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Longevas y fieles a su hábitat son las aves de los bosques de la isla Navarino


Durante 15 años, decenas de especies fueron monitoreadas para conocer cómo es su forma de vida en el último confín de Sudamérica.  

por Richard García 

Diario El Mercurio, lunes 15 de diciembre de 2014

Año tras año, luego de volar más de 5 mil kilómetros desde los bosques tropicales de Brasil, algunos de los fío-fío ( Elania albiceps ) que llegan al Parque Etnobotánico Omora, en la isla Navarino, hacen su nido en el mismo canelo.

Este árbol también es el refugio del concón ( Strix rufipes ), un búho que se puede ver en el día, a diferencia de sus parientes de la zona central, de la misma especie, que son solo nocturnos. Y sorprende ver a las cachañas ( Enicognatus ferrugineus ), aves que por sus características son más propias de la selva tropical, pero que han alcanzado hasta el extremo más meridional del continente sudamericano.
Estos son apenas tres de los múltiples hallazgos recogidos durante quince años de monitoreo a 26 especies que llegan al parque etnobotánico Omora y que dan vida al libro Ornitología Subantártica de Magallanes.

El parque etnobotánico Omora, ubicado al norte de la isla Navarino (ribera sur del canal Beagle), es un jardín botánico y área protegida de una extensión de mil hectáreas.

Este ecosistema único, que forma parte de la Reserva de Biosfera Cabo de Hornos, recién ha comenzado a ser identificado por los científicos como región subantártica de Magallanes. "Antes se consideraba simplemente como una parte de la Patagonia, pero esta zona es distinta a la estepa. Y también es muy diferente al subártico, ya que posee un clima más benigno", destaca el editor de la publicación Ricardo Rozzi, ecólogo de la U. de Magallanes y del Instituto de Ecología y Biodiversidad.

Una de las consecuencias del mejor clima es que las aves vivan más que en Alaska y en otras regiones a la misma latitud, pero en el hemisferio norte. "Al no tener grandes fluctuaciones climáticas, pasan menos condiciones de estrés y su mortalidad es menor", explica Rozzi. De hecho, el fío-fío es capaz de vivir hasta 8,2 años, lo que es considerado mucho tiempo para un ave. También destacan por su capacidad de sobrevivencia el "cometocino patagónico" ( Phrygilus patagonicus ) y el rayadito ( Aphrastura spinicauda ), ambos con 6,2 años, y el zorzal ( Turdus falcklandii ), con seis años.

Con ética ambiental

Toda esta información se obtuvo gracias a la instalación de redes neblineras en el área boscosa del parque. Cada año, por seis días y al comienzo de cada mes, los investigadores han rescatado a las aves que quedan atrapadas en ella para hacerles distintas mediciones. Las marcan con un anillo y un número intransferible y único, por si vuelven a caer en la red, para luego devolverlas a la vida silvestre.

Con este sistema es posible determinar su edad y hacerles un seguimiento a largo plazo.

Se trabaja con especial cuidado, basándose en la ética ambiental, para no dañar a las aves, asegura Rozzi. "Es un encuentro de corazón a corazón porque cuando uno toma al pajarito de las redes sientes latir su corazón".

La delicada tarea la realizan estudiantes universitarios o turistas seleccionados muy cuidadosamente. "Se percibe una empatía muy especial con el ave".

Uno de los reyes de la reserva es el carpintero de Magallanes ( Campephilus magellanicus ). Es el más grande de Sudamérica y solo reside en bosques muy antiguos. "Es el preferido de la comunidad de Cabo de Hornos. Incluso las abuelas yaganes lo incluyen en sus relatos de tiempos ancestrales, cuando los pájaros eran humanos".

A diferencia de la zona central y sur, donde se trata de una especie muy amenazada o al menos vulnerable, el carpintero es una de las aves más abundantes de la isla.

Otro residente destacado es el picaflor chico, que por el alto consumo de energía que demanda su aleteo es más propio de las zonas tropicales, pero que también se las ha arreglado para migrar a esta zona. Es un habitante de larga data; de hecho, Omora es el nombre que los yaganes daban a este colibrí.

Una característica singular de las aves del parque es que la gran mayoría son residentes permanentes. "Una gran diferencia con los bosques de Alaska y Finlandia es que allá las aves son migratorias y solo llegan en verano. Acá se pueden encontrar especies como el jilguero, el cometocino, el rayadito, el comecebo y al mismo carpintero tanto en verano como en invierno", cuenta Rozzi.

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