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La arraigada pedantería de la llamada sofisticación...‏



Arquitectos y camioneros
por Leonardo Sanhueza
Diario Las Últimas Noticias
Martes 15 de mayo de 2012
El arquitecto Cristián Boza
ya era suficientemente conocido
por algunas de sus ocurrencias urbanísticas,
como el siempre inminente Mapocho navegable
y el frustrado 'megapapa' de Pío Nono,
pero, por si fuera poco, este fin de semana
le ha agregado un par de perlas
al peculiar rosario de su fama.
En una entrevista aparecida
en la revista Vivienda y Decoración,
el entonces decano de Arquitectura
y Arte de la Universidad San Sebastián
fue presa de su sinceridad y explicó
que sus alumnos no son buenos,
entre otras razones "porque el perfil
de la universidad es C2, C3" 
y tal segmento de estudiantes
"no tiene cultura, no tiene sofisticación".
Pobre decano: dice haber recorrido
dos veces Asia y Europa sólo para
configurar un programa de arquitectura top",
pero con tal calidad de alumnos 
todo esfuerzo es vano.
Qué saben del mundo estos tristes muchachos,
si "son por ejemplo hijos de un camionero".
Y finalmente reconoce su error, hidalgamente:
"Me equivoqué en plantear un esquema muy sofisticado".
Desde luego, sus palabras sacaron ronchas 
en todas partes y la universidad se las cobró
pidiéndole su inmediata renuncia.
Boza no ha hecho más que hablar sin tapujos
sobre algo de lo que nadie habla.
Sería interesante conseguirse
un detector de mentiras
y recorrer con él los decanatos
de varias universidades,
preguntando lo mismo que preguntaron
al arquitecto de los suspensores:
"¿Tienen buenos alumnos?"
¿No saltarían acaso, 
como ranas en el estanque del clasismo,
las mismas expresiones 
que en boca de Boza suenan tan brutales?
Digo decanatos, pero debería decir
municipalidades, directorios,
escaños parlamentarios
y todos esos lugares en que
la sola idea de que 
un hijo de camionero adquiera
una educación "top" y "sofisticada",
sea cual sea el significado de esas cursilerías,
produce incómodas alergias, tortícolis
y ostensibles arrugadas de nariz.
Con sus megaesculturas 
y yates en el Mapocho,
Boza había simbolizado
la misma megalomanía
que ahora inspira sus palabras
y los pensamientos de mucha gente:
si la ciudad la hacen los arquitectos,
entonces el país lo hacen las élites,
porque los hijos de panaderos,
peonetas o vulcanizadores
no tienen la menor idea de cómo hacerlo.
Él no concibe que las élites o el Estado
estén al servicio de los hijos de los barrenderos.
Cuando construye edificios espantosos
que aplastan, por ejemplo, la magnífica
Escuela de Derecho de la Universidad de Chile,
en realidad está representando un drama,
en el cual un grupo de elegidos
deja caer su pesada bota de melanina
y espectáculo irracional justo enfrente
de aquel monumento macizo, sólido y austero
como la vieja educación pública, 
cuya vocación truncada era justamente la inversa:
que cada vez más hijos de costureras, zapateros 
o cesantes pudieran entrar por sus puertas abiertas.
Es un drama, pero también es una farsa.
Podría suponerse que los hijos de más pelaje
están preparados para programas
de educación estratosférica, pero es un hecho 
que los patios universitarios precordilleranos
no son precisamente la NASA de los estudios superiores.
Algunos de esos patios son simplemente
centros sociales o guarderías para veinteañeros,
donde algunos participan de una tramoya educativa (*)
que les permite tejer redes de contactos,
pasar el tiempo mientras maduran
y contarse mutuamente las vacaciones
en Asia o Europa para adquirir, por ejemplo,
algo que pronto llamarán sofisticación?
_________
(*): Aquí hay que tomarse con una pizca de sal
los conceptos del poeta-geólogo Sanhueza,
porque está claro que habla más 
desde el mismo prejuicio que critica,
pero en sentido inverso y no conoce
de cerca qué es lo que se hace efectivamente
en las 'universidades precordilleranas".
De allí está saliendo gente 
cada vez más bien preparada
(no digo que todos ni en todas las carreras,
pero me consta que es lo que ocurre
en diversas carreras de las distintas universidades
aludidas...
Con las puras redes de contacto
no se puede, por ejemplo, ser un buen médico,
como los que se titulan en la Universidad
de los Andes, preparados por gente
del más alto nivel, como son los ex georgians:
los Drs. Fernando Orrego, Fernando Figueroa
y Carlos Cabezón, para nombrar un solo ejemplo,
de los cuales se pueden dar muchos.

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