por Beatriz Hernández & Pierre Lebret
Diario LA SEGUNDA, miércoles 2 de mayo de 2012
http://blogs.lasegunda.com/thinktank/2012/05/02/sarkozy-hollande-y-la-republic.asp
Si bien Francia no es el país más afectado por la crisis europea, las manifestaciones han llevado allí a un quiebre social y un enfrentamiento político continuo entre el Jefe de Estado y el pueblo galo.
Con la primera vuelta, los franceses y toda Europa fueron sacudidos por el alza de la derecha ultra conservadora, con el 18% del Frente Nacional. La sorpresa que todos esperaban no fue el Frente de Izquierda de Melenchon, sino Marine Le Pen, la que se presenta como futura líder de la oposición y quien ya está concentrada en la «tercera vuelta», las legislativas de junio.
Francia nos ha enseñado los valores republicanos, con un modelo político de participación ciudadana y una igualdad social sin precedentes gracias a un próspero Estado de Bienestar. Pero en los últimos veinte años perdió competitividad y la economía, anquilosada, no crecía ni un 3% anual. ¿Ha fracasado el sistema republicano? ¿Es Sarkozy el «Príncipe» temido o una víctima política de la coyuntura económica?
El sucesor de Chirac ganó en 2007 prometiendo grandes cambios para promover el empleo y la competitividad, pero se encontró con las primeras protestas de jóvenes que se negaban a aceptar la reforma laboral. Desde entonces, los cambios han venido acompañados de sucesivas protestas contra la flexibilización del mercado laboral, las privatizaciones, el trato vejatorio a trabajadores inmigrantes y la reforma del sistema de protección social.
Para los franceses, no ha sido suficiente que Sarkozy haya liderado la integración europea junto a Merkel, salvando al euro de la hecatombe y a Grecia de una salida incómoda de la zona. Tampoco parecen tener en cuenta que, gracias a sus planes de austeridad, haya mantenido la confianza internacional en el mercado francés y tenga el déficit fiscal a raya. Ese buen manejo de la crisis y su reconocimiento internacional de hombre fuerte marcan a la sociedad francesa y podrían ser su fuente de esperanza para la segunda vuelta de este domingo. El Mandatario se encuentra frente a una encrucijada: obtener los votos de Le Pen y los del centro, y combinar un mensaje humanista con uno ultra conservador.
Mientras, el favorito -François Hollande- gana popularidad gracias a un discurso populista en el que las promesas electorales superan la ficción. Impuestos sin precedentes para los más ricos, ayudas sociales para los pobres, miles de puestos de trabajo para los jóvenes y atrasos en las jubilaciones. La inexperiencia política y la falta de carisma no parecen determinantes para un candidato que hace un año pasaba desapercibido. Y aunque su Partido Socialista perdió mucho del llamado «voto obrero», que pasó a Le Pen, espera recuperarlo con un guiño hacia una política de inmigración más restrictiva.
Las cartas están echadas y, como en toda presidencial, lo importante es que gane la República.
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