Llego tarde al llamado de mi señora
que me cuenta que acaba de aparecer
en el noticiario de un canal de televisión
el Dr. Fernando Figueroa (nuestro
compañero de colegio), profesor
de la Facultad de Medicina
de la Universidad de Los Andes
y uno de los líderes del Laboratorio
de Inmunología Celular y Molecular
del Centro de Investigaciones Biomédicas
de la misma Universidad.
Esta vez, el flaco Figueroa estaba
relatando unos espectaculares avances
de otros de los grupos del Centro:
el Laboratorio de Células Madre y micro RNA.
Se trata de una prótesis de oreja
mediante impresión en 3D.
No pude dejar de acordarme del famoso
cuento que escribió en el curso de Pepe Simón,
sobre un transplante de cerebro
y la crisis identidad y desorganización
cerebral absoluta que producía en
el genio sometido al trasplante
en el cuento de Fernando.
Algo no tan radical,
pero que también lo habríamos
percibido como ciencia ficción,
es en lo que están estos investigadores
explorando esta frontera de la medicina
y las bioimpresoras.
En los tiempos del colegio
el flaco Figueroa vivía en
la tranquila calle Bucarest,
casi al frente del departamento
donde vivía mi señora
cuando estudiaba en La Maisonette
y a dos cuadras de mi casa.
Periódicamente lo veía pasar
por Los Leones
con sus grandes zancadas
camino a la Escuela Moderna
de Música para sus clases de piano,
lugar que a fines de los cincuenta
y comienzos de los años sesenta
vivía la abuela de mi gran amigo
de esos primeros años de colegio,
el inolvidable Enrique "Quique" Lira Matte,
tempranamente fallecido,
hijo del gran Juan Enrique Lira,
campeón mundial de tiro al vuelo
en la modalidad Peana Olímpica
y connotado fotógrafo,
por décadas, editor fotográfico
del diario El Mercurio.
Hace un par de días,
a la salida de misa
-el buen flaco, que no sólo
un importante investigador y profesor de primera línea
sino también un hombre de Dios, de misa diaria-
me mandó saludos a través de un hermano
mío con el que se encontró a la salida de la eucaristía.
Consigno lo aparecido en la prensa
en relación con estos avances científicos
y transcribo también el notable cuento
que escribió hace unos treinta y cinco años,
quien junto con Ricardo "Ricky" Villaseca,
descollaron en dicho género literario
pudiendo perfectamente haber sido incorporados
en pleno boom latinoamericano
en alguna antología de relatos breves
con próceres como Cortázar y compañía.
.....
Desarrollan prótesis de oreja mediante impresora 3D
Diario El Mercurio, 22 de agosto de 2013
Investigadores de la Universidad de los Andes
han logrado desarrollar con éxito
una oreja mediante una impresora 3D
utilizando células madres
extraídas del mismo paciente.
Tal como en otros países
que ya trabajan en esta técnica,
se espera que a futuro ayude
a regenerar tejidos y órganos
para el tratamiento de personas
con malformaciones o que los han perdido
debido a un accidente o una enfermedad.
Un aspecto novedoso del trabajo
de los científicos chilenos
es la utilizaciones de un recurso natural de origen local,
que ha sido modificado biológica y químicamente,
para adaptarlo al proceso de impresión en tres dimensiones.
El nombre de este producto
se mantiene en secreto por el momento,
como precisa el académico Juan Pablo Acevedo,
quien está a cargo del proyecto que comenzó hace seis meses.
“Lo que hemos desarrollado
es una mezcla para generar material imprimible,
que además contiene células madres adultas,
obtenidas del tejido adiposo, de la médula ósea,
de la pulpa dental o de tejido placentario de desecho,
entre otras fuentes”, explica.
Un prototipo de bioimpresora 3D
-capaz de “imprimir” tejidos similares a los humanos-
fue armado en la misma universidad,
en base al diseño utilizado en la Universidad de Cornell
de los Estados Unidos, entidad que a comienzos de año
logró también recrear una oreja de forma y características humanas.
