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CERCA DE LAS CÁMARAS, LEJOS DE LAS CÁMARAS...

En el entorno del Congreso en Valparaíso,
donde, especialmente, cada 21 de Mayo
se concentra buena parte de la acción,
por avenida Argentina se encuentra
silenciosa, lejos de las cámaras,
la parroquia «Los Doce Apóstoles».

En ella hay una imagen de Cristo atado y flagelado...
y también una hermosa oración:


• Oración a Jesús Atado a la Columna

¡Jesús. Pastor bueno y fuente de vida!

Quiero alabarte por la palabra orientadora
y el servicio de misericordia
que ofreces a todos los hombres.

Quiero agradecerte el amor sin medida,
que me manifiestas directamente
y, también, a través de las personas buenas
que me aportan consuelo, fortaleza y esperanza.

Pero, al contemplarte torturado y atado a la columna,
pienso en la realidad cruel del pecado,
que desprecia el amor divino y desfigura lo humano.

Y, al acoger tu mirada penetrante y dolorosa,
y, a la vez, llena de ternura,
deseo reconocer mis faltas
y sentir verdadero dolor de ellas,
pues los pecados de todos los hombres
causaron tus dolores y tu muerte.

Pero tú, venciendo el pecado y la muerte
vives glorioso para siempre
y te manifiestas sencillo y generoso
a los humildes y pequeños.

Concédeme la gracia
de cambiar mis pensamientos,
mis deseos y mis acciones
que no están conformes
con tu voluntad salvadora
y haz que pueda hacer de mi vida
un testimonio permanente
de tu
verdad y de tu amor,

participando, cada día,
de tu alegría y de tu paz.


Amén


ORACIÓN DE SÚPLICA


¡Jesús, mi Dios y Salvador!


Quiero expresarte
mi fe en alabanza y gratitud
porque me amaste
entregándote por mí a la muerte,
y me brindas cada día
tu silenciosa amistad de maestro y pastor.


Deseo ser tu discípulo fiel,
permaneciendo unido a ti
y sirviendo en tu nombre
a mis hermanos
con el testimonio de mi vida.


Coloca en mi voluntad afecto
y en mis manos
generosidad para compartir,
dame inteligencia
para aprender y enseñar
y un corazón limpio
para apreciar todo lo bueno,
y rechazar con valor todo lo malo.


Concédeme el don de tu Espíritu
para asumir mis trabajos con responsabilidad
y ofrecerte mis pruebas y dolores,
como un sacrificio purificante
de mi vida y de toda la Iglesia.


Que tu amor a la verdad
y tu infinita misericordia,
me motiven a ser siempre
sincero, humilde y misericordioso.


En fin, con profunda confianza,
te abro mi corazón
para recibir de tu bondad
lo que tú sabes que necesito.


Que tu victoria sobre el pecado y la muerte
me estimule a luchar contra toda esclavitud
y fortalezca mi esperanza
de participar de tu gloria eterna,
por los siglos de los siglos.


Amén

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