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La Universidad Pública y Gratuita en Argentina - Tribuna de Opinión‏

El ensueño del rector

Alejandro Clocchiatti *

Profesor del Instituto de Astrofísica
Pontificia Universidad Católica de Chile
Diario El Mercurio, Lunes 22 de diciembre de 2014

Francisco Delich, el primer rector de la Universidad de Buenos Aires luego del retorno a la democracia en 1983, concedió un reportaje al diario "Clarín" hace unos días. Allí, afirmando su credo en la reforma universitaria de 1918, dice que "la universidad pública sigue siendo el lugar de encuentro de todos los sectores de la sociedad". Eso es erróneo desde hace décadas. Quienes nos encontramos en la Universidad Pública Gratuita (UPG) de Argentina somos una muestra muy sesgada de la población.

El hecho de que la UPG de Argentina tenga las puertas abiertas a todos los graduados secundarios no la convierte en un lugar inclusivo. Estudios recientes muestran que solo tres de cada 10 que ingresan a la escuela básica argentina terminan la secundaria (40% no pasa a la media y 50% de quienes entran a esta no la terminan). Con esos, 70% del "todos" al que se refiere Delich, no nos encontramos en la UPG.

La UPG hace también lo suyo para sesgar aún más la muestra. Una parte significativa de graduados de secundaria la ve muy caótica como para comprometer su tiempo y esfuerzo en ella y opta por universidades privadas. Sucede en especial con quienes buscan profesiones liberales y provienen de la clase media baja. Al tener menos margen de oportunidad saben que no pueden darse el lujo de perder tiempo en cuestiones derivadas del carácter marcadamente político de la actividad académica en las UPG. A estos jóvenes comprometidos con su futuro, que no temen invertir su propio y escaso dinero para mejorar sus oportunidades, tampoco los encontramos en la UPG.

Hay pruebas de estos sesgos. En las elecciones legislativas argentinas de 2013, las variantes peronistas se llevaron un 53% del voto válido; las radicales, un 24%; la centroderecha, un 9%, y la izquierda un 5%. Tomando como ejemplo la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), que conozco mejor, en las elecciones estudiantiles de 2014, los grupos de izquierda, radicales y peronistas ganaron la conducción de 10, 3 y 2 centros (59%, 18% y 12%), respectivamente. Incluso, con la incerteza de este análisis rápido, es claro que en comparación con el mundo fuera del campus, en la UPG la centroderecha no existe; los peronistas están subrepresentados; los radicales, quizás en su nivel natural, y la izquierda sobre-rrepresentada en un factor 10. El sesgo político de los estudiantes de pregrado es anecdótico, pero prueba que en la UPG no estamos "todos".

Delich ensalza igualmente el supuesto compromiso con la calidad de la UPG. Eso, como científico emigrado de Argentina, realmente me duele. Es justamente en lo referente a investigación y posgrado que se nota mucho más que no estamos "todos". Y ese sesgo no es anecdótico. Afecta a la calidad académica. Delich se ufana de la investigación que se hace en la UPG comparada con la de las privadas (una línea de comparación tradicionalmente baja en Argentina). Si bien es cierto que las UPG mantienen una fracción de colegas que, al borde del heroísmo y una vida de compromiso sobrehumano, consigue desarrollar proyectos de investigación, formar alumnos de doctorado y sobrevivir tratando de no perder el tren del resto del mundo, es también cierto que lo hace remando en contra de la propia UPG.

Y hay pruebas de esto. Volviendo a mi conocida UNLP, y a mi propia especialidad, el sistema de la reforma permitió que tanto el rector de la universidad como el decano de la facultad donde hice mis primeros estudios sean astrónomos cuyos currículums no les habrían permitido acceder siquiera a un posdoctorado en alguna universidad de Chile. Una universidad que elige profesores de ese perfil para su conducción no está comprometida con su calidad académica. Los estudiantes maduros y los profesionales jóvenes ven esto y, si pueden, se van del país. Muchos de los que no pueden irse del país se van de la UPG. A esos, que por posibilidad o convicciones no están dispuestos a tolerar una dirigencia de académicos chantas, tampoco los encontramos allí.

La UPG de Argentina no es el lugar de "todos". Es el lugar de quienes sobreviven a una brutal selección darwiniana antes y tienen el estómago para aguantar lo que sea una vez en ella. Es una pieza más de la licuadora y expulsora de talentos que es el sistema educativo argentino. Hoy está en una espiral de decadencia de la que no va a salir con los mantras de una reforma centenaria, las memorias de ancianos autocomplacientes, o las proclamas de quienes sienten que porque dirigen un centro de estudiantes representan algo en el país.

Los caminos de la calidad académica del siglo XXI son otros. Espero que en Chile seamos capaces de reconocer esto antes de dar pasos que nos hagan parecidos a Argentina justamente en algo en lo que nunca deberíamos parecernos.

Alejandro Clocchiatti
Profesor Instituto de Astrofísica
Pontificia Universidad Católica de Chile

*: Alejandro Clocchiatti fue uno de los protagonistas en el descubrimiento de la aceleración en la expansión del universo -formando parte del High Z Supernova Search Team- hallazgo por el que recibieron el Premio Nobel de Física  a Perlmutter, Schmidt y Riess en 2011.

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