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Chilenos de memoria por Antonio Martínez


Diario El Mercurio, domigo 18 de agosto de 2013
http://diario.elmercurio.com/2013/08/18/deportes/columna/noticias/9B8FCF7A-2143-49B5-9540-5E2CB39CD98C.htm?id={9B8FCF7A-2143-49B5-9540-5E2CB39CD98C}
 
Los chilenos en el estadio Brondby son de pura cepa, y se les nota.

Cada vez que juega Chile en Europa, como ahora ocurrió en Copenhague, llegan felices y enfiestados, porque son la caravana del buen humor y las sonrisas no se las borra nadie.

Van a ver un sueño lejano, y en otro continente se encuentran con su marca de nieve, desierto y mineral. Eso indeleble que no se borra y esas entradas son las que los niños guardan y plastifican, porque claro que era amistoso, pero jugaba lo que más quieren: Chile.

Y esta vez fue baile, con todo respeto, pero eso fue: 6 por 0 a Irak. Baile.

A esos chilenos, si les dan cancha, les sale un pie de cueca; y si les dan tiro, aparecen los empolvados y las empanadas.
Van al estadio con todo y siguen fervorosamente a la selección, porque el equipo les recuerda lo que son y es una memoria mitológica y alada que supera a la realidad, porque el país a la distancia se reinventa e idealiza.

No llega a ser Shangri-La ni la Ciudad de los Césares, pero igual tiene sabor, color y buen clima. Es bonito.
Son los porotos con rienda, el charquicán o el "altiro".
Son el barros jarpa, el completo y el anticucho.
Es el país a lo lejos que se quiere todavía más.

Estuvieron en Estocolmo, Dublín, Izmit, St. Gallen, Kiev, Villarreal y Montpellier, y son las mismas historias: soy de Maullín, y llegué en 1991, de Los Andes, y se van a cumplir 40 años, o soy de Tocopilla, como Alexis.

Y por eso en el departamento de Copenhague, en la repisa del living o en la mesa de centro, están los adornos de lapislázuli, el plato de cobre y un chanchito de greda de Quinchamalí, al que le faltan dos patas y la cola, pero igual sigue siendo un chanchito de Quinchamalí.

En los partidos amistosos de Viena, Belfast, Kerkrade, Zilina, Glasgow, Londres, Lyon y Alicante y en cada estadio se escuchó el eco de algo que no cansa: chilenos.

¿De dónde, me dijo?

De El Belloto, Puelo o Combarbalá.

¿Desde cuándo?

Ya ni me acuerdo.

Son chilenos originales y auténticos, y el único derecho que les falta es el voto, porque viven fuera hace décadas y pueden haber nacido en Suecia, Noruega o Dinamarca, pero lo chileno no se les despega con nada. Ya les pegó, y sonaron no más.
En el extranjero se sienten más patriotas que en Chile, y lo que en el país era algo diario y rutinario, allá es pura nostalgia.

¿Nostalgia por qué, por ejemplo?

Por Arturo Prat y los berlines y por la cordillera de los Andes en la caja de fósforos.

Y también por las cosas más raras: por la UF y el tomaticán y por el vino navegado y el Diario Oficial.

1 comentario:

  1. Chile es una mirada.

    Chile es un estado de ánimo.

    Chile son lejanías.

    Chile son perspectivas.

    A Chile hay que mirarlo de lejitos.

    Chile es un punto

    perdido en la distancia.

    Mucho antes de ser país,

    Chile ya era una melancolía.

    Nunca se abandona Chile del todo.

    Uno se lleva al país en la cabeza

    y lo carga en el alma.

    Como afecto y hasta como desgracia.

    Y sobre la hora, aunque sea un baile,

    precisamente porque es una fiesta,

    como el abate Molina en su agonía en Bolonia,

    pedimos un poco de agua fresca de la cordillera...

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