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El dormir: ¿una opción sobrevalorada?‏

Los famosos lates
por Sergio Paz (Columna 'Déjenme en Paz')
Diario El Mercurio, Wikén, viernes 29 de abril de 2011
http://diario.elmercurio.com/2011/04/29/wiken/dejenme_en_paz/noticias/BB4AD350-F401-4CB9-AC77-BEBC1C7C70A4.htm?id={BB4AD350-F401-4CB9-AC77-BEBC1C7C70A4}

El gringo Rob Woodward, en su divertido blog southamerica.me
-donde analiza y se ríe de las costumbres chilenas
que pueden significar vaya qué shock cultural-,
aseguraba hace poco que la sociedad chilena es una "late night society".

Woodward decía que en Chile,
a diferencia de la mayoría de los países angloparlantes,
todo termina y comienza mucho más tarde.

Y, por lo mismo, dormir parece una opción
"sobrevalorada y no una verdadera necesidad".

¿Somos tan trabajólicos que nos cuesta dormir?

¿Tenemos el ADN del carrete muy interiorizado
y, aunque sabemos que tenemos responsabilidades,
el insomnio tiene que ver con que en el fondo
todos queremos salir, vivir intensamente,
y luego partir directamente a la oficina
junto con los pájaros mañaneros?

¿Ustedes tienen la respuesta? Yo no.

Sólo sé que nuestra tele no es para insomnes.

No creo ser el único que,
cuando comienzan a decir
dónde está domiciliado el canal
y quién es el representante legal,
aún estoy dándome vueltas en la cama.

Supongo que todos podríamos ver TV
por un buen rato más y también antes.

La pregunta es pertinente:
¿Por qué los famosos lates, en nuestro país,
no son muy distintos a un matinal
o, como si estuvieran contagiados por algún virus ochentero,
siempre terminan siendo lateras entrevistas (biográficas)
no más chispeantes que las que hacía
Alfredo Lamadrid diez, veinte años atrás?

Unas semanas atrás, Julio César Rodríguez
pasaba revista a lo hecho por Tati Penna en "SDNL",
no sin asegurar que lo de ella (cómo se nos podía ocurrir) no era un late.

Y, bueno, la pregunta que uno de inmediato se hacía
era si acaso lo de él sí. ¿Sí? Yo creo que no.

Julio César podrá ser un tipo agudo, a veces irreverente,
pero la verdad es que, con más o menos Vasco Moulian,
su supuesto late nunca pasó de ser
un programa de elongadas entrevistas:
tan generosas como olvidables.

¿Así es que por qué, más encima, la falta de caballerosidad?
¿Por qué decir, en definitiva, que él se había ido cuando en verdad lo
habían echado?

Raro. Si un late tiene todo lo que podríamos necesitar
para empezar a conciliar el sueño
(humor absurdo, crítica política, parodia,
en definitiva mucho antishow),
¿por qué diablos nunca en Chile
hemos logrado hacer un late
deschavetado, hilarante, inolvidable?

¿Por qué si Schiappacasse es incisivo;
Franzani, irónico; Sichel, agudo; Bianchi, pesado?

Eso para resumir a los que, en su trabajo, crearon estilo propio.

Más allá están lo que se fueron directamente por el WC:
Checho Hirane y su "Nunca es tarde";
Pablo Zúñiga y su "Influencia Humana".

¿Quién se me olvida?

¿Una teoría? Nos cuesta reírnos de nosotros mismos,
antesala para reírnos de los demás, con los demás.

Supongo que mejor receta que el vaso de leche para quedarse dormido.

¿Cómo viene el futuro? Bueno, la mesa está servida.

Y, como nunca antes, hay buenos chefs, graciosos ingredientes,
muchos comensales sin miedo a terminar con ojeras.

Así es que suban la música, preparen el show:
Woodward tiene razón. Somos un país late.

Y, tarde o temprano, la leche tendrá que cuajar.

Ya me dio sueño.

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