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Concentración

Hace algunas semanas, nos dirigíamos con la Chica
al matrimonio de la hija de unos queridos amigos,
pero no pudimos asistir, porque nos quedamos en panne
en la el Peaje que queda poco antes del Túnel Lo Prado.
 
La persona a cargo de la grúa que nos rescató,
nos contó, entre otras cosas, de su vida,
de un bypass y otras peripecias
causadas por el estrés que sufren
cotidianamente los pequeños empresarios
que tienen a su cargo, algunas decenas
de personas, no más de un centenar.
 
«Me cansé de explotar para otros», dijo en un momento.
 
Se refería a que los grandes grupos
que concentran el poder financiero,
con mayores espaldas económicas,
tienen en cierto sentido la sartén por el mango,
apretando a los empresarios chicos,
sin tener que hacer el trabajo sucio
de pagarles mal a sus trabajadores
(sucontratan) o despedirlos.
 
Tienen a tiburones negociadores
que aprietan al empresario chico,
en un tómelo o déjelo,
obigando a éste a explotar
a sus trabajadores
en beneficio de otros.
 
Por otra parte, si bien es cierto
que las grandes fusiones
pueden presentar el eventual beneficio
para los consumidores
de precios más atractivos o baratos,
la concentración del poder económico
puede ser peligrosa no sólo por
el peligro eventual de la creación
de virtuales monopolios, sino que,
como enseña la historia de la evolución,
dado un cambio brusco de las condiciones
del entorno, es plausible que
se produzca una extinción en masa,
no sólo de  grandes dinosaurios depredadores
sino también de un porcentaje importante de las especies.
 
En el caso evolutivo natural,
la Tierra no tiene apuro
y eventualemente se recupera
y se reinventa.
 
En el caso de nuestra civilización,
los pobres y los no tanto,
puede que desaparezcan
a causa de hambrunas, guerras
o quiebre brusco de los
equilibrios macroeconómicos globales,
con todo el sufrimiento y horror
que esto conlleva.
 
Aquí va  una columna de opinión
relacionada con el tema de la Concentración.
Al principio leí Concertación en lugar de Concentración,
pero eso da para otro artículo:
 
Concentración
por Adolfo Ibáñez
Diario El Mercurio, Lunes 09 de Mayo de 2011
http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2011/05/09/concentracion.asp
 
La concentración que se da en numerosos rubros constituye una realidad
inadecuada. Se afirma que ella se origina en la presión del mercado,
que exige eficiencia y bajos precios en beneficio de los consumidores;
que mientras no existan barreras de entrada, hay que descartar la
posibilidad de caer en manos de monopolios. Todo indica que desde el
punto de vista de la ciencia económica no hay objeciones.
 
Sin embargo, hay otra dimensión que normalmente se elude. Se trata de
la potencia y de la estabilidad que le confiere a la vida del país la
multiplicidad de empresas en cada rubro. La sinergia que deriva de
grupos amplios y variados es más provechosa y creativa para la nación
que la genialidad y productividad de unos pocos.
 
La concentración actual dificulta el proceso natural de renovación de
las empresas. En previsión, comunicaciones, bancos, tiendas,
supermercados, forestal y farmacias, por nombrar sólo algunos, hay
tres o cuatro prestadores que superan el 75 por ciento del mercado. Ni
hablar del Estado, que constituye el principal grupo económico y
empleador del país, a la vez que el menos eficiente, el más caro y
normalmente monopólico.
 
El exceso de regulaciones que dirige todas las manifestaciones de la
vida constituye una gigantesca barrera que disuade las iniciativas y
estrecha el horizonte de las oportunidades. La vida se torna gris y
rutinaria: ser empleado es el único destino posible y deseable. El
audaz que osa ser microempresario no apunta más allá de la peluquería
o de las mermeladas caseras.
 
Sólo las grandes empresas pueden enfrentar las marañas
administrativas. Y como las regulaciones encarecen los procesos, los
beneficios en precios y eficiencia sólo restituyen en parte los
niveles previos. Enredados por ellas, nunca seremos verdaderamente
competitivos, porque tendemos a olvidar el mundo y a no desarrollar
todas nuestras posibilidades. Así quedamos expuestos a efectos más
acusados por las contingencias propias de la vida económica: sube el
cobre, baja el dólar y se arruinan los agricultores. Un país más ágil
tendría más compradores de divisas y la repercusión del cobre sería
más acotada.
 
El mensaje presidencial que se avecina es el momento para exponer
ideas y acciones que rectifiquen esta pesada herencia del socialismo.
El Gobierno debe superar su adicción a mostrarse ejecutivo realizando
las ideas falaces de sus antecesores, y presentar a la población
desafíos que la conquisten con mística.

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