WELCOME TO YOUR BLOG...!!!.YOU ARE N°

Especulación y riesgo


"El especulador, en economía, se asemeja un poco con el apostador. No le interesa usar o gozar de los bienes, sino obtener una ganancia rápida aprovechando la fluctuación futura de sus precios. En general, sus maniobras son a corto o mediano plazo, "entra y sale", compra barato y vende caro..."


Honoré de Balzac -que según el juicio de Stefan Zweig fue "el primer escritor que llevó el dinero a la novela"- les dedica en los más de 80 volúmenes que integran la "Comedia Humana" un gran espacio a los especuladores, quizás porque en ellos, que surgen en todos los estratos sociales, la codicia y la avaricia (dos pulsiones que para el autor francés son de los más poderosos motores que agitan el alma humana) aparecen con sus rasgos y bordes nítidamente definidos, sin tapujos, concentradas y visibles.

El especulador, en economía, se asemeja un poco con el apostador. No le interesa usar o gozar de los bienes, sino obtener una ganancia rápida aprovechando la fluctuación futura de sus precios. En general, sus maniobras son a corto o mediano plazo, "entra y sale", compra barato y vende caro y, en medio, le queda "una buena pasada". El especulador, por un lado, es un personaje arriesgado, casi admirable, porque su "negocio" depende del futuro y de sus incertidumbres y, por lo mismo, las probabilidades de perder se incrementan (aunque en economía incluso el futuro posee -cuando se cumplen determinados parámetros- cierta estabilidad). Pero, por otro lado, el especulador nos provoca envidia y rechazo. En efecto, en nuestra cultura no es -nunca menos que ahora- una figura simpática: muchos chilenos piensan, como buenos burgueses, que el dinero debe ser consecuencia del trabajo realizado y poseer cierta correspondencia segura con él ("la platita a fin de mes"). Su malestar proviene, entonces, de un desaliento porque, al revés de aquel, calculan, justamente, que aun trabajando mucho no mejorarán de manera sustantiva su bienestar con la rapidez que quisieran. Así, el dinero rápido y fácil obtenido por el especulador puede ser sentido como una afrenta y, simultáneamente, como un secreto anhelo.

Cuando el especulador, sin embargo, como ocurre en los casos más célebres, dispone de algunas ventajas -por ejemplo, un acceso privilegiado al crédito (que necesita porque requiere comprar de manera urgente y así no perder la oportunidad) y algunos "datos" (como en las carreras hípicas) que le permiten actuar casi a la segura en una veta que se le ofrece de pronto-, deja de especular, en sentido estricto, porque prácticamente el riesgo no existe -rasgo por excelencia de toda especulación y de todo negocio- y es el momento de, simplemente, "darle con el palo al gato". El especulador quiere trepar, no caminar. Balzac se solaza describiendo "el ascenso" (y el posterior "descenso") de burgueses que saltan a millonarios gracias a "un golpe" bien urdido. Con severo realismo, el autor francés sigue al especulador detalladamente en todos sus cálculos y maniobras -nada nuevo bajo el sol-, pero, a la vez, es capaz de demostrar cómo el afán desmedido de dinero se incuba no solo en estos monstruos de codicia monetaria, sino que "incluso en los sentimientos más nobles, puros y espirituales del hombre". 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

COMENTE SIN RESTRICCIONES PERO ATÉNGASE A SUS CONSECUENCIAS