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La siesta de Chile y su falta de visión de lo que viene...‏

No está demás recordar 
que al entregar la Patagonia a Argentina
mediante un abusivo tratado de límites de 1881
perdimos más territorios que los ganados
con la guerra del 79 a Perú y Bolivia.
De eso se habla poco, por no decir nada.

Es por eso que urge 
engrosar en la ciudadanía 
y estimular en la cultura,
en la instrucción,
en el quehacer cotidiano,
un sentimiento mil veces 
más robusto y más seguro
sobre nuestra condición
de país antártico.

Aunque parezca increíble,
en pleno siglo veintiuno
son muchos los que duermen
la larga siesta centralista y decimonónica
y con la cabeza gacha sólo son capaces
de mirar el crecimiento anual
o los índices de popularidad
del gobernante de turno
y el de sus oponentes,
como si no existiera
un pasado mañana
para nuestro pueblo.

Chile ha perdido conciencia antártica.

Se ha apagado nuestro interés
intelectual y moral por esos territorios
que hoy no son tierra de nadie
y que encierran casi todo
el futuro de la Tierra,
ya sea en forma compartida
como lo es hoy, o bajo
un régimen de soberanías nacionales.

Sobre las pretensiones chilenas
se sobreponen las demandas
de Argentina y Gran Bretaña,
quedando sólo un minúsculo fragmento
que sólo es reivindicado por nuestro país.

¿Nos conformaremos con eso?

El séptimo continente,
que cuenta con el ochenta por ciento
de las reservas de agua del planeta,
carece de gobierno y se encuentra
regido por el Tratado Antártico
de 1959, suscrito por Chile,
el mismo será revisado en 2041.

«Que para eso falta mucho,
que eso es una eternidad»,
es la respuesta que da el cortoplacismo
de los que parecieran no entender
que Chile está hecho tanto
de nuestros ancestros
como de nuestros descendientes
y que, cuando tengamos 
que sentarnos a la mesa a negociar,
hará falta mucho, pero mucho más
que las dotaciones y las bases
que hoy pueblan heroica y precariamente
esos sudarios de hielo y niebla.


Antonio Gil
Diario Las Últimas Noticias
Jueves 4 de Diciembre de 2014

Sería útil al respecto recordar algunos comentarios de hace unos pocos años
de Claudio Bunster, Director del Centro de Estudios Científicos (CECs) 
con sede en Valdivia, y que no sólo adquieren plena vigencia
sino que están refrendados por la última expedición científica
del CECs al continente antártico  que se está realizando 
estas semanas de diciembre.
[Ver nota al final de este envío]


La Antártica, para mí, 
tiene un atractivo enorme. 

Tiene que ver con 
cómo se comprende la naturaleza. 

Por ejemplo, 
mi especialidad son los agujeros negros, 
que tienen las siguientes propiedades, 
son simples y tienen características extremas. 

Al principio eran considerados exóticos, 
pero hoy se cree que están en el centro de cada galaxia 
y, más aún, la teoría contemporánea dice 
que son responsables del desarrollo de éstas. 

Ahí hay un símil con la Antártica, 
que hace medio siglo 
era considerado un lugar remoto, 
inerte, sin actividad. 

Hoy, en cambio, 
no es sólo un testigo del cambio del clima, 
sino un actor principal del estudio de éste.

-¿Cree usted que Chile ha dejado olvidada a la Antártica?

-No. Uno siempre quisiera 
más recursos pero, siendo objetivo, 
Chile nunca ha dejado olvidado este continente. 

El Instituto Antártico, las Fuerzas Armadas 
y la Dirección Meteorológica han mantenido 
un trabajo constante desde 1940. 

Con nosotros hubo un salto cualitativo, 
pero nos apoyamos en toda la tradición que había antes.

-¿Qué opina de la demanda del Reino Unido?

-Se está intentando hacer un reclamo 
por la extensión más allá de la costa 
que realmente tiene un carácter reaccionario. 

Este tipo de quejas pertenecen 
a la época de la diplomacia de las cañoneras, 
en el siglo pasado. Es totalmente opuesto en espíritu 
a lo que se postula en el Tratado Antártico.

-Yo espero que esos reclamos 
no tengan mayor consecuencia, 
pero si los otros países empiezan a hacerlo, 
Chile no puede descuidarse 
y tendrá que, obligado por las circunstancias, 
hacer su propio reclamo. 

Sin embargo, no es por ahí 
por donde va el futuro de la Antártica.

-¿Por dónde entonces?

-Debiera, sin la menor duda, 
seguir siendo el Parque Natural del Mundo. 

La civilización no va a sobrevivir 
sobre la tierra poniendo más cercas, 
sino que echando muchas abajo 
y, en particular, no poniéndolas 
donde nunca las hubo.

-¿Cree que existe interés de aprovechar la Antártica económicamente?

-Por supuesto que se piensa en el beneficio económico.

Pero cualquier cosa que se haga con la Antártica y su entorno 
debemos hacerla en un consenso internacional y no unilateralmente. 

El continente blanco es un mensaje de que aún queda 
un vasto y singular territorio en el que se puede actuar 
sin caer en lo que se ha caído siempre en la historia del mundo.

-¿Qué es lo que debe hacer Chile?

-Para poder ser parte de las conversaciones, 
para ser un participante indispensable en este proceso, 
hay que tener un gran trabajo científico en la Antártica, 
y tener muchos aliados, muchos colaboradores, 
porque cada uno de ellos 
es un testimonio de Chile que queda escrito. 

Nuestro país no puede 
estar ausente de las decisiones 
que se toman respecto de la Antártica. 

Pero la fuerza de un país 
es a través de su presencia demostrada. 
No a través de una línea trazada.

