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HidroAysén, ¿quién eres?

por Sergio Melnick
Diario La Segunda, jueves 12 de Mayo de 2011http://blogs.lasegunda.com/redaccion/2011/05/12/hidroaysen-quien-eres.asp
 
[Al final del artículo de Sergio Melnick, se agregó un comentario]
 
 
Enconado el tema de la energía.
 
La civilización ha alcanzado los siete mil millones de personas: seis
veces los que éramos hace cien años, a lo que a su vez habíamos
llegado después de otros doce mil años. Un cambio de realidad, no sólo
de cantidad. Y esta población ya no se sustenta de manera natural;
somos literalmente dependientes de la tecnología. Ya pasamos el umbral
de irreversibilidad, más o menos, en los 60, cuando los hippies nos
hicieron una advertencia que no fue escuchada. Nuestro futuro depende
ahora de la tecnología, querámoslo o no. Constato esto como un hecho,
no como opinión.
 
El mundo simplemente no funciona ya sin aviones, celulares,
autopistas, internet, fertilizantes, pesticidas, computadores,
televisión, bancos, crédito, trenes subterráneos, vacunas,
antibióticos, satélites, grandes redes energéticas y tantas otras
tecnologías de nuestra vida cotidiana. Cosas a las que nadie quiere
renunciar para sí, pero que algunos quieren suprimir para otros. Todo
esto es un sistema que no se puede ver por partes. Un sistema que ya
tiene dinámicas propias: suprima usted la tecnología, y la Tierra sólo
será capaz de sostener unos mil millones de personas, quizás menos.
¿Qué hacemos con los otros?
 
Las energías solar, geotérmica y eólica, por señalar algunas, son
altamente tecnológicas, no naturales. Provienen de esta sociedad
compleja y tecnológicamente avanzada. Para que existan, debe estar
todo lo demás. No se puede ser dueño de sólo una cara de la moneda;
ése es el gran error de los ecologistas más fundamentalistas. Esto no
quiere decir que haya que descuidar el medio ambiente, sino al
contrario. Pero es ya históricamente tarde para sacralizarlo.
Lo primero que es necesario aclarar es que el ser humano es parte de
la naturaleza, no exterior a ésta. Todo lo que hace es, por
definición, natural; simplemente, el estado de la evolución actual:
antes produjo dinosaurios, hoy produce tecnología. Es fundamental
entonces entender el contexto y la civilización actuales, que no
tienen vuelta atrás.
 
Frei en 2007 nos dio la doctrina apropiada: “Soy partidario de hacer
las centrales de HidroAysén siempre y cuando cumplan 100% la
legislación ambiental… Chile tiene que duplicar su capacidad y lo
tiene que hacer explorando todas las vías”. Si él fue el líder que la
Concertación propuso para ser Presidente, y si a su vez el gobierno
elegido apoya el proyecto, entonces casi todo el país está de acuerdo.
Hasta el odiosillo de Escalona señaló —claro, durante el gobierno
Bachelet, en 2008— que el país necesita esa energía. Pero hemos
perdido la batalla de las ideas y pasado a la de las descalificaciones
cuando no nos gustan los resultados. Espetan que las personas están
corruptas, que el sistema está viciado, que los empresarios son
ambiciosos o chupasangres.
 
No hay que comparar realidades con utopías. Hay que comparar
realidades con realidades alternativas. Y no hay realidad sin
problemas.
 
La sociedad tecnológica llegó para quedarse: ya somos sus esclavos.
Más aún con una población de 10 mil millones, como se prevé para 40
años más. Personas que hay que alimentar diariamente. Que hay que
educar, entretener, informar, cobijar, mediar conflictos, movilizar. Y
que deben trabajar, comunicarse, etc.
 
