En poco tiempo, este sociólogo se ha convertido en una voz autorizada y requerida para analizar los procesos sociales. Dice que la derecha está agónica, que Matthei no es la candidata de los militares y ve al Presidente Sebastián Piñera intentando volver el 2017.
Por: Verónica Foxley / Fotos: Gonzalo Romero
Revista Cosas, agosto 22, 2013
Al sociólogo Alberto Mayol se lo han preguntado muchas veces y siempre le pasa lo mismo: no le gusta que al compararlo con su padre –el publicista Manfredo Mayol– lo fuercen a “asesinarlo” simbólicamente. Cuenta que su familia siempre fue de izquierda, que se crió en La Cisterna. Pero lo que le llama la atención es la búsqueda de esto desde un punto de vista freudiano o shakesperiano. “Los de derecha me dicen: ‘Tú eres de izquierda porque estás matando al padre’. En ese espacio invalidan mis ideas. Y por otros lados, en ciertos fragmentos de la izquierda, me pasan diciendo que si yo realmente quiero tener el derecho de pertenecer a su mundo, tengo que ir a terminar el asesinato del padre”.
–¿Eso implicaría criticarlo públicamente?
–Claro. Buscan eso.
–¿Y alguna vez lo recriminaste?
–Jamás voy a hablar de cosas privadas en público.
Pero Mayol siempre tiene una mirada aún más aguda para hablar de política. Se ha convertido en una de las voces que mejor leen el escenario actual. Para el sociólogo y profesor de la Universidad de Chile, en esta elección votará mucha gente. Algunos porque es como jugar a dispararle a los patitos en la feria: “Está lleno de candidatos que entran salen, suben, se matan entre ellos. Creo, además, que va a haber una fuerte incorporación de electorado nuevo y ese electorado nuevo no vota por la derecha”.
–Con ese sombrío escenario que grafica, ¿cómo definiría el estado de salud de la derecha hoy?
–En política la muerte no es una variable existente y, por lo tanto, las formas de morir son variadas y complejas. Por ejemplo, en política uno puede estar muerto y parecer muy vivo. Un ejemplo de eso es el Partido Socialista, que lleva muerto 20 años y, sin embargo, ha estado lleno de cargos en los gobiernos. Pero está muerto porque su experiencia espiritual está muerta, porque no es capaz de defender lo que tiene que defender. Entendiendo eso, es posible decir que la derecha está agónica. La palabra agonía viene de lucha. Por eso estar agónico no significa que esté muerto. Significa que está luchando por vivir. En los últimos 20 años, la derecha vivió una vitalidad insólita, en gran medida gracias al Partido Socialista.
–¿Por qué?
–Cuando a Margaret Thatcher le preguntaron cuál había sido su mayor obra, ella respondió: Tony Blair. Cuando tienes un enemigo que hace las cosas que tú quieres hacer, ésa es tu mayor obra.
–¿Y en este caso, sería la Concertación?
–Sí. La Concertación hizo todo lo que la derecha quería. Gracias a la Concertación, la derecha llegó a tener la mitad del país. Porque si tú tienes a una Concertación desdibujada, estás en condiciones de firmar por la derecha que te puede ofrecer lo mismo y mejor.
“La agonía de la derecha es muy dura, ya que venía de su clímax, de ser gobierno y de repente se encontró con la discusión de ideas impensadas. Hoy un debate presidencial para la derecha es el equivalente al horror”.
–¿Por qué?
–El 90 por ciento de los chilenos cree que debe haber educación gratuita. No obstante, la derecha cree que eso está mal y tiene que defenderlo. Lo mismo pasa con el aborto, las AFP, las Isapres, HidroAysén. Por eso cuando en un país el eje político gira tanto, cuando se produce un cambio tan grande en la agenda y en los valores, ese “orden” que era tu hábitat natural cambia radicalmente, entonces se genera un desconcierto. En seis meses emergió un nuevo Chile. Pasaron 30 años en seis meses. Hay que recordar que hace una década hablar de lucro era referirse al motor de la historia, porque sin lucro las cosas se suponía que no funcionaban. Y eso, hoy es otra cosa.
–¿Supo leer eso el gobierno de Sebastián Piñera?
–No. Este gobierno nunca entendió el fenómeno ni lo que le estaba pasando. Todavía no lo entiende. No ha asumido que debe inventarse una forma de vida, pero con las ideas del otro, algo que el PS ya entendió. Y ése es el momento en el que reconoces que has perdido y decides inventarte una forma de vida en las ideas del otro.
–¿No es eso lo que hizo este gobierno con las leyes sociales, con las reformas laborales?
