La verdadera elite
“La educación no significa solamente preparar a los alumnos en su vocación profesional. Lo que buscamos es formar personas que se desarrollen como individuos y que cumplan con su responsabilidad como ciudadanos. Para esto, es fundamental incentivar las virtudes morales, estéticas y la fortaleza analítica. En definitiva, buscamos despertar la capacidad intelectual, la curiosidad fundada, la apertura mental y la coherencia lógica”.
La cita es del presidente del Swarthmore College, una de las instituciones de educación superior más prestigiadas de Estados Unidos. Sólo 400 alumnos acceden cada año a este lugar, ubicado en las afueras de Filadelfia, fundado en 1864. La tradición y excelencia se respiran en el ambiente. En sus maravillosos edificios, los alumnos, en clases de menos de 10 personas, aprenden y discuten de filosofía, historia, literatura o arte. Fuera de ellas, en sus magníficos jardines, se los ve leyendo a Platón, Cervantes o Wolf. Parecieran sacados de otro siglo, si no fuera por sus modernas vestimentas. Son la verdadera elite intelectual mundial. De ellos saldrán los escritores y pensadores del futuro. También los banqueros o empresarios de las grandes compañías. Y algunos aún más destacados. No por nada, este pequeño college tiene entre sus ex alumnos a cinco premios Nobel.
El día anterior tuvimos un experiencia similar en Princeton, otra de las instituciones formadoras de la elite mundial. Con un profesor por cada seis alumnos, esta universidad se precia de no tener escuelas profesionales. Ellos no enseñan leyes, negocios o medicina. Simplemente preparan a los alumnos en las artes liberales: la historia, la filosofía, las ciencias. Y pese a ello, es tanta la demanda que tienen, que sólo el 7% de los alumnos que postulan es aceptado. Todos quieren ir allí, pese a que, en principio, estudian cosas que no tienen relación directa con el mercado laboral.
En la Universidad de Columbia nos explican. “La idea es muy simple. La verdadera educación es formar mejores personas. Individuos que sean capaces de vivir mejor. Para aquello es fundamental que sepan apreciar lo mejor de nuestra cultura. Eso es lo que orienta nuestra formación. Y eso es lo que buscan los alumnos que vienen a estudiar con nosotros”. Se trata de personas que entienden que esas son las bases no sólo de la vida, sino también de las distintas profesiones que luego ejercerán.
Recorrer estas instituciones es una señal de alerta para cualquier chileno. Qué lejos están nuestros modelos educativos de todo aquello. Qué pequeñas y mal orientadas están nuestras discusiones públicas al respecto. Para qué hablar de las reformas que se proponen. Nada apunta a lo que están haciendo las instituciones que forman a la elite mundial. Y en esto, la excusa de ser un país pobre es mala. Porque ni siquiera vamos en la dirección correcta en estos temas. Es más, a nadie le parece importante todo esto. Se trata sin duda de un tremendo error. Así, nunca tendremos una verdadera elite intelectual. Y, lo que es peor, así nunca seremos un país desarrollado.
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