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Anestesia, ni tanta ni tan poca por Nicolás Luco


Anestesia, ni tanta ni tan poca
por Nicolás LucoDiario El MercurioLunes 25 de Julio de 2011
http://blogs.elmercurio.com/cienciaytecnologia/2011/07/25/anestesia-ni-tanta-ni-tan-poca.asp

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La mortalidad de los enfermos que se operan con anestesia ha subido. No es que anestesiar sea algo malo, dice un estudio del doctor André Gottschalk, del Hospital Universitario Bochum, publicado el viernes pasado en Alemania. Ocurre que las cirugías -escribe el alemán- ahora alcanzan a gente que antes no se operaba: los adultos muy mayores, o los enfermos de males mórbidos.
Pronto tendré que someterme a una cirugía menor, ¿pediré anestesia?
A una nuera, que tuvo a mi nieta Lucía en Sydney, Australia, no le pusieron. Anestesian poco en Australia. Ella se vanagloria de su parto natural. Le dolió, claro.
Registro hechos.
Mi dentista de infancia, René Miranda, jamás me anestesió cuando me torturaba con su fresa, "la máquina". Casi me decía "Hágase hombre, niñito". (Igual, era simpático, jejeje). Hoy mi dentista me pregunta "¿con o sin anestesia?". A veces yo estoy de acuerdo con ella y le digo "sin". Y aguanto. El dolor templa el espíritu, como bien saben los fakires.
Hay una amputación en esto de la anestesia, una amputación mental. Vamos creyendo que es posible mitigar o suprimir el dolor.
(En el Apocalipsis se nos dice que después del Día del Juicio Final pasaremos a un estado sin dolor. Ideal).
En París visité en los años 90 el laboratorio donde un neurólogo chileno estudiaba el dolor, financiado, nada menos, que por el Ejército francés. ¡Pero estas ratitas sufren mucho!", le dije. "No es así", me respondió, "experimentan la sensación de dolor pero no el dolor". Curiosa distinción, como si el verdadero dolor fuera del alma adentro.
Sin anestesia se reciben las peores noticias. Sin anestesia son los despidos, los fouls , los asaltos. Pero también el placer es sin anestesia, aunque algunos procuran prolongarlo adormilándose.
Someterse a un anestesiólogo, o anestesióloga, es un acto de fe. A veces, el resultado no es perfecto, como cuando uno sale cara de chute desde la consulta de la dentista.
Sin embargo, el dolor no puede ser el estado normal de las cosas. El dolor genera reacciones benéficas como cuando retiramos los dedos de un sartén caliente, es cierto. Pero no es el estado normal. A veces, uno puede suprimir la causa del dolor y, otras, anestesiarlo. Incluso la misma mente nos endurece.
Y aunque André Gottschalk, del Hospital Universitario de Bochum, diga que con los años se eleva el riesgo por anestesia, parece que voy a pedirla cuando me meta al quirófano que me espera. Ojalá no queden cicatrices.

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