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El misterioso caso de Agatha Christie



Según varias estadísticas, es la novelista más leída en la historia. La publicación de las exploraciones en sus cuadernos de notas por John Curran permite una aproximación tanto a su obra como al proceso creativo de la "reina del crimen".  

por Patricio Tapia 

Diario El Mercurio, Artes & Letras, domingo 16 de junio de 2012

Es una señora tímida y amable, una dueña de casa inglesa y una piadosa cristiana, pero en algún momento del año se transforma en una sanguinaria tramadora de asesinatos. En libros, es cierto. Pero libros tan célebres como numerosos. Desde El misterioso caso de Styles (1920) hasta Un crimen dormido (1976), Agatha Christie publicó un libro al año y en casi veinte de esos años publicó dos. Al morir, en 1976, era autora de casi ochenta novelas y cientos de relatos.
Entre los autores de novelas policiales, probablemente muchos han escrito libros mejores que los suyos, pero ninguno ha sido tan leído. A ella, a menudo se le acusa de plantear personajes planos y convencionales, pero ninguno -excepto, quizás, Sherlock Holmes- es tan conocido como Hércules Poirot o la señorita Marple. ¿Por qué sus obras le granjearon una popularidad que le valió el título de "reina del crimen"? Hay quienes señalan que las razones están en lo que no es: no es muy intelectual, ni muy complicada, ni muy descriptiva, ni sus libros son muy largos, ni ambiciosos... Pero tal vez la solución de este misterio esté en la combinación que ella hizo de originalidad y convencionalismo.
Rompiendo reglas
La escritora policial viva más importante, P. D. James, señaló en Todo lo que sé sobre novela negra (2009) la estructura definida y las convenciones del género: un crimen misterioso, normalmente un asesinato; un círculo cerrado de sospechosos, todos ellos con un motivo, medios y oportunidades para cometerlo; un detective, aficionado o profesional, que intenta resolverlo; y, finalmente, una solución a la que el lector debería poder llegar por deducción a partir de las pistas dadas en el libro. Esto correría al menos en la llamada "Edad Dorada" (las dos décadas de entreguerras) de la novela policial, en la que es figura fundamental Christie. Si bien Poe en su práctica o S.S. Van Dine y Ronald Knox en una suerte de decálogo plantearon las reglas de la novela policial, las que fundamentalmente tienen que ver con el "juego limpio" con el lector -ofrecerle la información necesaria para resolver el enigma-, Agatha Christie, respetando esa regla, exploró los límites del relato de detectives a través de numerosas variaciones -e incluso una suerte de escándalo, en el mundo de las novelas policiales, tras la publicación de El asesinato de Roger Ackroyd (1926), cuyo final violaba las reglas del género-, proponiendo enigmas intelectuales, la primacía de la trama y la revelación final.
Las historias policiales parecen tener una receta simple. Ingredientes: 1) un crimen (o más de uno); 2) los investigadores del crimen; 3) las víctimas (o las supuestas víctimas) del crimen; 4) todos los demás, que son los sospechosos; y 5) el o los criminales. Ocurridos 1 y 3, las pesquisas de 2 entre 4 determinan a 5. Pero Agatha Christie constantemente manipula estas categorías y el criminal puede estar entre los investigadores o entre las víctimas. Hay casos en que todos los sospechosos son culpables (enAsesinato en el Expreso de Oriente , 1934) o en que todos los sospechosos son víctimas (en Diez negritos , 1939). E incluso, el caso en que el criminal es el propio narrador, un recurso que ocupó alguna otra vez.
Cuadernos de notas
El acceso privilegiado a las notas y borradores de un autor es como una sonda lanzada al proceso creativo y a su obra. John Curran, un fanático de Christie, pudo estudiar 73 cuadernos en una caja al fondo de un armario en la antigua casa de la escritora en Devon. En noviembre de 2005, Matthew Prichard, el nieto de la autora, le permitió leerlos. Y sobre la base de ese estudio ha publicado dos libros: el primer volumen se ocupaba de 25 novelas y un número igual de relatos de la narradora inglesa; en un segundo volumen se ocupa del resto de sus novelas. Y si en el primer libro incorporaba dos relatos inéditos de Poirot, ahora entrega uno de la señorita Marple.