La ventaja de utilizar células madres del mismo individuo
es que permite crear tejidos biocompatibles,
lo que contribuirá a evitar el rechazo al ser implantado.
Por ahora, sólo se pueden generar cartílagos con formas definidas,
“otros tejidos u órganos más complejos necesitan de una red vascular
que no es posible imprimir por el momento”.
En la investigación también participa la empresa Cell for Cell (C4C),
creada en la misma universidad y enfocada
en la terapia celular y de ingeniería de tejidos.
Además, cuentan con la colaboración del doctor Anthony Atala,
director del Instituto Wake Forest de Medicina Regenerativa,
de Estados Unidos, y pionero en este campo.
El Rechazo
por Fernando Figueroa
Cuento escrito en 1968 para la clase
de Castellano del Saint George's College
que enseñaba José "Pepe" Simón,
ex georgean, fundador y hasta hace poco
Director del Colegio Newland.
El Dr. Helmut Kopler, célebre inventor de la máquina de
movimiento perpetuo, moría lentamente en el Hospital de San Agustín,
condenado por su sistema nervioso. Su brillante cerebro, vencedor del
roce y de la pérdida de energía por fricción, no había alcanzado a dar
término a un invento que revolucionaría la cibernética: El computador
C.Q.M. de orden mental.
Sólo su cerebro podía desenrrollar el embrollo matemático
que significaba igualar una frecuencia mental a la de una máquina. Para
hacerlo, necesitaba de otro sistema nervioso en qué vivir.
El Dr. Mac Lean dió orden de preparar la operación de
transplante. En media hora, los computadores habían escogido al
ciudadano ideal: William Glenn, miembro del equipo del Dr. Mac Lean. Un
hombre soltero, de carácter suave, psíquicamente muy parecido a Kopler,
que podría, según las máquinas, resistir el golpe que significaba un
cambio cerebral.
Al día siguiente Glenn trajo la respuesta:
-Correré el riesgo. Lo haré por la ciencia. Mientras decía
esto, un pensamiento estremeció a los presentes como una sombra
palpable…¿Qué riesgo? ¿Perder la vida?… No, se contestaron. Perder la
cordura, la individualidad. Más que la vida, su esencia…
Mientras la sombra se disipaba, se produjo un silencio que Glenn interrumpió antes que fuera desesperante:
-Colega Mac Lean, hay algo que todos sabemos: Kopler es ciego y yo…
-Entiendo, tú no eres.
-Esa es mi única condición; quiero que mantenga mi centro visual.
-Pero Bill, replicó Mac Lean, hablándole al amigo y no al
colega, tú sabes mejor que yo qué significa eso. El centro visual puede
gobernar otros factores más complejos, como el inconsciente, memoria y
los que se ubican dispersos en el cerebro. En ese caso, se podría
producir un rechazo no inmunológico, sino mental, y bueno…
-Tomé mi decisión y quiero que se mantenga mi centro visual.
-En ese caso, repuso Mac Lean, necesito todos los datos
cuantificables de tu vista para hoy, después del almuerzo. Debo decidir
luego cuál será la técnica de la operación. Kopler está en muy mal
estado.
A las 3 P. M. Mac Lean se hallaba en la sala de
cibernética. Debía desarrollar un largo diálogo con las computadoras
antes de decidir cuánto Kopler y cuánto Glenn quedaría en el nuevo ser
que se "produciría".
Mientras la máquina elaboraba su respuesta en forma de dibujo, basado en la alimentación que había recibido, Mac Lean pensaba:
"Si la operación resulta exitosa, en poco tiempo el cerebro
de Kopler, permitirá que mis órdenes a las computadoras sean mentales y
no en clave. El C.Q.M. dará un empuje tan grande a la ciencia como fue
para la industria, la máquina de movimiento o energía perpetua".
El timbre del computador sacó a Mac Lean de sus cavilaciones.
Se levantó, tomó el dibujo para estudiarlo y la cinta
magnética con la información para dársela al cerebro electrónico que
dirigiría la operación.
Eran las 4 P. M. y la operación debía comenzar a las seis.
