de sus testículos.
ResponderEliminarCada vez que se posaba en una roca piaba dolorosamente
.... Y U Y U Y ..... Y U Y U Y.....Y U Y U Y