por Juan Carlos Eichholz
Diario El Mercurio, sábado 16 de julio de 2011
Ninguno de los últimos tres presidentes se ha podido salvar de una crisis política, que, por distintas razones, terminó poniéndolos contra las cuerdas; bien arrinconados y con poco margen de maniobra. Lagos y Bachelet lograron finalmente sortear sus crisis, llegando, de hecho, a revertir completamente el escenario. Piñera está en medio de la suya, y sólo el tiempo dirá.
Cada una de esas tres crisis ha tenido dinámicas propias, pero en todas ellas ha sido vital la forma en que se ha trabajado la contención. Sobra decirlo, pero si las crisis se caracterizan por el conflicto, la división, la emocionalidad y la exacerbación de las posturas, el desafío obvio es buscar la forma de contenerlas, de modo que resulten productivas en lugar de destructivas. Sólo que no es fácil, y menos para un gobierno como el actual, cuyo ADN está más cerca de la provocación que de la contención.
A diferencia de las dos últimas, la crisis que enfrentó Ricardo Lagos no fue autogenerada. Después de diez años de Concertación -un poco anticipadamente quizás-, pasó lo que tenía que pasar: corrupción, en este caso expresada a través de financiamiento oscuro de campañas, sobresueldos -¿recuerda Ud. eso de los sobres con billetes?-, fraudes varios al Fisco -el jarrón, entre ellos- e indemnizaciones millonarias. Se llegó a hablar del fin anticipado del gobierno de Lagos, quien se veía debilitado y falto de mando. Fue ahí cuando apareció en todo su esplendor la figura del ministro del Interior, José Miguel Insulza, que logró contener la crisis, alcanzando un histórico acuerdo con Pablo Longueira, y asumiendo el rol de gran articulador político del gobierno.
La crisis de Bachelet fue provocada por ella misma. Al fin y al cabo, su evidente falta de experiencia al asumir, pese a tener como primer ministro al más experimentado de todos los políticos -Andrés Zaldívar-, tenía que notarse. Aunque la economía andaba bien y las cuentas públicas mostraban superávits históricos, el gobierno iba de tumbo en tumbo. Hasta que nos llegó la crisis financiera. Y es que, si bien Bachelet no tenía habilidad para contener el desbande político, sí la tuvo para contener a la gente frente a la incertidumbre económica. Y se instaló ella misma, cual madre protectora, como la gran contenedora de su gobierno.
La crisis política actual también es autogenerada. La economía anda bien, el país progresa, la orientación de las reformas que se han estado llevando adelante goza de un respaldo bastante transversal, los problemas se están enfrentando. Pero hay algo que no funciona. Es cierto que falta experiencia política en el gabinete, pero quedarse con esa explicación resulta a esta altura un lugar común que poco ayuda. Por lo demás, al Presidente le sobra esa experiencia, y no son pocos los ministros que la traían desde antes o la han ido ganando en este tiempo.
La pregunta más precisa es quién, teniendo o no trayectoria política, es capaz de contener. Y éste es un asunto que para un gobierno como el actual resulta vital, porque su piloto automático es desafiar, esto es, impulsar reformas, no contentarse con el statu quo, provocar cambios, lo que -para nadie debería ser una sorpresa- genera resistencias. Contener, por el contrario, significa articular, construir alianzas, conversar, empatizar, mostrar emocionalidad, dar crédito al adversario, ser cercano, construir contextos. ¿Quién hace eso en el Gobierno? Nadie.
Lo intentó el Presidente Piñera ahora, al intervenir en el conflicto en educación, anunciando un paquete y dialogando con los rectores. Pero ser contenedor no le sienta bien y, por lo mismo, cuando actúa desde ese lugar no resulta suficientemente creíble. Lo de él es lo otro, desafiar.
Como los dos remos de un bote, desafiar y contener son imprescindibles para poder avanzar -Bielsa hacía lo primero y Bonini lo segundo, algo parecido a los roles que jugaban Lagos e Insulza-, pero esta administración está usando un solo remo, lo que la lleva a girar en banda. La pregunta, por lo tanto, cae por su propio peso: ¿quién va a contener? Y no estaría demás tenerla en cuenta ahora que, todo indica, se va a producir un ajuste mayor en el gabinete.
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