Esos cuadernos sólo en parte se relacionan con su obra: también contienen listas de compras, números de teléfonos, una cita con el peluquero o una dirección. El orden temático o cronológico no existe. Los elementos de una sola novela pueden aparecer en varios cuadernos y los materiales de varias novelas en un solo cuaderno. Curran descifró e interpretó sus notas, a ratos ilegibles; transcribe algunas y las relaciona con toda la obra de la autora, que parece conocer al dedillo. Extrajo el material literario del archivo -que no era exactamente un secreto- y lo unió temáticamente. Un capítulo, de esta manera, está dedicado a los asesinatos basados en canciones de cuna, en vacaciones, en trenes, un capítulo sobre Christie y el veneno, etc. Estudia el origen de un relato famoso tras otro y hace algunos descubrimientos (como las fechas en que fueron escritas algunas obras). Curran afirma que el veneno es el método más frecuentemente usado en sus libros y que en ellos, "estadísticamente", los médicos son los profesionales más homicidas.
De la lectura se deduce que ni la propia autora sabía a veces quién era el culpable. La trama de Cinco cerditos , por ejemplo, sólo surgió después de 60 páginas de notas: antes de eso, ella consideró un método distinto de matar, distintos sospechosos y un asesino distinto.
En sus cuadernos discute a menudo sobre la ampliación o la adaptación de un título anterior. O los relatos propios favoritos de Christie ( Diez negritos , El asesinato de Roger Ackroyd , Se anuncia un asesinato ...) o el que menos le gustaba ( El misterio del tren azul , 1928). Curran también da sus opiniones: Cinco cerditos es "su mayor logro"; Los trabajos de Hércules "es lo mejor de su obra". Aparece el desenlace original de alguna novela o las notas para una que no llegó a escribir.
Curran refiere motivos recurrentes: el hombre sin piernas, la pareja de amigas de tendencias artísticas, los relojes poco fiables, heroínas jóvenes independientes, el asesinato en la habitación cerrada, el arresto del hombre equivocado. Y una serie de ideas no utilizadas que, a decir verdad, no parecen tan "maravillosas" como él afirma.
Un grave problema, al menos para el lector que no haya leído todos los libros de Christie, es que su autor revela, sin problemas, finales, el mecanismo crucial o la clave de la trama de las obras. Otros problemas son que no se ocupa de la biografía de la autora (o sólo al pasar) ni de un contexto más amplio de su obra.
Vida, personajes y mundo
Nacida en 1890, Agatha Christie, nacida Miller, pasó mucho tiempo con sus abuelas y tías (que sirvieron de modelo, en algunos aspectos, para la señorita Marple). Aunque no recibió una educación formal sino en música, era muy lectora y mostró temprano la vocación de escribir. Después de su matrimonio con Archie Christie, en 1914, trabajó en un hospital y luego en un dispensario (lo que le sirvió para su conocimiento de los venenos). Tuvo una hija con su marido en 1919. Curran habla casi al pasar de un "momento sombrío", tras la muerte de su madre y su propia "desaparición", de su separación de Archie Christie, en 1928, y de su nuevo marido, Max Mallowan. Esa desaparición fue de 11 días, dejó su auto botado, tuvo a toda Inglaterra preocupada (ya era una autora famosa). La tesis más apoyada es que fue una amnesia por la infidelidad de su marido. Ella ni siquiera menciona el incidente en suAutobiografía (1977). En una excursión a Irak, Christie conoció al arqueólogo Max Mallowan, con quien se casó en 1930. Por la siguiente década viajaron entre el Este Próximo e Inglaterra. Fue un matrimonio feliz hasta la muerte de ella.
