Diario El Mercurio, domingo 22 de mayo de 2011
La noticia del primer semestre ha sido la venta de Alexis Sánchez,
porque la cantidad es millonaria y va en aumento,
debido a la contienda internacional por conseguir a un chileno en sus filas.
En este mundo frío y cruel no hay nadie que se pelee por nosotros,
y cuando algo así pasa la noticia es reiterada y constante.
La televisión hierve de satisfacción,
los comentaristas, con una mezcla de desdén y asombro,
comparan los precios semana a semana,
y concluyen que el jugador vale más, mucho más,
y están felices por la puja
y por tener algo valioso salido de la casa,
y que un chileno sea objeto del deseo.
Chile tiene algo que el mundo desea,
por fin; generalmente, la historia es al revés.
Imagine el titular a cuatro columnas:
80 millones por Alexis.
Piense en la noticia que abre los informativos
diurnos y nocturnos: 85 millones por Sánchez.
Fiesta en los matinales
y tema obligado
en los programas de conversación.
Merece un extra, un flash informativo
y un repiquetear de campanas o de algo.
Nos interesa el pago al contado violento,
estamos hablando de lo que se dice cash
y sin macanas de plazos ni cheques brujos
ni bonos para la nación ni tampoco joyas de la corona.
Billete sobre billete, eso queremos,
y si el Barcelona no tiene efectivo,
en estos momentos, por las razones que sea,
lo sentimos mucho, peor para ellos y no hay trato. Sonaron.
Si el Internazionale de Milán,
en vez de ponerse con el total contante y sonante,
ofrece tres cabros buenos para la pelota, según ellos,
que son un brasileño, un checo y un colombiano,
que no los conoce absolutamente nadie,
entonces ya saben la respuesta: no, nomás.
Los equipos de Francia, por suerte,
saben dónde están parados
y ninguno ha entrado al ruedo de ofertas:
harían el ridículo.
¿Alemania? Ustedes se lo pierden.
¿Grecia? Seamos serios: están quebrados.
¿Portugal, Rusia, Holanda? Naaaaaah.
¿Austria, Suiza, Bélgica, Irlanda? Paisitos.
Y todo lo demás es rasca. Olvídense.
Los del Manchester City levantaron el dedo
y parecen muy caballeros e ingleses,
pero estamos hablando del billete largo
y el cabro no es Chicharito,
para que nos entendamos.
Lo que empezó con 30 o 40,
ya va por 50 y 70
y quizás lleguemos a los 100 millones,
pero no de dólares,
tan devaluado de un tiempo a esta parte,
sino de esa moneda dura
que los chilenos conocen de oídas o de pasada,
y que la mayoría nunca ha tenido entre sus manos: euros.
Esa plata misteriosa, lejana y desconocida.
Ni una moneda, ni uno de esos billetitos: jamás.
Ni en pintura. Ni en pelea de perros.
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