El cielo nocturno cubierto de nubes
ha adquirido unos tintes grisáceos y lilas
tal vez como reflejo de las luces de la ciudad.
A ratos el viento
comienza a soplar en ráfagas
y las primeras gotas
de un eventual temporal
se anuncian como el primero
de la segunda quincena de mayo.
El rumor de los árboles
recuerda el ruido del mar
y el roce de las hojas secas
sobre el pavimento
poseen un sonido a resaca marina.
Las mismas gotas que caen
sobre la cara, semejan
a una brisa marina
cariente de su componente salina.
Es curioso cómo esta estación
semeja el otoño de otras latitudes,
por la predilección de los paisajistas
por los tuliperos y liquidámbares.
Camino Otoñal del barrio Los Dominicos
hace honor a su nombre por estos días
y el mecerse y remecerse de las ramas
de los árboles parecieran un saludo
de bienvenida al invierno que se asoma,
aunque falte poco más de un mes
para su estreno equinoccial.
Tal vez las fechas oficiales
constituyan un equívoco
y los solsticios y equinoccios
sean indicadores de las
fases estacionales respectivas
de cada hemisferio y no el comienzo
o el último movimiento, a lo Vivaldi,
de alguna de sus cuatro estaciones…
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