La reacción con HidroAysén es emocional. Es la constelación del
complejo materno, simbolizado en la madre tierra, que estaría siendo
atacada. Por eso genera estas reacciones tan poco racionales. Pero en
el desarrollo humano se requiere la separación de la madre, por cierto
sin dejar de quererla. Eso ha ocurrido de la misma manera en la escala
de la civilización, que viene del apego a la Tierra, y esa separación
ya no la podemos negar. Finalmente, la Tierra tampoco es eterna: va a
morir con el sol. Es cierto que eso está lejos, pero es una realidad.
En algún momento hay que irse, y eso sólo será con tecnología.
Instintivamente la hemos desarrollado.
 
HidroAysén es una necesidad que ha cumplido los requisitos ambientales
que la sociedad estima relevantes a estas alturas de la historia. En
40 años más, las aspas eólicas nos parecerán obscenas. Las granjas
solares en los desiertos serán insufribles, y vamos a querer que estén
en el espacio. Rescatemos el debate de las ideas, no sigamos con las
descalificaciones.
 
La gran pregunta es si la tecnología dejará espacio a la
espiritualidad, que es el tema realmente trascendente, y que aquí ni
siquiera ha asomado.
 
_________
 
Comentario preliminar a Sergio Melnick:
 
El problema tiene muchas aristas.
 
Algunas de ellas:
 
Hay energía en Sudamérica, suficiente y a un precio competitivo,
pero no existe la madurez institucional, ni la seriedad de los gobiernos
ni de la clase política en la región, además de los resentimientos, resquemores
y odiosidades inculcados y promovidos desde la infancia entre países hermanos
a causa de conflictos de larga data, como para establecer una red energética
confiable regional con la cual todos salgamos beneficiados, aumente la
integración
y no tengamos que intervenir a gran escala (por el momento, al menos)
en nuestro territorio para solventar ese 10 o 15% de nuestras
necesidades de energía
que es lo que proveen los sistemas interconectados para la matriz de
energía eléctrica.
 
Si no queda otra, e igual hay que represar los ríos, podríamos, al menos
tratar de salvar todo lo posible: las cerca de seis mil hectáreas inundables
y forestar con ellas otras zonas; el estudio de dicho territorio por ingenieros
forestales da cuenta de la existancia de casi 300 especies de plantas
vasculares
tres de ellas endémicas, 12 en alguna categoría de conservación y 20 especies
cuya distribución está restringida a las XI y XII Región.
 
Hay que utilizar la imaginación, soluciones como las que propone
Germán del Sol: HidroAysén y sus oportunidades
file:///C:/Users/Usuario/Downloads/895-365052-9-hidroaysen-y-sus-oportunidades.shtml
recurrir a los bonos de carbono, o lo que sea;
realizar toda la investigación que sea posible hasta que estén
operativas las centrales
acerca de qué sucederá con la fauna ictia, anfibios, invertebrados en general,
en especial en lo que se refiere al desove y reproducción y saber qué ocurrirá
con el cambio de régimen de crecidas a raíz de la existencia de estas represas
que funcionan con criterios no estacionales para minimizar sus
externalidades negativas.
 
El paradigma evolutivo ha cambiado con el surgimiento de la civilización.
 
Antes de ello, podían haber cambios bruscos del entorno, pero los
cambios evolutivos
traducidos en información ocurrían de forma gradual. La evolución
cultural producida
por la civilización ha incrementado en varios órdenes de magnitud estos cambios.
El problema es que podemos introducir nuevas tecnologías como la nuclear
o la ingeniería genética, pero no adquirimos a la misma velocidad,
la sabiduría requerida para tomar las decisiones que más nos convienen.
 
Qué más quisiera uno que todo se arreglara en el camino.
 
Hay mucha soberbia por parte de los desarrollistas
y hay mucha ira por parte de los ambientalistas
y ambos han apostado por un gallito de fuerza.
 
La ausencia de un debate amplio,
en el que todas las posturas
sean no sólo escuchadas
sino calibradas en su mérito e incidencia
a fin de tomar las mejores decisiones es lo que falta.
 
Y si no queda otra que represar nuestros ríos,
la decisión debe, al menos, ser una muy dolorosa,
sabiendo que perdemos para siempre
una riqueza invaluable
a cambio de un alivio provisional
hasta la próxima crisis...

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