–No. Piñera lo hizo muy mal porque quedó en evidencia que lo hacía después de intentar hacer lo otro. Piñera no entiende nada de estructuras. Piñera es un niño y cada vez se devuelve más a la infancia. Como buen niño es súper manipulador, quiere más poder, controlar más a su entorno, quiere todo eso y no le importa si gana o pierde la derecha. No le interesa. El mundo se puede estar devastando, pero sólo le importa que en su habitación él pueda hacer lo que quiera. Piñera se identifica con los objetos: ve una pelota y quiere jugar fútbol, ve una silla y se quiere sentar, ve la presidencia de EE.UU. y quiere ser presidente. Piñera nunca tuvo un plan. El siempre vivió de comprar acciones en los momentos de bajada. Y finalmente, lo que hizo fue construir un escenario de destrucción de la derecha para comprar más acciones de la derecha, pero a menor precio. No es que lo haya hecho a propósito, sino que es como su arte. Hoy las acciones de la derecha están muy a la baja y creo que ni se imaginan lo mal que les va a ir en esta elección.
–¿Cómo se explica que siendo un gobierno que termina con buenos resultados económicos, la derecha llegue tan herida a esta elección?
–En este nuevo Chile, la derecha no es capaz de vivir como lo hacía antes, cuando tenía un poder increíble y era la articulación perfecta entre partidos políticos, empresariado, élite de la Iglesia, la de los medios y los militares. Ese orden era formidable y ahí vivía perfecto. Pero ese orden ya no está. Ya ni siquiera es el muro de contención. La derecha hoy ni siquiera es rentable para los poderes fácticos. Hoy los militares prefieren a Bachelet que a Matthei.
“Bachelet es el escenario”
–¿Hacia dónde debiera mover Bachelet su campaña?
–Bachelet vive en un zapato chino imposible. Ella vive en la contradicción. La contradicción se situó en ella. Por un lado, la derecha está aniquilada. Y ahora se está cayendo la DC. Sólo queda el PPD y el PS, que son máquinas sin espíritu. Y queda Bachelet que es ella misma, su espíritu, un fenómeno muy interesante, pero es ella. Si uno mira el escenario, uno busca a los actores que le den el equilibrio, pero el equilibrio se da a cinco centímetros de Bachelet por la izquierda por el lado del PC y de Camila Vallejo empujando hacia la transformación, presionando por tener una pata en el mundo político y la otra en el movimiento social. Giorgio Jackson siendo seducido y a la vez traicionado por la Concertación, pero finalmente Bachelet le quiere dar su apoyo porque entiende que no hay Nueva Mayoría sin Giorgio. Y por otro lado, el empresariado que te dice: Velasco sale segundo, acá está Cortázar y los que te apoyaron tanto en otros momentos, los que te dieron estabilidad y vas a necesitar nuestro apoyo. Y entonces, la contradicción se fue haciendo cada vez más patente y está en ella. Eso es brutal.
–¿Qué espacio tiene para moverse sin perder por izquierda lo que gana por derecha?
–Es que Bachelet ya no se mueve. Ella no es un actor. Bachelet es el escenario.
–¿Quiere eso decir que da igual lo que diga?
–Es que los escenarios no hablan, si no que los que hablan son las personas en él. Lo que importa es lo que digan los demás en su escenario. Pero ojo que esta elección ya está ganada. Lo realmente importante es lo que va a pasar después.
–¿Le ha faltado definiciones?
–Personalmente, eso me molesta mucho, pero en términos de la estrategia política está perfecto. Me atemoriza que la falta de definiciones políticas de Bachelet redunde en generar una especie de peronismo a la chilena. No por ella, sino que porque es la única tabla de salvación y entonces, todos quieran salvarse a través de ella. Me atemoriza que estemos analizando el tema de educación durante tantos años, cuando es algo que debe solucionarse ya. Y no es un tema de plata, sino de inteligencia.
–Hay quienes creen que ahora, con este apoyo, Bachelet tiene mucho más espacio para ser más ella, más de izquierda.
–En la elección pasada también dijeron que Bachelet iba a ser ella, pero sus intenciones duraron 20 minutos. Si ni siquiera los proyectos de ley participativos terminaron saliendo. En educación traicionó a los estudiantes. Fue un cambio que para ella debe haber sido muy doloroso, pero que afectó a la educación. Todo lo que se hizo después en política pública en el tema de la educación fue un desastre.
–¿Tiene Piñera chances de volver?
–Sí, claro que tiene chance. A Chile le vienen años difíciles. Al parecer acá la única variable es el precio del cobre. Hay que pensar que hemos tenido el mejor ciclo económico de la historia de Chile y lo terminamos con crisis educacional, institucional y política. Se acaba este ciclo. Piñera hizo algo muy astuto que es dejarle la economía calentita a Bachelet. Y a Bachelet se le va a enfriar la economía en la mano. Va a venir el desempleo, van a empezar a venir los cambios y van a decir: ¿Ven? Si uno hace un cambio, inmediatamente baja el empleo. Incluso, los anuncios de cambio generan este problema. Entonces, apenas asuma Bachelet va a tratar de que haya una reforma política y dentro de eso va a tratar de que haya reelección y van a tratar de mantener a Bachelet. Pero si no es Bachelet, Piñera vuelve. Ahora, ¿con quién vuelve? Eso nunca se sabe. Piñera es un hombre de negocios y le da lo mismo con
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