El doctor depositó la cinta en el descifrador del "timonel electrónico" para que "dirigiera" la información.
Desde este momento correspondía a los seres automáticos tomar las decisiones y al hombre llevarlas a cabo.
Así fue en efecto, durante la operación de seis horas. La
dificultad de la técnica y la rigurosa precisión requerían tiempo y
cuidado.
Al despertar, el primer comentario del injertado fue sobre
lo jocen que se sentía. A decir verdad, su cerebro daba órdenes a un
cuerpo veinte años más joven. Lo que sus ojos le mostraron en el espejo
le produjo tal sorpresa y espanto que le sobrevino un desmayo.
Para comprenderlo, basta despertar una mañana, mirarse al
espejo, y ver a un desconocido. Ésa era la situación de Glenn, o…¿de
Kopler?
El tratamiento psiquiátrico comenzó de inmediato.; el paciente debía estar preparado para este tipo de shocks.
Después de un mes, el "producto del hospital de San Agustín"
pudo irse a casa. Los doctores decidieron que debía vivir y usar lo
que su cerebro conocía. Por lo tanto, en poco tiempo, el nuevo Kopler
pudo entrar en contacto con los manuscritos. Esa noche trabajó hasta
tarde y amaneció en la misma silla. Se había dormido descifrando las
ecuaciones pertenecientes al C.Q.M.
Cuando su mente se despejó, la memoria de sus sueños vino a
turbarlo… Había soñado con sus difuntos padres…pero con dos pares de
ellos… A los cuatro los conocía…Recordaba muy bien a su madre que
siempre quiso que estudiara matemáticas y no leyes, como sus hermanos.
Mas, también recordaba a su madre que lo tenía sólo a él como hijo.
"¡Idioteces! Sólo estoy nervioso", pensó. "Todavía no se
sabe si el rechazo inmunológico me hará daño…No sospechaba cuánto peor
era lo que lo "estaba dañando".
Ese día no pudo trabajar en el C.Q.M. Su mente no estaba clara, las ideas desaparecían entre la bruma de la angustia.
El científico decidió dormir. Al poco rato despertó
sobresaltado. ¡Había tenido dos infancias! Prefirió no detenerse a
analizar sus sueños nuevamente. Estaba exhausto, turbado. No sabía
quién era ni qué hacía, quiénes eran sus padres, ni sus parientes, ni
sus amigos.
Mañana iría a preguntárselo al Dr. Mac Lean. Debía hacerse un examen que se repetiría cada tres días.
Con borbotones en su interior, bajó al jardín a beber un poco de Drambuie, el mejor calmante que conocía.
Lentamente sus pensamientos sobre su segundo ser vencieron a
su mejor calmante y a su voluntad. Entraban en él, hostigándolo hasta
derrotarlo.
El viejo Kopler libraba una batalla campal y silenciosa
dentro de su nueva envoltura. Alguien que lo hubiera visto ahí sentado
tan quieto, jamás lo hubiese imaginado. En un momento de tregua tuvo
claridad para tomar una decisión: "No esperaré hasta mañana" se dijo,
"para ver al Dr. Mac Lean".
Entorpecido por la guerra que perdía, con los oídos zumbando y la vista nublada, se encaminó hacia el hospital…
-Lo encontré de bruces frente a mi casa murmurando palabras incoherentes- balbuceó la señora del pasillo.
-Lo último que le pude entender antes que cayera inconsciente fue:
-Dígame, por favor, quién soy.
-Mmmm…contestó el Dr. Mac Lean, muchas gracias por su cooperación.
Y luego entró en la sala donde yacía el enfermo.
A través del rostro de su creación, se traslucía el temor,
la sorpresa y el desorden. La curva descrita por el
electroencefálograma mostraba una desorganización cerebral absoluta, el
rechazo mental que ningún suero podría contener.
Frente a los ojos del Dr. Mac Lean moría su viejo amigo el Dr. Kopler, llevándose el secreto del C.Q.M.
Su ayudante William Glenn regresaba a la vida.
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