-La Antártica es emocionante. 

Por eso uno queda tan enamorado de ella. 
La gente que va a la Antártica siempre vuelve. 

Ahí nadie timbra un pasaporte, 
no hay armas de fuego 
y no se usa el dinero excepto 
en un par de bases grandes. 

Es otro mundo, un mundo romántico, 
generoso, bello, extraordinario 
y además es un mundo donde 
hay una gran esperanza para la humanidad. 


...

-La meta es estudiar el cambio de clima. 

Estudiaremos la topografía, superficial y del fondo. 

Además, se tomarán muestras de nieve. 

En particular, el ecosondaje 
del lago subterráneo es muy importante, 
porque hace poco se descubrió 
que hay una red subterránea 
de lagos de agua dulce, 
que están intercomunicados 
y que contribuyen a la dinámica del hielo. 

La Antártica es mucho menos estática 
que lo que se había imaginado. 

Esos lagos además podrían albergar 
formas de vida semejantes 
a las que podría haber en otro planeta.

...

Expedición  del CECs investigará 
el impacto del colapso de los glaciares 
al interior de la Antártica
por Ricahard García 
Diario El Mercurio
Lunes 1˚ de Diciembre de 2104

Glaciólogos del Centro de Estudios Científicos, 
con sede en Valdivia -CECs- analizarán una zona 
distante unos mil kilómetros del Polo Sur 
que sirve como sustento para cuatro glaciares 
y que, debido al aumento de las temperaturas 
del mar, podría transformarse, en el peor 
de los escenarios en un archipiélago.

____
 

Más de novecientos kilómetros 
en torno a la base Glaciar Unión 
recorrerá a lo largo de casi todo el mes 
la expedición Travesía Antártica 2014 
del Centro de Estudios Científicos de Valdivia.

Es la segunda de un programa a cinco años plazo 
que busca evaluar en qué medida la desestabilización 
que presentan los glaciares de la Antártica Occidental 
al llegar al mar se está propagando al interior del continente.

"En esta oportunidad vamos a analizar 
la zona donde nacen varios glaciares 
al sur de la península antártica, 
es lo que se llama la divisoria de las aguas", 
explica el jefe del área glaciológica del CECS Andrés Rivera.

Entre ellos está el  Pine Island, 
que desagua en el mar de Bellinghausen 
(al oeste de la península) 
y que es el  que ha tenido mayores cambios 
en las últimas décadas, incluyendo 
los retrocesos más fuertes.

También les interesa el  Institute, 
que desagua en el  mar de Weddell, 
al este de la península. 

"Ha estado más estable 
en las últimas tres décadas, 
pero es considerado un candidato 
a retroceder si las temperaturas del mar 
siguen incrementándose debajo 
de la plataforma de hielo flotante. 

Otros glaciares menores que investigarán 
serán el Minnesota y el  Rutford, 
que también fluyen hacia Weddell.

"Este sector donde vamos 
es una de las regiones 
menos estudiadas del área 
ya que no ha habido 
expediciones terrestres previas, 
salvo la nuestra y tampoco tiene 
una buena cobertura satelital".

Esta área, explica el  glaciólogo, 
es muy relevante para la estabilidad 
de la Antártica Occidental completa. 

"Si este sector se mantiene estable 
y logra sujetar el  hielo 
de la Antártica Occidental, 
un colapso es menos probable, 
pero si no es capaz de sostener 
el  casquete de hielo, 
el  problema del adelgazamiento 
se podría proyectar 
al resto de la Antártica Occidental. 

Es como un pivote, 
porque es donde se sostiene 
la parte central de esta masa de hielos".

En el peor de los escenarios, 
esta zona, donde el espesor 
de la capa helada alcanza 
hasta los 3 kilómetros de profundidad, 
podría quedar despejada completamente de hielo.

Se trata de un área 
a unos mil kilómetros del Polo Sur 
que está en gran parte bajo el nivel del mar. 

Si el hielo retrocediera por completo, 
saldrían a la luz fiordos y archipiélagos 
parecidos a los de Chile Austral.

"Se creía que entre los mares 
de Bellinghausen y Weddell 
había debajo una cordillera que los separaba, 
pero no hay un altiplano sino que valles muy profundos". 

Prácticamente no habría una barrera entre ambos mares, 
sino una especie de canal que partiría en dos el  continente. 

Parece ciencia ficción, pero si sigue aumentando 
la temperatura oceánica, ese escenario 
podría ser perfectamente factible en los próximos siglos.

Para transportarse, el  equipo, liderado por Rivera, 
emplea un convoy móvil que es impulsado por un tractor. 

El  convoy, que va sobre trineos, 
incluye un módulo científico, 
otro de carga y un tráiler de combustible. 

El  primero, además, tiene espacio para alojar.

Entre los objetivos de la campaña 
están la instalación de una estación meteorológica 
en el  hielo con capacidad de transmisión de datos, 
la que proporcionará información en tiempo real 
sobre velocidad y movimientos verticales 
de la plataforma de hielo.

Con otros instrumentos pretenden medir 
qué tan profundos están los fiordos 
o valles que existen bajo la capa gélida 
y si hay presencia de sedimentos de roca 
o incluso lagos subglaciales. 

"Dependiendo si el fondo es más profundo o no 
será mayor o menor la dinámica de los hielos", explica Rivera.

Los glaciólogos planean 
extraer un testigo de hielo 
de no más de 15 metros para estudiar 
la estabilidad de la masa de hielo.

"La campaña está previsto 
que se prolongue entre tres y cuatro semanas, 
por lo que dependiendo de las condiciones meteorológicas 
deberíamos estar de vuelta antes de Navidad".
 

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