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La vida se transforma según el espacio que se habita...‏

Cristián Valdés Eguiguren:
«Todo es luz, sol y circulación»
por Andrea Zúñiga S.  
Diario El Mercurio, VD, sábado 4 de octubre de 2014


Viene llegando de Londres, 
donde fue homenajeado 
por sus 50 años de trayectoria, 
expresada sobre todo en casas por encargo 
y de carácter social, cuyas formas 
responden al lugar y al valor 
que este arquitecto otorga a la contemplación. 

Fue esa visión lo que convirtió 
a Cristián Valdés en Premio Nacional 2008, 
aunque es más conocido por la silla 
que lleva su nombre y de la que es autor; 
un mueble que se ha transformado 
en ícono del diseño nacional.    

___________________________________

Con una exhibición de cinco modelos 
de la célebre silla Valdés, 
un documental sobre su trabajo 
y una charla dictada por él mismo, 
Cristián Valdés fue homenajeado en Londres. 

La iniciativa la impulsó 
la Dirección de Asuntos Culturales - Dirac, 
el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 
y Prochile, y se llevó a cabo en el marco 
del London Design Festival, específicamente 
en la feria Designjunction, 
que se realizó en septiembre.

A Valdés la arquitectura le apasiona, 
y a los 82 años se entusiasma 
al explicar sus proyectos recientes, 
como el nuevo restorán Cívico 
que está haciendo en Presidente Riesco, 
y los polideportivos inaugurados 
el año pasado en Valparaíso y Temuco, 
en colaboración con su hijo Tomás. 

Pero es con vehemencia que se refiere 
a sus primeras obras y a las directrices 
que han guiado su trabajo. 

Cuenta que poco antes de egresar 
hizo un estudio sobre la densidad de uso 
de los espacios según la hora, 
en la casa de quien entonces era su polola 
y luego fue su mujer. 

"En papel mantequilla, hice varios planos 
de esa construcción rectangular de dos pisos, 
y durante cinco meses marqué con puntos de color 
los lugares ocupados a distintas horas. 

Luego, superpuse los planos y me di cuenta 
de que los puntos generaban una forma continua, 
muy distinta a la de la casa. 

Así descubrí que la mayor intensidad de uso, 
es decir el estar, no era el que mostraban 
los planos, sino aquel donde llegaba la luz 
y el sol conectados por la circulación. 

Eso lo transformé en ley 
y quise que todas mis casas, 
que eran pequeñas, fueran puro estar". 

Su primera obra, ya demolida, 
la hizo en 1963 para su hermano Alberto. 

Esa casa fue diseñada a partir de su ley, 
pero también de otra experiencia 
que marcó su quehacer. 

"En los cerros de Valparaíso, 
haciendo croquis para la universidad, 
me llamó la atención una mujer que colgaba ropa; 
era un trabajo doméstico que en el marco 
de la bahía cobraba una dimensión especial. 

Esa vivencia me hizo entender 
que la vida se transforma 
según el espacio que se habita. 

Y aunque no siempre 
habrá un paisaje como el mar, 
siempre hay algo que contemplar". 

Proyectó esa casa elevada, 
de modo que la vista, 
al pasar sobre las panderetas, 
disfrutara no sólo de los 
seiscientos metros cuadrados del sitio, 
sino del parque que formaba 
el conjunto de árboles del sector. 

"Llevé el exterior a una altura 
que participara de ese parque, 
con unas rampas de circulación exterior 
que se juntaban con el interior 
en niveles de detención, 
que eran al mismo tiempo piso y cubierta. 

Era una casa angosta y larga, 
de 140 metros cuadrados. 

Fue mi laboratorio y sin duda la obra 
que más marcó mi trabajo posterior.

¿Y cómo la vivieron? 
¿Resultó una casa cómoda? 

-No de la manera habitual. 

Ninguna de mis casas funciona bien 
si uno busca en ellas 
seguir esquemas tradicionales. 

Es que en ellas el programa 
de living, comedor y dormitorios 
no se desarrolla de la manera 
en que la gente habitualmente 
concibe esos espacios. 

La casa era poco convencional, 
pero allí se podía vivir 
con bastante alegría. 

Valdés es ampliamente reconocido por su silla, 
pero a él le parece más interesante 
lo que ha hecho como arquitecto, 
aunque sostiene que el proyecto 
de una casa o un mueble 
tiene un mismo origen: 
la experiencia personal. 

