«No necesitan médico los que están sanos,
sino los que están mal.
No he venido a llamar a conversión
a justos, sino a pecadores». (Lc 5,32).
El Señor ha escogido a los malvados,
a los pecadores, a los que no se creen justos:
«Para confundir a los fuertes, ha escogido
a los que son débiles a los ojos del mundo» (1Cor 1,27).
Son éstos los que necesitan al médico,
y sobre todo, ellos son los que entenderán
que los otros lo necesiten.
Dios no exige ni se vale de expedientes
limpios e inmaculados para servirle.
(Este expediente sólo lo preparó
para Nuestra Madre, la Virgen María).
Quien se encuentra aparentemente
más lejos de la santidad,
puede convertirse incluso
en un modelo de acogida
de la misericordia de Dios...
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