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El falso Quijote que hizo realidad al verdadero

Cervantes resiente que su rival (el autor del Quijote de Avellaneda) resiente que su rival lo haya tratado de viejo y de manco: como si hubiera estado "en mi mano haber detenido el tiempo" o como "si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna" (y no combatiendo en la batalla de Lepanto).‏




La RAE presentó una edición crítica de "El Quijote de Avellaneda" , el apócrifo que llevó a Miguel de Cervantes a escribir la continuación de la primera novela moderna.  

Juan Rodríguez M. 

Diario El Mercurio, sábado 21 de febrero de 2015

Personajes que cambian, psicología, metaliteratura, cruce entre ficción y realidad. Dicen que con el "Quijote" nació la novela moderna, incluso la modernidad sin más. Ese mundo donde la realidad y el pensamiento se confunden o, al menos, donde la realidad se piensa: "pienso, luego existo", dijo Descartes.

De las dos partes del libro de Miguel de Cervantes, la segunda -"El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha" (1615)- es la que más desata esa pasión moderna: "Yo fui loco y ya soy cuerdo", dice el ingenioso caballero en su lecho de muerte, "fui don Quijote de la Mancha y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno".

Sin embargo, esa continuación, tal como la conocemos, pudo no existir de no ser porque, a mediados de 1614, apareció el "Segundo tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha". Un apócrifo firmado por Alonso Fernández de Avellaneda, pseudónimo detrás del cual hasta ahora no hay un rostro, aunque sí más de cuarenta candidatos a serlo: entre ellos Lope de Vega, Quevedo y Tirso de Molina; también Cervantes.

Enemigo acérrimo

De dicho apócrifo, la Real Academia Española (RAE) presentó -el miércoles- una nueva edición crítica, con la que debuta la nueva serie Anejos de la Biblioteca Clásica de la RAE.

Quién fue Avellaneda, no lo sabemos. Sí sabemos, gracias a su libro, cómo fue. Creyente y respetuoso de lo mismo que Cervantes satirizó. O sea: "Un hombre de letras, cercano al mundo del teatro, admirador de Lope de Vega, devoto del rosario y de los dominicos y perfectamente integrado en el orden social, político y mental de la monarquía hispánica. Y, claro está, enemigo acérrimo de Miguel de Cervantes", explica Luis Gómez Canseco, responsable de la edición, estudio y notas del libro presentado esta semana.

El apócrifo es una diatriba contra Cervantes. Avellaneda lo odiaba, según se lee en el estudio previo ("hay que odiar mucho a una persona para escribir casi 600 páginas con el único objetivo de darle en la cabeza con el libro", dijo el editor al diario español El Mundo). Por lo mismo, que se mencione a Lope como responsable, o al menos a un admirador de él, no es extraño, dada la tirria que había entre este y Cervantes. "Empezaron siendo amigos, aunque en un momento determinado, esa amistad terminó transformándose en inquina", cuenta Gómez Canseco. "Ya en agosto de 1604, cuando Cervantes está preparando la publicación de su primer 'Quijote', Lope escribe en una famosa carta: 'De poetas, muchos están en ciernes para el año que viene; pero ninguno hay tan malo como Cervantes ni tan necio que alabe a Don Quijote '".

Viejo y manco

En su segunda parte, Cervantes se hace cargo del apócrifo: dice que, aunque los lectores podrían esperar "venganzas, riñas y vituperios" contra Avellaneda, no encontrarán nada de eso. Aunque, agrega, sí resiente que su rival lo haya tratado de viejo y de manco: como si hubiera estado "en mi mano haber detenido el tiempo" o como "si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna" (y no combatiendo en la batalla de Lepanto).
Avellaneda, burlón, había escrito, por ejemplo, dirigiéndose a Cervantes: "Pero quéjese de mi trabajo por la ganancia que le quito de su segunda parte". Claro, pues el novelista había anunciado en 1605 y en 1613 esa continuación; sin embargo, para cuando leyó el apócrifo todavía no pasaba nada. "Ya había cumplido los sesenta y siete años y le quedaba poco tiempo de vida" (murió en 1616), explica Gómez Canseco. "Por lo que sabemos, andaba más atento a la composición de 'Los trabajos de Persiles y Sigismunda' que a su 'Quijote'. Por eso hay que entender que el libro de Avellaneda fue un acicate decisivo para que concluyera su segunda parte".
-¿El "Quijote" sería otro sin el de Avellaneda?

"El libro de Avellaneda fue para Cervantes un instrumento extraordinario para dar al traste con todo tipo de convenciones literarias y para otorgarse a sí mismo un grado de libertad que ningún narrador había podido imaginar hasta entonces. La historia de Avellaneda aparece primero como libro y luego como una suerte de realidad paralela a la del caballero, abriendo la puerta a ese maravilloso rompecabezas de juegos entre ficción y realidad que es la segunda parte cervantina. Con el acicate de Avellaneda, Cervantes escribió su verdadero 'Quijote', el que cambió para siempre la historia de la literatura".

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