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Putin, al rescate del agente Vladimir

Crisis en Ucrania:


Moscú El trauma que el Presidente ruso vivió en la RDA hace 25 años explica su política con Ucrania. Rusia fue humillada en los 90, según la mitología "putiniana".  

Xavier Colás, El Mundo 
Diario El Mercurio, jueves 12 de noviembre de 2014

El agente Vladimir Vladimirovich oyó un escándalo al otro lado de la calle. Desde la ventana de su oficina, en la delegación del KGB en la ciudad alemana de Dresde, vio a una multitud arrasar las oficinas de la Stasi, la policía de la República Democrática Alemana (RDA). Sucedió hace exactamente 25 años: el Muro de Berlín se derrumbaba y con él empezaba a desvanecerse la influencia de la Unión Soviética en Europa Oriental.

Tanto, que los furiosos ciudadanos decidieron cruzar la calle aquella tarde y saquear también el cuartel donde un puñado de agentes soviéticos llevaban horas quemando documentos, suponiendo el final del orden socialista en ese lado de la Alemania dividida.

Pero cuando los vecinos se asomaron a la reja, un hombre de escasa estatura y pelo claro se encaró con ellos desde el otro lado. En su mano blandía una pistola, y hablaba muy bien alemán. Les dijo que aquello era territorio soviético: "Se encuentran ustedes justo en la frontera, y estoy dispuesto a usar mi arma si intentan pasar". Aquel joven oficial del KGB se llamaba Vladimir Putin. Y aunque logró hacer retroceder a la turba descontrolada, el trauma de aquellos días le acompañaría siempre. Durante esas noches complicadas, los hombres del KGB destinados en Dresde, entre 10 y 15, llamaron a la base soviética más cercana pidiendo ayuda.

"No podemos hacer nada sin la autorización de Moscú, y Moscú guarda silencio", fue la respuesta descorazonadora para un Putin que a sus 37 años era un producto perfecto del KGB. Empezaba noviembre de 1989, y la URSS se asomaba a su final.

Cuando un cuarto de siglo después, desde su despacho del Kremlin, Putin vio el pasado mes de febrero a una legión de ciudadanos poner en fuga al Mandatario ucraniano y aliado del Kremlin Viktor Yanukovich, el Presidente ruso sintió una sensación similar. "En Rusia hay una adicción a los mitos peligrosos, y en la mitología 'putiniana' Occidente humilló a Rusia durante los noventa y le quitó su territorio de influencia", explica el escritor Andrew Wilson, autor de "La crisis ucraniana". Al igual que en el colapso ucraniano de este año, Putin en los ochenta sabía que el régimen de la RDA (más cerrado que la URSS de Mijaíl Gorbachov) estaba condenado al fracaso.

"Al final, la URSS perdió su posición en Europa, y aunque yo sabía que esta influencia no podía estar basada en barreras, esperaba que surgiese algo distinto de ella, pero no se propuso nada, y eso fue lo que me dolió", ha señalado.

Este retroceso soviético hacia la desaparición devolvió a Putin a San Petersburgo apenas unos meses después, a principios de 1990. Y desde allí vio a la élite de Gorbachov abandonar, huyendo en un barco que hacía agua entre intentonas golpistas y separatismos territoriales.

De ahí el desdén con el que el líder ruso trató al Presidente Yanukovich cuando en los convulsos días de febrero de este año salió huyendo del país, mientras en Kiev los aliados de Washington tomaban el poder aprovechando el caos.

Pero en esta ocasión, mientras el orden ucraniano se desmoronaba, Putin no se encontraba aislado en el extremo oeste del cable telefónico, sino en Moscú y al mando de un poder ruso que está de vuelta para quedarse. Desde el Kremlin se urdió en cuestión de días la ocupación y anexión de Crimea y la operación militar encubierta en Donetsk y Lugansk que todavía está en marcha. Con dos décadas de retraso, Putin está acudiendo en Ucrania al rescate del joven Vladimir asediado en Dresde.

Frente reabierto

En los últimos días, alguien ha vuelto a insuflar acero a las regiones separatistas ucranianas. Unos 40 vehículos militares sin patente ni bandera fueron vistos avanzando desde Mavkivka, en el este de las zonas separatistas, hacia el frente reabierto con Kiev.

La secuencia de los hechos evoca la exitosa jugada de Putin en Crimea en marzo: refuerzos militares rusos mezclados con combatientes locales para doblegar al ejército ucraniano en una zona donde no es bienvenido.

Según los observadores de la Organización para la Seguridad y Cooperación de Europa, en el convoy avistado el sábado pasado al norte de Donetsk había tanques. También 19 camiones Kamaz, y cada uno remolcaba un cañón de obús acompañado por "personal militar en uniforme de color verde sin signos de distinción".

Putin es un político realista. Pero sigue abonado a la búsqueda de ese "algo diferente", que tanto en el caso de Alemania Oriental como en el de Ucrania debe sustituir la obediencia a Moscú por algo que no sea adhesión a Occidente.

Vladimir Kondratyev, periodista de la televisión rusa, es el autor de "El Muro", un documental sobre aquellas históricas jornadas en Berlín, y cuenta con Putin como testigo de excepción. "Cuando vi el muro la primera vez, me pareció algo antinatural y sabía que era inevitable que cayese; un país no puede vivir confinado", dice el Presidente.

Pero el Muro se botó para pasar al oeste, una verdad incómoda aún hoy. Los alemanes cruzando entre las ruinas del muro tenían una sed de Europa que se palpaba también en momentos de la revuelta de Kiev. En la capital ucraniana, el único retrato de Putin que se puede comprar está impreso en papel higiénico. Pero aquella noche en Dresde, Putin aprendió que inspirar temor es más eficaz ante una masa enfurecida que el amor que trataba de cultivar Gorbachov en aquel terrible 1989.

 Rusia extiende sus patrullajes aéreos hasta el Golfo de México

En una demostración de fuerza que refleja las tensiones entre Moscú y Occidente por Ucrania, el Kremlin comunicó ayer que sus bombarderos de largo alcance extenderán sus patrullajes regulares hasta el Caribe y el Golfo de México.

El ministro de Defensa, Serguei Shoigu, expresó que "en la situación actual tenemos que mantener la presencia militar en el oeste del Atlántico y en el este del Pacífico, así como el Caribe y el Golfo de México".

Los bombarderos rusos, con capacidad nuclear, realizaron patrullajes regulares sobre los océanos Atlántico y Pacífico durante la Guerra Fría, pero la crisis financiera postsoviética obligó a los militares rusos a reducirlos. Los vuelos se reanudaron bajo el gobierno de Vladimir Putin y se han vuelto cada vez más frecuentes.

Mientras, el comandante supremo de la OTAN dijo que nuevas columnas de tanques y soldados rusos han entrado en el este de Ucrania, lo que Moscú se apresuró a negar.

El general estadounidense Philip Breedlove confirmó así una denuncia previa de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) sobre el ingreso de tropas, artillería y tanques rusos a esa zona.

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