por Andrés Panes
Diario El Mercurio, viernes 16 de marzo de 2012
Está erguido en forma tosca, mueve los dedos,
se balancea con torpeza y su rostro
mantiene la expresión sufriente al cantar.
A Joe Cocker todavía le quedan
los gestos que inmortalizó en Woodstock,
esos que le valieron al inglés
un papel importante
(aunque nunca protagónico)
en el evangelio según Rolling Stone.
A sus 67 años, el de Sheffield
se apoya en un grupo que le ayuda
a disimular el paso del tiempo
en sus cuerdas vocales.
El truco funciona relativamente bien.
No es fácil a ninguna edad
salir del paso entonando versiones
de "Feelin' alright" (Traffic),
"You can leave your hat on" (Randy Newman)
o "Come together" (The Beatles),
pero Cocker lo resuelve con dignidad.
"Hard knocks", su último disco,
no fue más que una excusa
para que viniera a nuestro país
a hacer lo mismo de siempre:
imprimir su aguardentoso sello
en clásicos ajenos.
La sorpresa vino desde otro frente.
Tras la empalagosa "Up where we belong",
Cocker sacó fuerzas de la nada
para ganarse un espontáneo aplauso
con "Unchain my heart".
Cuando llegó el gran momento,
"With a little help from my friends",
el público ya estaba servido en bandeja.
Más sabe el diablo por viejo.
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