"Esta genera un punto de vista 
que es el punto de partida de la creación. 

Por eso, y como todos somos distintos, 
siempre surge algo nuevo", sostiene. 

La silla es hija de una experiencia, 
pero también de la casualidad y la perseverancia. 

"Un amigo que trabajaba con maderas 
se dio cuenta del material que se perdía 
y me impulsó a pensar en algo para aprovecharlo. 

Mirando una raqueta de madera laminada, 
la Dunlop Maxply, quise usar esa técnica 
para hacer un mueble. 

Fabriqué unos arcos de madera laminada 
a manera de prueba, pero se rompían 
al tratar de estirarlos desde sus extremos. 

Para resolver la resistencia, 
decidí abrir unos huecos 
en las zonas de mayor esfuerzo, 
y eso determinó 
la forma definitiva de la silla". 

Así, en 1977 surgió 
el modelo de la silla A, 
a la que le seguirían sillones y sofás. 

¿Fue un éxito inmediato? 

-No, si al principio nadie la quería. 

Claro, hubo amigos arquitectos 
que la compraron y otros que incluso 
me encargaron mobiliario de oficina 
dentro de la misma línea. 

Sufrí y perdí harto con la silla, 
así que en los ochenta, y para que 
no se perdiera el esfuerzo del diseño, 
le entregué la producción a mi hermano 
Pedro, que todavía estaba vivo. 

Entonces se hacían 
como diez muebles de estos al mes. 

Fue recién quince años después 
de su creación, a fines de los ochenta, 
que por una serie de publicaciones 
periodísticas la silla se hizo famosa. 

¿Y retomó la producción? 

-Nunca me ha gustado 
estar a cargo de los muebles; 
yo soy arquitecto. 

A partir de los noventa esto quedó 
en manos de mi hijo Santiago. 

Aprendió a hacerlas, 
y juntos transformamos el proceso 
para que fuera más eficiente. 

Hoy se hacen alrededor 
de 160 muebles al mes, 
entre sillas, sillones y sofás, 
pero sigue siendo una producción artesanal. 

Cuando la diseñé no había problemas 
con las maderas que se usan en su fabricación. 

Hoy están en extinción. 

Tal vez será necesario 
buscar sustitutos 
o simplemente 
dejar de hacer la silla. 

Eso habrá que dejárselo al tiempo. 

________

Texto que acompaña a las IMÁGENES
que se pueden ver en:

1

Arquitecto de la Universidad Católica
de Valparaíso, Valdés ha desarrollado
numerosos proyectos de carácter social.

«Las cosas no son buenas o malas;
tienen una validez 
en su intención cumplida», dice.

2

Interior de la casa de Pirque.

«Los espacios de mis casas
no se desarrollan de manera convencional,
pero si quieres intimidad en tu pieza,
haré una compuerta para que puedas
aislarte o conectarte con el resto».

3

La Silla A, de 1977.  

En su producción se utilizan
costados de madera laminada,
una estructura tubular metálica
que los une, y una funda 
reforzada de cuero natural.

4

Sillón C.

«La silla es también
un problema arquitectónico
porque se aborda del mismo modo,
su estructura, materialidad,
funcionalidad y comodidad».

5

Este sofá se creó
treinta años después
de la silla A
y es una extensión
de las estructuras tensadas
de los primeros modelos,
terminado con fundas blancas.

6

Croquis de Casa en Santo Domingo (1977)

«Después de analizar la densidad
de los espacios según la hora,
quise que mis casas fueran un solo estar,
ese espacio donde te llega el sol
por la espalda, donde haces todo», explica.

7

Casa en Pirque, 1990.

«Desgraciadamente, hoy 
se siguen dibujando y vendiendo fachadas;
a mí lo que me interesa es la vida
que puedes tener al interior y exterior
de la casa en ese lugar».

8

Casa en Santo Domingo.

«Estando allí escuché las olas,
me subí a un árbol 
desde donde se veía la rompiente 
y decidí hacer un suelo 
a esa altura para la casa», dice Valdés.

9

El Polideportivo 
Renato Raggio, en Valparaíso, 
es una de sus obras más recientes.

«Todo está ordenado en el recorrido,
y este separa lo público de lo deportivo,
pero a la vez lo integra».

10

El dibujo de esta silla
lo hice mientras hacía la silla A,
buscando la transparencia».

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