Diario La Tercera, sábado 17/07/2010http://blog.latercera.com/blog/hsoto/entry/el_laberinto_de_la_metáfora Sesenta años después de El laberinto de la soledad, el formidable ensayo de Octavio Paz, los latinoamericanos seguimos teniendo dudas y problemas de identidad. Tal vez no hay otra región en el mundo que pueda compararse en este plano con América Latina, no sólo porque en ninguna otra región haya habido más mezcla que aquí, sino también porque seguramente es difícil encontrar otro conjunto de países donde las brechas de la desigualdad y las tensiones entre la civilización y la barbarie estén tan presentes. Aunque a la Cepal no le guste, no hay una sola América Latina. Hay muchas: es cosa de ver los desarrollos de la historia, la política, la economía, la literatura o el cine. Tal vez sea esa multiplicidad el factor que emplaza siempre, de manera un poco compulsiva, a los autores y sus obras y a los políticos latinoamericanos y sus discursos a tener que rendir pruebas de autenticidad. A los europeos y asiáticos este asunto jamás les ha quitado el sueño. Aquí no, la situación es distinta: la maldición no es sólo ser latinoamericano; la maldición es también tener que parecerlo. Salí con esa idea de 'La teta asustada', la película peruana de Claudia Llosa que ganó el año pasado el festival de Berlín. No tengo idea en qué se inspiró la directora para escribir esta historia, pero de partida olí en su realización una lectura apresurada del ensayo de Octavio Paz (en particular de la idea que pone a la violación en la génesis de América Latina) y una conexión forzada con el realismo mágico. A lo mejor lo primero no está mal. Lo segundo, en cambio, es patético. Fausta, la protagonista de 'La teta asustada', es hija de una mujer violada, alimentada con la leche del miedo y cautiva de temores fantasmales y atávicos que, junto con atormentarla, le impiden relacionarse con los demás. La cinta, ambientada en el contexto de los traumas que dejó en la sociedad peruana la violencia terrorista y represiva, da cuenta de la obstinada decisión de la muchacha de trasladar el cadáver de su madre, que ella ha mantenido por semanas debajo de su cama. No tiene dinero para hacerlo y por eso entra a trabajar como empleada a la casa de una familia acomodada. Como en el realismo mágico, por supuesto todo es metafórico y mucho antes que la proyección concluya se vuelve inmanejable la sospecha de estar viendo una cinta pintoresquista. Tan pintoresquista como en otro tiempo lo fueron, por decir algo, las películas de Cantinflas o los pespuntes de "chilenidad" forzada que tenía a veces el cine de José Bohr. Claudia Llosa, efectivamente, tomó todos los recaudos para que no cupiera duda alguna de que estaba hablando de América Latina. No sólo eso: acató también con obediencia todos los lugares comunes que Europa quiere ver y oír cuando le hablan de América Latina (continente inocente, pero herido por el capitalismo, individualismo malo versus colectivismo bueno, pureza salvaje versus modernidad corrupta). Es difícil que con 'La teta asustada' pueda llegar a identificarse el público local. Puede que estemos demasiado "alienados", según se decía en los tiempos de la ortodoxia. Pero con ella sí se identificaron los jurados berlineses que al premiarla no sólo creyeron estar haciendo justicia a una gran película, sino también lavando conciencia en esa ideología del tercermundismo sangrante que ya es una marca de fábrica del progresismo europeo o gringo en la actualidad. La pregunta que cabe respecto de 'La teta asustada' no es qué tan latinoamericana o no la película pueda ser. Sin duda que lo es. Lo es ni más ni menos que la uruguaya 'Whisky', que la argentina 'El secreto de sus ojos', que la chilena 'La vida de los peces'… La cosa se pone más complicada para la cinta de Claudia Llosa cuando se pregunta si es gran cine. A mí me caben dudas, pero el argumento de autoridad dice que en Berlín la aprobó con distinción.
CLASE DEL 70 SGC
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El laberinto de la metáforapor Héctor Soto
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