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Acta de la primera sesión por Pelayo Figueroa


Diario El Mercurio, Revista Ya, Martes 25 de Mayo de 2010http://blogs.elmercurio.com/ya/2010/05/25/acta-de-la-primera-sesion.asp
 
Motivados por esta columna semanal, varios amigos del suscrito –en
adelante, Figueroa— han llamado, unos para hacer críticas con
simpatía, otros para dar el pésame, por decirlo de manera elegante.
Con un grupo de ellos, los más identificados con la lectura, Figueroa
se juntó la semana pasada. Asistieron Samaniego, separado, tres hijos;
Olea, casado, dos hijos; y Valderrama, conviviente, sin hijos.
 
La conversación fluyó en el segundo piso de un pub de calle
Constitución, amenizada por cervezas y shops, excepto Olea, que optó
por un vodka tónica. Hubo consenso en pedir un crudo al plato para
compartir entre los cuatro, el que, según se comprobó después, se hizo
poco.
 
Abrió la sesión Samaniego, quien comunicó a los presentes su actual
estado civil, sorprendiendo a Valderrama, quien siempre es el último
en enterarse de las noticias. Samaniego contó que, durante los 11 años
que duró su matrimonio, debió asumir labores hogareñas que jamás hizo
durante su soltería y que, hasta entonces, le parecían alejadas de su
condición de hombre: desde lavar platos hasta pasar la aspiradora.
Dichas tareas, dijo, las realizaba sin rezongo alguno. Figueroa
recordó haberlo llamado telefónicamente un par de veces, obteniendo en
ambas ocasiones por respuesta que le era imposible atender pues mudaba
a la guagua.
 
Samaniego no desmintió tal afirmación, pero agregó que jamás se sintió
avergonzado ni menoscabado en su calidad de macho, pues consideraba
que hacía lo correcto. Entre los costos que mencionó fue la renuncia a
algunas amistades —casi todas, la verdad— y la notoria disminución de
su tiempo libre.
 
—Me parece que nunca pude ver entera una película en televisión –admitió.
Olea, en su turno, se mostró menos conforme con su condición de hombre
beta, aduciendo que ha sumando responsabilidades sin obtener nada a
cambio.
 
—En qué momento dejamos que pasara esto —arengó, mientras trituraba el
último pedazo de carne en su boca.
 
Valderrama decidió pedir otro plato de crudo, moción que fue aprobada
por unanimidad.
 
Éste último pronunció una sentida reflexión:
 
—Somos hombres en contacto con nuestro lado femenino. Sólo nosotros
sabemos que hay tres tamaños de guantes para lavar la loza.
 
Samaniego intervino:
 
—Yo siempre me sentí juzgado de la misma manera brutal tanto en la
pega como en la casa. Y mi matrimonio se terminó por eso: estaba tan
exigido en comprender a mi ex mujer y con el cuidado de los niños, que
nunca fui una solución para ella.
Olea apuntó con el tenedor a Samaniego y dijo:
 
—Ahora no se trata sólo de mantener a nuestras mujeres. Hay que
hacerlas felices y si no eres sensible a los intereses de ella, estas
frito.
 
Los presentes se enfrascaron en una larga conversación en que, en
líneas generales, se intercambiaron datos acerca de marcas de pañales,
restaurantes con juegos infantiles, los mejores supermercados y
páginas en internet que facilitan la crianza.
 
Valderrama aprovechó un silencio para lanzar un chiste:
 
—Parecemos minas hablando.
 
Ríen Figueroa, Samaniego y Olea.
 
Betas contra Alfas
Pelayo Figueroa
Diario El Mercurio, Revista Ya, Martes 01 de Junio de 2010http://blogs.elmercurio.com/ya/2010/06/01/betas-contra-alfas.asp
 
Ante el éxito de la primera reunión, celebrada en el segundo piso de
un bar en calle Constitución, Valderrama, Olea, Samaniego y quien
suscribe vuelven a reunirse, pero ahora no de noche, sino que al
mediodía; y no en un bar, sino que en una cancha de baby fútbol.
 
La idea fue aprobada por unanimidad en la sesión anterior, ya que la
conversa se extendió más de la cuenta en el tema deportivo, momento en
que los presentes coincidieron en señalar que, desde que se casaron,
prácticamente no han vuelto a vestir de corto, actividad que durante
la soltería era considerada una santa tradición.
 
Para la ocasión han llegado otros participantes, no todos
identificables por el suscrito, pero reconocidamente alfas. Por
cierto, entre ellos se debe mencionar la presencia de Emilio Pereira,
sobre quien hay consenso en que pronto pasará a las filas del macho
sensible.
 
Valderrama, en camarines, luce una vistosa venda en la rodilla,
situación que no explica a cabalidad. Sin embargo, aventura una idea
respecto de los hijos, pese a que no los tiene.
 
—Es un problema asumir un mayor cuidado con los hijos, porque se
pierde autoridad.
 
Samaniego, quien nota que su polera amarilla de la selección de Brasil
ya no se le ve tan suelta como antes, retruca:
 
—Que uno tome ese rol no significa que deje el otro. Como en todos los
mamíferos, es la voz del hombre la que pone orden y apacigua.
Hay risas entre la concurrencia Alfa.
 
Olea intenta salvar la situación:
 
—A las mujeres les sirve tener a alguien como uno al lado. Ya no
quieren un macho Alfa: quieren a alguien con quien poder jugar y
relajarse, alguien que les cocine, que les pregunte cómo están...
 
Hay más risas alfas.
 
Pereira, siempre atento a la polémica, interviene mientras se acordona
las zapatillas:
 
—Lo que pasa es que ustedes abandonaron su misión: dejaron espacios y
ellas se los tomaron. Y las mujeres necesitan que alguien le ponga
límites.
 
El suscrito reclama el poco involucramiento de los alfas en la crianza
y lo limitado que es hoy el rol del proveedor, a lo que un Alfa
responde cosas como: “Les pasamos por encima en el trabajo y le vamos
a pasar por encima en la cancha”.
 
Otro toma la pelota, se la arroja con fuerzaa Samaniego y agrega que
la vida no es para “hombres lavaplatos”. Valderrama y Olea sujetan a
Samaniego, rojo de furia.
Los ánimos se caldean en camarines y se escuchan opiniones cruzadas
entre alfas y betas.
 
Es la hora. Los presentes salen a la cancha. Se miran fijo. Hace frío.
Comienza el partido.

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