Buena parte de la prensa, que ha celebrado la aparición de la película como uno de los acontecimientos fílmicos del año, parece estar de acuerdo en que sí, que éste será el broche de oro..."
En la recién estrenada "Antes del anochecer" hay una larga secuencia -quizás la más bella del filme- donde Jesse y Celine, el dúo protagonista, figuran como comensales de un relajado almuerzo de vacaciones; a su lado, se sienta una pareja de veinteañeros, un matrimonio de cuarentones y los anfitriones: un anciano escritor y su mejor amiga, ambos viudos. Mientras la conversación gira sin parar en torno a la naturaleza del amor, la atracción y el destino de los afectos, se vuelve evidente que aparte de simpáticos compañeros de sobremesa, lo que nuestros héroes tienen al frente es una proyección de su pasado, su presente y un eventual futuro. Lo que fueron, lo que son y en lo que se convertirán. Así, que lo que parece una lenta y calurosa tarde de verano en esta sombreada terraza en Messinia, Grecia, en realidad es el momento culminante de una extensa historia de amor que comenzó hace 18 años en "Antes del amanecer" (1995) y continuó en "Antes del atardecer" (2004), para desembocar nueve años más tarde, con ellos convertidos en padres de gemelas y hace rato domesticados por la continuidad y los desbordes de la vida de casados.
¿Es el punto final y el cierre de una trilogía? Buena parte de la prensa, que ha celebrado la aparición de la película como uno de los acontecimientos fílmicos del año, parece estar de acuerdo en que sí, que éste será el broche de oro. Pero, a juzgar por lo que la propia cinta sugiere, nuestro reencuentro con Ethan Hawke y Julie Delpy en sus papeles más celebrados, es solo una estación más en un camino que ni el director Richard Linklater ni sus dos actores habían planeado por anticipado. De modo que, en nueve años más -en 2022-, bien podríamos estar viendo a Jesse y Celine, juntos, separados, cincuentones... Puede que sí, puede que no. Entre ellos no hay compromisos previos, ni contratos firmados; solo la voluntad de querer volver. Y quizás ese sea uno de los rasgos más atractivos del ciclo "Antes de...": la libertad que los personajes y sus creadores tienen a la hora de circular por su ficción, comentarla e irse por las ramas; escaparse por un rato de la tiranía que posee en su interior cada "love story", si es necesario.
Aparte de retratar un episodio más en su larga historia de amor, cada una de las películas es al mismo tiempo una suerte de paréntesis, de alto en la carretera, vuelta de tuerca e invisible bifurcación de la ruta recorrida por estos enamorados, pero en ningún caso es una afirmación definitiva o una secuela, al menos en el sentido "Star Wars" del término. Cada una, además, registra un breve período de tiempo, siempre en verano: una tarde, una noche y una mañana, en Viena ("Antes del amanecer"); unas cuantas horas, en París ("Antes del atardecer"), y, en este tercer episodio, un caluroso día que se disuelve en una tibia noche en la costa del mar Egeo. La tercera constante es que, salvo por el momento en que ellos se conocen (en el primer filme) y se reencuentran (en el segundo), los acontecimientos realmente importantes de sus vidas -casamientos, separaciones, nacimientos, cambios de ciudades, crisis conyugales- siempre han ocurrido fuera de pantalla.
Al revés que el común de los enamorados del cine, Celine y Jesse viven rodeados de presente, inmersos en el ahora, y es probable que ello nunca haya sido tan patente como en "Antes del anochecer", un relato donde lo que realmente importa no queda plasmado en los alambicados match verbales que la pareja sostenía en los filmes precedentes. No es que ahora estén ausentes (mal que mal, es la marca de fábrica del producto), pero sí ceden terreno frente a momentos que de puro comunes y corrientes devienen en perennes. Comprar helados a las gemelas, cortar vegetales para la ensalada, servirse una taza de té. Que nadie busque epifanías detrás de estas imágenes. El secreto que portan está a la vista: estar juntos es ser, crecer, permanecer.
ANTES DEL ANOCHECER. Dirección: Richard Linklater. Con: Ethan Hawke y Julie Delpy. País: Estados Unidos, 2013. Duración: 110 minutos
¿Es el punto final y el cierre de una trilogía? Buena parte de la prensa, que ha celebrado la aparición de la película como uno de los acontecimientos fílmicos del año, parece estar de acuerdo en que sí, que éste será el broche de oro. Pero, a juzgar por lo que la propia cinta sugiere, nuestro reencuentro con Ethan Hawke y Julie Delpy en sus papeles más celebrados, es solo una estación más en un camino que ni el director Richard Linklater ni sus dos actores habían planeado por anticipado. De modo que, en nueve años más -en 2022-, bien podríamos estar viendo a Jesse y Celine, juntos, separados, cincuentones... Puede que sí, puede que no. Entre ellos no hay compromisos previos, ni contratos firmados; solo la voluntad de querer volver. Y quizás ese sea uno de los rasgos más atractivos del ciclo "Antes de...": la libertad que los personajes y sus creadores tienen a la hora de circular por su ficción, comentarla e irse por las ramas; escaparse por un rato de la tiranía que posee en su interior cada "love story", si es necesario.
Aparte de retratar un episodio más en su larga historia de amor, cada una de las películas es al mismo tiempo una suerte de paréntesis, de alto en la carretera, vuelta de tuerca e invisible bifurcación de la ruta recorrida por estos enamorados, pero en ningún caso es una afirmación definitiva o una secuela, al menos en el sentido "Star Wars" del término. Cada una, además, registra un breve período de tiempo, siempre en verano: una tarde, una noche y una mañana, en Viena ("Antes del amanecer"); unas cuantas horas, en París ("Antes del atardecer"), y, en este tercer episodio, un caluroso día que se disuelve en una tibia noche en la costa del mar Egeo. La tercera constante es que, salvo por el momento en que ellos se conocen (en el primer filme) y se reencuentran (en el segundo), los acontecimientos realmente importantes de sus vidas -casamientos, separaciones, nacimientos, cambios de ciudades, crisis conyugales- siempre han ocurrido fuera de pantalla.
Al revés que el común de los enamorados del cine, Celine y Jesse viven rodeados de presente, inmersos en el ahora, y es probable que ello nunca haya sido tan patente como en "Antes del anochecer", un relato donde lo que realmente importa no queda plasmado en los alambicados match verbales que la pareja sostenía en los filmes precedentes. No es que ahora estén ausentes (mal que mal, es la marca de fábrica del producto), pero sí ceden terreno frente a momentos que de puro comunes y corrientes devienen en perennes. Comprar helados a las gemelas, cortar vegetales para la ensalada, servirse una taza de té. Que nadie busque epifanías detrás de estas imágenes. El secreto que portan está a la vista: estar juntos es ser, crecer, permanecer.
ANTES DEL ANOCHECER. Dirección: Richard Linklater. Con: Ethan Hawke y Julie Delpy. País: Estados Unidos, 2013. Duración: 110 minutos
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