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A años luzpor César Barros


Revista Qué Pasa, 18 03 2011 Sección: Negocioshttp://www.quepasa.cl/articulo/16_5277_9.html
 
En medio del debate sobre cómo diversificar la matriz, hay otro
aspecto en el que hace falta poner la atención: el funcionamiento del
mercado energético. Un vistazo a la experiencia europea puede resultar
vergonzoso, pero pródigo en modelos.
 
Chile en el pasado tuvo la audacia de ser un pionero en la puesta en
marcha de importantes innovaciones económicas: privatizamos empresas,
creamos las AFP y las isapres, bajamos los aranceles aduaneros,
abrimos las carreteras al sector privado, mejoramos la
institucionalidad eléctrica, cambiamos la Ley de Bancos por una mucho
más moderna y ágil y le dimos independencia al Banco Central.
Pero hoy, 30 años más tarde, sólo hemos "parchado" esas soluciones, y
con ya casi dos generaciones de chilenos de por medio, es necesario
mirar nuevamente hacia quienes están en la punta de la tecnología para
replantearnos la Ley del Banco Central, la Ley de Bancos, la
institucionalidad de la salud privada, y para no olvidarnos: la forma
en que se regula la energía en Chile.
 
Ésa es, visiblemente, la más atrasada de todas.
¿Dónde están los modelos? Europa ofrece excelentes ejemplos.
Recientemente viajé a Oslo, Leipzig y Madrid en una misión para nada
relacionada con la visita del presidente. Con los representantes de
SalmonChile  participamos en el foro de Acuicultura del norte de
Europa (North Atlantic Seafood Forum o NASF), donde nuestra
presentación sirvió para calmar las inquietudes de empresarios y
expertos del norte de Europa, que temían una expansión alocada de
nuestra producción, con efectos negativos en lo sanitario y en lo
económico. Las proyecciones chilenas fueron coincidentes con las de
los expertos europeos. Esas proyecciones muestran un crecimiento
ordenado, que no pone en peligro ni el actual estatus sanitario
chileno, ni el precio internacional del salmón -a lo menos por estos
próximos tres años- y resaltaron la importancia de los cambios en la
matriz productiva chilena causados por la nueva ley del sector.
La hora de la vergüenza, sin embargo, llegaría con el segundo
propósito del viaje: analizar el mercado de la energía, para ver de
primera mano cómo opera en esa parte del mundo.
 
Lo primero que llama la atención es el grado de desregulación de los
mercados energéticos. Por ejemplo: en España -que no son ningunos
"Chicago Boys"-, uno puede cambiar de proveedor de electricidad con la
misma facilidad con que aquí nos cambiamos de compañía de telefonía
celular o de TV cable. Como si en Chile uno pudiera enojarse con
Chilectra y cambiarse a CGE, Endesa u otra sin mayor dificultad.
Normalmente operan en ese mercado "intermediarios" regulados que
acopian usuarios, ofrecen paquetes y diversas condiciones a los
usuarios grandes, medianos y pequeños. El único precio regulado es el
que afecta al segmento más pobre, con un consumo base pequeño, esquema
que nos aseguraron sería cambiado por un subsidio directo y focalizado
al más breve plazo: notable sistema en un "Estado de bienestar".
El precio desregulado se fija en forma diaria y horaria, basado en la
oferta y demanda que se determina en un mercado centralizado y
transparente, en base a remates continuos. El despacho de la energía
se hace en forma independiente, a través de un modelo de transporte
muy sofisticado. La mayor parte de las grandes empresas se cubren de
fluctuaciones en base a un activo mercado de futuros o de contratos de
largo plazo, que se "sacan" del sistema de remate diario o
intradiario.
 
En Europa pudimos ver los mercados de última generación en el tema
energético, y comprobar con pena que en Chile seguimos con
regulaciones que fueron modernas hace 30 años, pero que hoy están
completamente obsoletas.
 
Este sistema les ha permitido un tremendo avance en la competencia, al
poder moverse libremente los usuarios entre diferentes generadores o
intermediarios. Un sistema de precios "spot" y de futuros que entrega
señales transparentes a los inversionistas que no han parado de poner
en marcha nuevas generadoras de ciclo combinado -aparentemente sin
ruido por parte de los ambientalistas- y, en definitiva, que es lo más
importante, entregando un costo de energía que es menos de la mitad
del que sufrimos los chilenos.
 
En Alemania y Noruega el sistema es parecido, sólo que en vez de tener
una entidad central que remata los precios y exige las garantías del
caso, ellos tienen bolsas de energía que manejan los mercados "spot" y
de futuros, acompañados por cámaras de contraparte única, que
controlan las garantías de los usuarios, y que nunca sufrieron con la
quiebra de Enron. El esfuerzo de los europeos ahora es la
interconexión energética entre ellos y la interconexión total de las
bolsas, sus estándares y lo ídem con sus cámaras de compensación.
Mientras estábamos por esos lados salió la noticia de la compra por
parte de la Deutsche Börse a la NYSE. La consolidación de gigantes. Y,
en forma simultánea, se ve el florecimiento de bolsas más pequeñas,
que acaparan nichos como la energía, los salmones, el transporte, el
carbón y el cabotaje marítimo. No suelen ser como las bolsas que
conocemos: son tecnología pura. Tampoco poseen muchos corredores: las
mismas bolsas tienen sus "dealers", que interactúan con el mercado no
bursátil (OTC), y más que una asociación de corredores (como la Bolsa
de Comercio de Santiago) son una empresa en sí misma, con su propia
fuerza de venta, y su interconexión con otros mercados.
 
A futuro, todas las bolsas europeas de nicho estarán firmemente
interconectadas: vimos cómo JP Morgan es actor (clearing agent) en
casi todas ellas. Lo cual hace que el precio del transporte, de la
energía eléctrica y del carbón sea uno solo, y se acaben los
monopolios regionales en forma progresiva, acercándonos cada vez más a
mercados transparentes, informados y democráticos, al alcance de todos
los usuarios.
 
Cuando nos preguntaban cómo funciona este mercado en Chile, no
podíamos disimular nuestra frustración. Salía el tema ambientalista.
La carencia de un mercado de futuros y de opciones. La inexistencia
del mercado "multicarrier". Las utilidades de ciertas empresas. Y,
sobre todo, el costo de nuestra energía.
 
Era necesario, además, explayarse en las dificultades políticas para
abrir nuevas plantas, lo que gatillaba una sorpresa generalizada en
nuestros interlocutores, quienes tienen en su imaginario que Chile es
un país ultraliberal, de mercados supercompetitivos y liberalizados.
En definitiva, pudimos ver los mercados de última generación en el
tema energético, y comprobar con pena que en Chile seguimos con
regulaciones que fueron modernas hace 30 años, pero que hoy están
completamente obsoletas. Y teniendo como resultado un costo de energía
que es el doble del que de verdad nos merecemos, con todas las
consecuencias del caso para nuestra competitividad.

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