Estudio no deja dudas de que el caminar erecto comenzó 2 millones de años antes de lo pensado. El hallazgo apunta al Australopithecus afarensis como autor de las pisadas.
Sebastián Urbina
Diario El Mercurio, miércoles 20 de julio de 2011
Científicos de las universidades de Liverpool y Manchester estudiaron las antiguas huellas humanas que se encuentran en Laetoli, Tanzania, comprobando que los ancestros humanos comenzaron a caminar erguidos hace unos 4 millones de años, 2 millones de años antes de lo estimado.
Para esto usaron los más recientes modelos computacionales, que se utilizan en el estudio de imágenes cerebrales, con el fin de obtener una reconstrucción tridimensional exacta de las huellas. Estas corresponderían al antepasado llamado Australopithecus afarensis -la misma especie a la que perteneció la legendaria Lucy-, que se pensaba que tenía un caminar encorvado, aunque ahora se cree que sería plenamente erecto.
En el trabajo se usaron 11 pisadas muy bien conservadas, cuyas marcas se asemejan más a la marcha de los humanos modernos que a la de simios como los chimpancés o gorilas.
Huella en debate
"Antes se pensaba que el afarensis caminaba encorvado, sobre el borde externo de sus pies, marcando sobre todo la parte media de la planta", dice uno de los autores del trabajo, Robin Crompton, del Instituto del Envejecimiento y Enfermedades Crónicas, de la Universidad de Liverpool.
Pero al reconstruir esta huella se vio que correspondía a un caminar erguido, el cual es guiado por la parte anterior del pie, en especial por el dedo gordo, tal como sucede en los humanos actuales y muy diferente a la marcha de los grandes simios.
"La forma de la pisada humana es probablemente la diferencia más obvia con estos simios. Pero el momento de la evolución en que surge esta nueva forma de caminar es lo que causa debate", dice el doctor William Sellers, coautor del trabajo de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad de Manchester.
Los estudios realizados el año pasado por estos especialistas del Reino Unido demostraron, además, que si Lucy hubiera caminado encorvada, habría gastado el doble de energía, lo que le habría impedido recorrer grandes distancias, así como recolectar y cargar alimentos.
Después del afarensis , se observa un alargamiento de las piernas de los homínidos, lo que afianzó su caminar erguido, favoreció su salida de África y su posterior propagación por el mundo.
El actual trabajo fortalece también la idea de que el Australopithecus afarensis no vivía en los árboles, sino que su vida transcurría de preferencia en la tierra.
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