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Publican papeles de Martín Cerda que se salvaron del incendio


por Leonardo Sanhueza
Diario Las Últimas Noticias, lunes 2 de febrero de 2015

A casi un cuarto de siglo del incendio 
de su biblioteca y toda su obra inédita,
el libro «Precisiones» 
trae de vuelta al destacado ensayista.

Angelina Silva, última pareja del escritor,
los había conservado en una carpeta.

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En 1990, el escritor Martín Cerda
se fue un tiempo a Punta Arenas,
becado para culminar 
tres proyectos de investigación.

Esos días australes 
le fueron tan satisfactorios
que decidió prolongar su estadía
en la Universidad de Magallanes,
donde se instaló con una biblioteca y todo,
para ponerles punto final a varios ensayos
en que estaba trabajando.

Tenía sesenta años y su obra se hallaba dispersa
en artículos, fragmentos y dos libros publicados.

Lo que quería terminar, entonces,
era su «gran obra», sus libros de madurez.

Pero, de pronto, la desgracia: en agosto,
la Casa de Huéspedes donde vivía
se incendió y con ella ardieron 
su biblioteca y sus manuscritos.

Nunca pudo reponerse:
lo había perdido todo.

Luego de un infarto y una cirugía,
murió al año siguiente.

Ésa es la historia conocida.

Lo que faltaba por saber
es que Angelina Silva,
última pareja de Martín Cerda,
conservó desde entonces
-y durante ya más de dos décadas-
una carpeta con papeles 
rescatados del fuego.

Gracias a Hugo Herrera, 
Gonzalo Geraldo Peláez
y Sergio Pérez Ojeda,
tres jóvenes interesados
en la obra del ensayista,
felizmente esa carpeta
ha dado lugar al libro Precisiones,
publicado por Ediciones
Universitarias de Valparaíso.

Entre los papeles rescatados
había un cuaderno manuscrito
-cuyo encabezado le da título al volumen-
y textos escritos a mano 
o a máquina en hojas sueltas.

En algunos casos se trata
de reelaboraciones o fragmentos
de textos ya publicados,
como «Introducción al ensayo»,
texto aparecido en la revista Mapocho
que aquí está en una versión más extensa.

• Cinco libros

Hugo Herrera, uno de los editores, explica:

«Aprovechamos su carácter disperso e inconcluso
para revelar algunos aspectos que merecen
destacarse de su obra, en tanto uno de
los ensayistas más importantes del siglo pasado.

Si bien publicó casi ininterrrumpidamente
por cerca de treinta años en diversos medios escritos,
en vida sólo publico dos delgados volúmenes.

Al volver sobre estos manuscritos
nos enteramos, por ejemplo, de que Cerda
se encontraba trabajando en cinco libros,
algunos de ellos con compromiso de publicación;
dos de ellos debían ingresar a imprenta en octubre de 1990».

• Hispanoamérica

Para Herrera, uno de los varios aspectos
que hacen valiosísimo este libro 
es que contribuye a borrar ciertos mitos
en torno al autor: lo que para algunos
era un excesivo galicismo o eurocentrismo.

«Estos materiales», dice, «nos muestran
que el libro central de su proyecto era
una «Historia del ensayo hispanoamericano»,
que, según su plan, sólo podría concebir
una vez acabada la serie de libros
que comienza La palabra quebrada,
continuada por sus libros 
sobre Montaigne, Barthes
y una introducción al ensayo
a partir de diez ensayistas claves.

Cerda creía que, una vez construida
una historia sociológica de la forma ensayística,
recién podría reunir las condiciones necesarias
para hacer algo similar pero examinando
el desarrollo de la forma en la historia hispanoamericana».

___

Actualidad y disidencia

A juicio de los editores, 
la actualidad de Martín Cerda 
tiene que ver con su persistente actitud intelectual.

«Eso se manifiesta en su concreto modo de leer», dice Herrera.

«Apela constantemente a la historia,
apelación que siempre lucha por mantenerse
en un lugar disidente, ya que la disidencia
puede ser una de las formas
en que el pensamiento crítico
puede mantenerse vital.