Los personajes más famosos de la autora son Hércules Poirot y la señorita Marple. Poirot es detective privado, quien después de retirarse de la policía belga en 1904, vive normalmente en Londres. Bajito, vanidoso, con cabeza en forma de huevo y un soberbio bigote. La señorita Marple aparece por primera vez en un relato de 1927 como una solterona ácida de 74 años y que parece no envejecer desde entonces. Es delgada, de pelo blanco, le gusta la jardinería -lo que le da la excusa para estar afuera en los momentos adecuados- y la observación de los pájaros, pasatiempo que le permite el uso de binoculares, que le sirven para observar no sólo a seres alados. Habría que añadir a Hastings, el Watson de Poirot, pero más tonto que Watson. Aparece sólo en 8 de las más de 30 novelas de Poirot y ya en 1926, Christie lo envía a Argentina. Y a Ariadne Oliver, una alter ego de Christie: una novelista cuyo detective es finés y vegetariano...
Lo llamativo es que Poirot y la señorita Marple obtienen información a través de los chismes y la observación de detalles domésticos. Ambos son vistos como figuras marginales, sin poder, no son tomados muy en serio -una ancianita entrometida o un extranjero que apenas habla el idioma- y así logran más y mejores datos. Pero Poirot y la señorita Marple también tienen diferencias marcadas. La autora parece haberse hartado de ellos en algún momento. Curran incluye una nota de Christie para un periódico sobre cómo se originó Poirot. "Ha habido en ocasiones cierta frialdad entre nosotros. Hay momentos en que pienso '¿Por qué, por qué inventé a este detestable, grandilocuente y agotador hombrecillo?'". Pero le ha llegado a tomar cariño. "Debo admitir que guardo una gran deuda con él desde el punto de vista económico. Poirot piensa que no me irían bien las cosas sin él, pero por otra parte, yo pienso que Hércules Poirot ni siquiera existiría si no fuera por mí".
Un punto que Curran por cierto no aborda es el éxito de la novela de detectives hecha por mujeres. La Primera Guerra Mundial había dañado irrevocablemente el orden previo. La muerte de tantos hombres hizo que las mujeres tomaran algunos de sus roles no sólo en la industria, sino también en la literatura. La propia Christie no responde tanto a su imagen de la típica conservadora de valores victorianos que describe su propia clase en forma idealizada. Tras su divorcio debió ser una escritora profesional y escribir no por gusto, sino por necesidad.
Con todo, el mundo que retrata Christie parece incólume ante las realidades de la posguerra. Es acogedor, idílico, sereno y campestre, con personajes de la clase dominante entreteniéndose con el tenis, el croquet y ocasionalmente el asesinato. Pero es un mundo falso: sus personajes respetables suelen estar al borde de la bancarrota, son materialistas que creen que la única manera de tener dinero es casándose con él o heredándolo (en algunos casos, se mezclan ambos métodos). Pero para heredar, alguien tiene que morir...
Christie parece creer en la eventual depravación de todos. En la última novela de Poirot, éste solo puede acabar con el criminal siendo él mismo un criminal y también víctima. Allí afirma: "Todo el mundo es un potencial asesino. En todos surge de vez en cuando el deseo de matar, aunque no la voluntad de matar". En esa novela Christie es también pionera de los asesinatos en serie, porque el asesino mata al azar. En un cuaderno había anotado: "Idea para un libro. Crimen sin motivo alguno porque el muerto y el asesino no se conocen... Razón: un ensayo".
Más allá de todas estas consideraciones probablemente tiene razón P. D. James cuando afirma lo siguiente: "Christie es, por encima de todas las cosas, una ilusionista literaria que coloca a sus personajes de cartón boca abajo y los mueve con pragmática astucia. Partida tras partida confiamos en que la siguiente vez podremos darle vuelta a la carta que oculta el rostro del verdadero asesino, pero libro tras libro consigue derrotarnos con su ingenio".

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