La paciencia para aguardar
a que sus cenizas se reaglutinaran.
Dylan ha hecho de la paradoja su arma
y de la evolución perpetua, su credo.
Además de desconcertar
a plena conciencia a la prensa
con declaraciones contradictorias,
de afirmación y rechazo
de sus opciones vitales y artísticas.
La decadencia toma el rostro,
no la máscara de la evolución.
Replegarse a una aparente
actititud conservadora
mientras se prepara
como un tahúr en su prisión,
disponiendo y ordenando
las cartas marcadas,
las viejas cartas marcadas,
para salir una vez más a la superficie.
Se tarda muchos años en llegar a ser joven.
Escúchame, Robert Zimmerman,
te he escrito una canción
-exclamaba Bowie en los setenta-
una canción sobre un extraño
llamado Dylan, con voz de arena y engrudo…
Fue así como , oh Bob,
botaste en el camino
la estela del mito,
sin cortar la hebra
que lleva al laberinto...
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Extractato y adaptado libremente
de un texto de Mario Valdovinos publicado
en la Revista del Centro de Estudios Públicos.
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