Ese modo de leer la historia,
de leer las circunstancias,
las coyunturas, es algo
que mantiene actual 
a la obra de Cerda
en nuestro momento
de fuerte tensión histórica».
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"Precisiones" Publican inéditos del ensayista chileno
La disidencia perpetua de Martín Cerda
por Pedro Pablo Guerrero 
Diario El Mercurio, Revista de Libros
Domingo 1˚ de Febrero de 2015

Precisiones es un título exacto para este libro póstumo del autor, quien en una de sus páginas afirma ser alguien que debió "poner los puntos sobre las íes", en coyunturas críticas de la historia y la cultura nacionales.  
Chile tiene excelentes cronistas, pero contados maestros del ensayo. Martín Cerda (1930-1991) es uno de los pocos cuya estatura sigue creciendo a medida que pasan los años, según lo demuestran reediciones nacionales y extranjeras de su obra. Publicó solo dos libros en vida: La palabra quebrada. Ensayo sobre el ensayo (1982) y Escritorio (1987). El primero recibió los premios de la Academia Chilena de la Lengua, el Municipal de Santiago y el de los Juegos Literarios Gabriela Mistral. En forma póstuma han aparecido las recopilaciones de artículos Ideas sobre el ensayo (Dibam, 1993), Palabras sobre palabras (Dibam/RIL, 1997) y Escombros (Ediciones UDP, 2008).
Precisiones , el libro que ahora publican tres jóvenes investigadores bajo el sello Ediciones Universitarias de Valparaíso, de la UCV, constituye un documento de valor extraordinario, porque revela materiales inéditos del pensador chileno así como reelaboraciones de textos aparecidos en la prensa y en sus libros. Su procedencia es digna del autor que tanto escribió en torno a los conceptos de "ruinas" y "escombros". Corresponde a los escasos papeles salvados del incendio que afectó el 11 de agosto de 1990 a la casa de la Universidad de Magallanes que Cerda ocupaba en las afueras de Punta Arenas, donde trabajaba en un proyecto de investigación becado por la Fundación Andes.

La traductora Angelina Silva, última pareja del autor, recuerda detalles del rescate: "Los pequeños manuscritos chamuscados o con la tinta destiñendo las palabras, los mudos cerros de libros destruidos por el agua y el fuego fueron la visión dantesca que encontramos al abrir la puerta de la casa que habitaba Martín Cerda en el Instituto de la Patagonia. La dolorosa impresión nos paralizó, Martín enmudeció y me pareció que una lágrima intentaba rodar por su mejilla. En varios viajes trasladamos todo a la nueva casa en donde terminaría su beca. Allí pasamos varios días separando las hojas pegadas entre sí de los cuadernos y los libros, que secamos con ayuda de estufas y secadores de pelo".

"Naufragio en el fuego"

Según el inventario mecanografiado por Cerda para la Fundación Andes -reproducido en Precisiones -, más de 170 libros resultaron calcinados y perdió, total o parcialmente, los manuscritos de "Montaigne y el Nuevo Mundo", "El viaje austral. Tres navegantes del Pacífico Sur en el siglo XVIII" y "Lecturas de Roland Barthes". Todo lo que sobrevivió cabía en un par de cajas.

"Tengo la impresión de que rescatamos un 20 por ciento de ese 'naufragio en el fuego', como amargamente bromeaba Martín a finales de ese agosto de 1990", recuerda Angelina Silva. "Desde entonces sabía que tendría que armarme de valor y limpiar y conservar ese legado, que me parecía invaluable, producto de esos años de trabajo tan fructíferos para Martín. Siempre supe que en algún momento tenían que publicarse. En principio quise hacerlo yo misma. No me fue posible. Sin embargo, nunca desistí de la idea", dice.

La oportunidad se presentó cuando el año pasado tomaron contacto con ella tres estudiosos y promotores entusiastas de la obra de Martín Cerda: los académicos de literatura Hugo Herrera Pardo (1985), Gonzalo Geraldo Peláez (1989) y Sergio Pérez Ojeda (1988). Juntos habían planificado a comienzos de 2013 el Seminario de investigación Martín Cerda, con el apoyo de las universidades de Chile, de Santiago y Católica de Valparaíso. Tras una de las seis sesiones programadas, el expositor Renato Carmona, editor de la primera edición de La palabra quebrada , les habló de Angelina Silva y luego otro invitado, Hernán Ortega Parada, les dijo cómo ubicarla.

Se reunieron a comienzos de 2014. Ella les entregó dos carpetas con materiales desconocidos. "Estuvimos varios meses revisándolos -dice Hugo Herrera-, estudiando cuánto era efectivamente inédito, transcribiéndolo y anotándolo. Nos encontramos con muchos textos que integraron de alguna u otra forma -ya sea como fichas de lectura o conferencias- los temas en los que Cerda trabajaba al momento de morir. Le comentamos sobre el material a Claudio Guerrero, doctor en Literatura que trabaja en la UCV, y quien comenzaba por entonces a levantar la colección Dársena con el apoyo de la universidad. Le interesó el proyecto y decidió que sería el primer libro que aparecería en su línea Archivo".

