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¿Por qué el descontento? La mirada de sociólogos, abogados y economistas

Inflación, precariedad, indiferencia de la autoridad:

por Valeria Ibarra
Diario El Mercurio, domingo 3 de julio de 2011http://diario.elmercurio.com/2011/07/03/economia_y_negocios/enfoques/noticias/7FDF2BF7-9F90-4436-952A-FE304AA05046.htm?id={7FDF2BF7-9F90-4436-952A-FE304AA05046}
 
El malestar social y la crisis de expectativas económicas se
mantendrán al menos por dos meses más, dice Roberto Méndez, presidente
de Adimark Gfk.
 
Empezó con HidroAysén y no se detuvo. El descontento ha sacado a
cientos de miles de personas a la calle. Y hay varias razones para
ello: la inflación ha golpeado a los sectores más pobres y a parte de
la "clase media emergente" con una fuerza inusitada; estas familias
son cada día más conscientes de que el ascenso social obtenido hace
pocos años es extremadamente precario y muchas personas sienten que
son sistemáticamente abusadas por las empresas, una percepción que se
exacerbó con la crisis de La Polar.
Ese es el crudo diagnóstico de sociólogos, abogados y economistas.
¿Cuánto durará el malestar? Roberto Méndez, presidente de Adimark Gfk,
dice que "el invierno será duro y con protestas en julio y agosto, no
va a pasar (el descontento) antes de la primavera". El abogado y ex
presidente de la Cámara Chileno-Americana de Comercio (Amcham),
Michael Grasty, dice que "las movilizaciones no van a parar".
 
Con las expectativas de crecimiento de sobre 6%, "Chile será el país
de la OCDE que más va a crecer este año y el próximo", señala el
ministro de la Secretaría General de la Presidencia (Segpres),
Cristián Larroulet. Pero el Gobierno no es ciego ante la escalada de
los conflictos. "La sociedad quiere y exige más", reconoce el
ministro.
 
Además, admite que el impacto de la inflación en la población de
menores ingresos -que supera el 7% considerando alimentos y
transportes- sería "uno de los factores que estaría detrás del
malestar".
 
Roberto Méndez comparte en alguna medida el diagnóstico, pero va más
allá. Cree que hay al menos dos razones adicionales. Una es el
discurso exitista del Gobierno, "que revela una increíble falta de
sensibilidad, ya que ante la gente que lo está pasando muy mal se
necesita mostrar comprensión y solidaridad y no exhibir cifras de
crecimiento". La otra es que "muchas empresas son abusivas con los
consumidores más pobres" y que "la crisis de La Polar mostró cómo hay
prácticas comerciales abusivas diseñadas para ellos".
Luis Eduardo Escobar, gerente de estudios de Imaginaccion y ex asesor
de Hacienda, hace ver que para la clase media hay una gran
desprotección ante los acreedores. Su encuesta Flash revela que el 88%
de los consultados no se siente protegido por los emisores de crédito.
Los sondeos, añade, revelan que el 26% de los encuestados "dice que su
situación de deuda es inmanejable, es decir, son los que se endeudan
para comer todos los meses".
 
Eso ha generado una crisis de expectativas en los sectores más pobres
y por ello diverge la visión de la economía que tiene el grupo más
privilegiado (ABC1) y el relativamente más pobre (DE). Según Adimark,
la distancia en la percepción que tienen uno y otro grupo pasó desde
9,8 puntos porcentuales en 2008 a 24,6 puntos en 2011. Mientras en el
grupo más rico sólo 25% dice que está peor que hace un año, en el más
pobre es el 51,5%.
 
Trampas del sistema
 
El director del Magíster en Comportamiento del Consumidor de la
Universidad Adolfo Ibáñez, Carlos Catalán, piensa que el malestar se
puede rastrear hasta mediados de los 90. Una de las causas sería la
"brecha del esfuerzo" que la gente de clase media y los sectores
populares constatan. Un ejemplo: si a mí me cuesta un gran esfuerzo
ganar $10 mil adicionales, para las personas de más ingresos obtener
ese adicional no les cuesta nada o muy poco. Catalán agrega que gran
parte de la clase media -desde parte del C2 hasta los sectores más
pobres- tienen cada vez menos liquidez: "pagan el dividendo, el
colegio de los hijos, las cuotas de las casas comerciales, las cuentas
y se acabó el sueldo".
 
El decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. Católica del
Maule, Rodrigo Salcedo, explica que durante los últimos 20 años "el
proceso de movilidad social ascendente que experimentó el país hizo
salir de la pobreza a cientos de miles de familias y las instaló, con
todas las precariedades posibles, en el mundo de los consumidores".
 
Ese tránsito supuso un gran optimismo. "Cuando vienes de la pobreza,
la vivienda social, la posibilidad de acceder al consumo vía crédito,
o simplemente el tener la opción de mandar a un hijo a un colegio
particular subvencionado, es motivo suficiente de alegría". Una vez
alcanzadas estas metas, explica, "las familias comienzan a darse
cuenta de la precariedad de su situación y de las pequeñas trampas de
las que estaba hecho el sistema: la vivienda está en un barrio de alta
criminalidad, el crédito tiene intereses abusivos o el colegio
subvencionado no es lo suficientemente bueno como para que su hijo
entre a la universidad".
 
Michael Grasty añade: "la gente está preocupada por temas que son
importantes y valoro que salgan a la calle y presionen por lograr lo
que quieren. Es un fenómeno mundial, porque el mayor nivel de
educación ha hecho que la gente se sienta empowered ".

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