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El verdadero cambio es impredecible



por Nicolás Luco Rojas

Diario El Mercurio, lunes 14 de mayo de 2012
 
En el encuentro anual, el fin de semana antepasado, de profesores de Medicina de la U. Católica escuché al doctor Camilo Erazo, de la U. de Chile, preguntar qué pasaría si la medicina encontrara un episodio inimaginable o una situación no prevista que alterara completamente el cuidado de la salud. Algo que trastornara tanto los esquemas como fue para Europa, que no los conocía, el descubrimiento de los cisnes negros cuando los cisnes eran, por definición, blancos.
En estos días de crisis, riesgo, inseguridad, intenté imaginar qué sería lo que podría causar que, por ejemplo, los enfermos no fueran a ver a los médicos. O que los hospitales no pudieran seguir funcionando por la total falta de recursos. O que proliferaran sistemas de autoatención, o que los laboratorios instalaran máquinas de diagnóstico que recetaran y entregaran ahí mismo los remedios.
El Dr. Erazo, que es joven pero no tanto para ser nativo digital y que estudia procesos de salud pública, de organización, y que alguna vez ejerció como psiquiatra, proyectó en la pantalla una especie de remolino devorador. De aquí podría venir el episodio inimaginable, impredecible como fue la aparición del cisne negro.
Se ve que el remolino del cambio es impulsado, en parte, por las redes sociales donde surgen conversaciones y opiniones -fundadas o no- sobre médicos, tratamientos, medicamentos, cirugías. El Dr. Erazo dio el ejemplo de un médico húngaro cuyas cirugías estaban plenamente descalificadas y, sin embargo, había hasta chárters turísticos para llevar a los pacientes que se le querían entregar: sus amigos en la red los habían convencido.
Los consumidores de la medicina se "empoderan", "colaboran" en línea, leen sin discriminar las informaciones sobre salud en internet. Pero, además, establecen redes de ayuda, de intercambio de medicamentos, de denuncias de malas prácticas.
Estos nuevos pacientes habitan otra cultura que la generación de los médicos que los atienden, la confianza se dificulta.
Además, la tecnología transforma la medicina: la telemedicina ya opera en Chile, así como la ficha médica electrónica. Se perfeccionarán.
Ya están en la puerta los tests genéticos de bajo costo, que darán paso en un futuro a un cuidado médico de precisión, ajustado a cada paciente hasta el menor detalle.
Los celulares inteligentes, que hoy ya se transforman en microscopios de barrido, podrán operar como instrumentos de laboratorio portátiles y entregar, por ejemplo, análisis de la orina.
Los pacientes, también gracias a celulares acoplados a otros sensores, podrán permanentemente ir monitoreando sus cuerpos, como quien espía su corazón. Los datos llegarán simultáneamente al médico.
Con la miniaturización de los sensores, será posible, tal como hoy se incrusta tinta para "decorar" la piel con un tatuaje, instalar un chip que monitoree, o impulse, o transmita datos o movimientos del cuerpo.
Aparecerán nuevos modelos de educación médica, que entregarán contenidos y ofrecerán experiencias interactivas en línea.
En realidad, según el Dr. Erazo, los remolinos que desatan cambios intensos no son predecibles. No se pueden proyectar a partir de los signos que vemos.
Pero que los médicos, como los agricultores, los pescadores, los comerciantes, los sacerdotes, tal vez estén a un paso de un remolino vertiginoso, es algo a considerar.
El Dr. Erazo, tuitero, editor del sitio matasanos.org , con todo lo tecnológico que podría parecer, en realidad defendía la necesidad de mantener los pilares, los fundamentos del ser médico. Con saber, con ética, con comunicación personal con el paciente, con la búsqueda de la salud, de la vida, o de la mitigación de la enfermedad. Sin darle la espalda a nada.
Yo quedé estremecido por encontrar en una persona tan contemporánea una reflexión así, como si este joven heredara una antorcha de una cadena de "galenos" que se han ido transmitiendo, a través de la historia, los pilares de su ser para su comunidad.

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