No fue difícil conseguir la autorización de los herederos. La hija del ensayista, Teresa Cerda-Armas, casada con el poeta y sociólogo español Andrés Fischer (Appalachian State University), viajó a Chile y manifestó su total apoyo al proyecto y a eventuales nuevas publicaciones de y sobre su padre. Incluso contribuyó con un cuadro de su autoría ("The Silent Snow") a la portada de Precisiones mientras que Fischer redactó el texto de la contratapa, tal como en 2008 había escrito el prólogo a la edición española de La palabra quebrada (Veintisiete Letras).
El título Precisiones fue tomado del nombre que el propio Cerda le puso a un manuscrito de 26 páginas numeradas que formaba parte de un cuaderno universitario marca "Torre". Sin fecha de composición, la mayoría de sus textos corresponden a reescrituras de pasajes del libro Escritorio . Al comienzo de este manuscrito, el autor manifiesta su aprensión a autorrecopilar sus notas, artículos y reseñas críticas. Aun más, confiesa que en 1987 quemó una colección de recortes, "a consecuencia de una crisis extrema (y extremista) de autocrítica ". Fischer comenta: "No deja de ser una estupenda ironía que este libro se abra con un encendido alegato en contra de los libros recopilatorios".

El final del manuscrito está inconcluso. "Esto explica" son las últimas palabras del autor luego de un párrafo sobre Ernst Jünger en el que caracteriza las primeras décadas del siglo XX como un momento en que se dieron "el culto de la violencia, el gesto impune de la demagogia, el ánimo expropiatorio, la irrupción de los desesperados, la fanatización de la conciencia y el estado de movilización permanente".

En la relectura de sus propios textos de antaño, Cerda no solo ajusta cuentas consigo mismo, sino también con la historia reciente de Chile y aquellos que precipitaron sus crisis.Precisiones contiene, además, duras réplicas a quienes acusan al autor de escribir artículos "complicados", "sobrecargados de referencia" y "poco o nada amenos". Cerda llama a estos lectores "acéfalos" y les enrostra: "[Lo que] rechazan, en rigor, no es que mis artículos no entretengan, ni amenicen el vacío interior de sus horas libres, sino al contrario, que les imponga la certeza de sus limitaciones". Refiere a continuación el ataque de Tomás Lago que recibieron él y Jorge Millas durante un acto de homenaje a Luis Oyarzún en 1974. "¿Razón? No habíamos hablado de Oyarzún familiarmente . Reproche sintomático. Hablar familiarmente significa suspender el pensamiento -o, por lo menos, su esfuerzo- por la anécdota. Sospecho, sin embargo, que este pensée anecdotique tiene en Chile una tradición 'inmemorial' ".

Entre los inéditos destaca el texto "Plan de investigación", escrito para postular a la beca de la Fundación Andes con el objeto de escribir el libro "Introducción al ensayo moderno. Diez modelos de pensamiento interrogativo". Su propósito, afirma, es "describir, analizar y evaluar los escritos ensayísticos stricto sensu de Montaigne, Bacon, Diderot, Carlyle, Kierkegaard, Renan, Ortega, Lukács, Benjamin y Barthes". Abarca, por tanto, desde el origen del género en el siglo XVI hasta el presente, a través de los que Cerda considera algunos de sus representantes más característicos.

"Lo que, en rigor, define al ensayista no es la posesión de la verdad, sino su constante búsqueda", anota. "Buscar la verdad implica, a la vez, haber reconocido previamente no tenerla y, por consiguiente, haber recusado a todas las 'verdades' recibidas y asumidas -las doxas (Barthes)- que impiden orientarnos en la realidad urgente e inmediata de la vida y que, por ende, nos des-orientan ".

En otra parte, Cerda afirma que lo que se conoce desde la segunda mitad del siglo XVIII como literatura es "un lenguaje que se propuso ser, de un modo u otro, un lenguaje capaz de enunciar a todos los demás lenguajes que se hablan en la sociedad -es decir, un metalenguaje -, que sin llegar a confundirse con ninguno de ellos, los dice , a la vez, a todos". El autor descarta así que el valor de una obra literaria resida en su argumento, la mímesis o el apego a una preceptiva de figuras retóricas como la que rigió hasta el clasicismo, el cual significativamente no se refería a la literatura con ese nombre, sino con el de Bellas Letras, componente del sistema de las Bellas Artes .
La lucidez del autor campea en todos los inéditos dePrecisiones , pero uno de los más sobrecogedores es el que posiblemente sea el último escrito de Martín Cerda. No corresponde a los restos del incendio, sino a tres hojas de cuaderno manuscritas con caligrafía desigual, pergeñadas en enero o febrero de 1991, después del infarto al miocardio que sufrió el 29 de diciembre de 1990, y antes de la cirugía coronaria a la que fue sometido el 10 de marzo de 1991. Operación que prolongó su vida cinco meses, hasta el 12 de agosto de ese año.

En el texto del que se ha perdido la primera página, Cerda -un ateo para quien "la cuestión religiosa era tema de sus lecturas y análisis", según confirma Angelina Silva- medita sobre la relación entre la escritura y la fe: "Se trata, pues, de un asunto radical, de algo que toca las raíces del hombre mismo que escribe y que lee". Luego de comprobar el paulatino desvanecimiento de la creencia en Dios a partir del siglo XVII, acentuado por los escritores libertinos del XVIII, advierte que "todo el siglo XIX resuma [sic] ateísmo", condensado en la archisabida frase de Nietzsche. Fueron necesarias las guerras del siglo XX, anota Cerda, "para que se fueran afinando otra vez las consecuencias hacia los riesgos del ateísmo moderno". En un texto de 1927 Ortega anuncia una nueva época de aproximación a Dios.

Lo que escribe Martín Cerda a continuación es categórico: "La literatura es, en lo esencial, una búsqueda que ofrece dos direcciones radicales.

1) Una dirección ascensional que busca la luz, la verdad, la elevación hacia Dios.
2) Una dirección descencional que busca lo oscuro, lo subconsciente, el descenso.

Ambas direcciones señalan una opción radical: El hombre se salva/se pierde .

Ello depende no sólo de lo que los hombres hagan o dejen de hacer, sino, además, de lo que los hombres crean o dejen de crear [tal vez dice 'creer']".

Luego de citar una entrevista a Heidegger en la que, diez años antes de su muerte, el filósofo alemán expresó que solo un Dios podía hoy salvar a la humanidad, Cerda asegura que la misma idea se encuentra en los libros más "profundos y visionarios" de su época. "Un tiempo que requiere volver a Tomás de Kempis. Es decir, volver a la Imitación de Cristo ", concluye.

Más inéditos en espera

Imposible asegurar que se trata de las últimas palabras escritas por Martín Cerda. De acuerdo a Angelina Silva, "quedan aún algunos 'restos' de manuscritos, en el sentido más literal", que requieren de un trabajo de examen acucioso. "No los entregaré todavía, pero creo que los deberían publicar los mismos integrantes del Seminario Martín Cerda, en un futuro incierto aún", dice.

No son los únicos inéditos pendientes de divulgación. La investigadora Daniela Schütte, coordinadora de Memoria Chilena en la Biblioteca Nacional, tiene en su poder dos conjuntos de textos de Martín Cerda, nunca aparecidos en forma de libro. Schütte dice que uno de ellos lo dejó listo para su publicación, en Ediciones UDP, Alfonso Calderón, quien hizo también el prólogo. Se trata del libro "Surcos apenas visibles", título tomado de una cita de Heidegger: "Con su decir, el pensar traza en el lenguaje, surcos apenas visibles". El volumen recopila 130 artículos aparecidos en "El Mercurio", Las Últimas Noticias, Trilce y otras publicaciones, más los prólogos a cinco libros, entre ellos Valparaíso ciudad del viento , de Joaquín Edwards Bello; María Luisa: (sobre la vida de María Luisa Bombal) , de Ágata Gligo, y El picadero , de Adolfo Couve.

Del viaje que hizo a Venezuela por encargo de Calderón, su ayudante Daniela Schütte regresó con las crónicas que Cerda publicó en el diario El Nacional, de Caracas. "La idea es hacer otro libro con ellas, pero todavía hay que transcribirlas", dice. Por su parte, Matías Rivas, editor de Ediciones Universidad Diego Portales (UDP), comenta: "No hemos avanzado en los derechos, que son de los herederos de Cerda. Esa es la situación".

Falta revisar a fondo la gran cantidad de artículos que el ensayista publicó en el semanario PEC, fundado 
en los 60 por Marcos Chamudes. Si bien es cierto que varios fueron seleccionados por Alfonso Calderón 
y Pedro Pablo Zegers enIdeas sobre el ensayo , aún quedan muchos que recuperar.

"Lo que, en rigor, define al ensayista no es la posesión de la verdad, sino su constante búsqueda".

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