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«Partiendo de mi larga experiencia como psiquiatra y aplicando el viejo método de la reducción al absurdo...»‏

Es lo mismo la hetero que la homoparentalidad?


En su carta del 7 de noviembre, la doctora Sofía Salas me reprocha el no haber aportado "evidencias científicas" en contra de su tesis de las bondades de las familias homoparentales en el desarrollo psicológico de los niños. En mi descargo quisiera decir que en la mía del día 4 no pretendí iniciar una discusión científica al respecto. Lo que hice fue simplemente invitar a reflexionar sobre este importante tema, partiendo de mi larga experiencia como psiquiatra y aplicando el viejo método de la reducción al absurdo, método de búsqueda de la verdad que se remonta a la Grecia Clásica y que fuera particularmente empleado por Zenón de Elea. Ahora, no creo que sea este el lugar para una discusión científica a fondo, pero tampoco quiero que el público lector guarde la impresión de que la ciencia ha demostrado que no hay diferencias entre los niños criados en familias homo y heteroparentales, porque eso no es tan claramente así.

Lo que ocurre es que la psicología y la sociología no son ciencias exactas, como las matemáticas o la física, y por lo tanto cabe en ellas la existencia de distintas teorías, escuelas, actitudes, además de resultados contradictorios. Estos van a depender, sobre todo, de la metodología empleada. Así, a los estudios mencionados por la doctora Salas se podrían agregar otros de la misma línea, como los de Crowl (2008) y de Biblarz and Stacey (2010), que sostienen incluso que los hijos de familias homoparentales son mejores que los de las tradicionales (cabría preguntarse ¿qué compararon y con qué?); pero al mismo tiempo puedo citar trabajos que concluyen lo contrario, como los del "National Center for Family and Marriage Research" (2010) y, en particular, el del Departamento de Sociología de la Universidad de Austin, Texas (2012).

El mayor problema de los estudios que avalan la "no diferencia" es el método aplicado, que muestra al menos tres vicios: 1° Los casos son reclutados dentro de los movimientos gay, los que están, y con razón, interesados en defender sus derechos. 2° Se entrevista a los padres, y no a los hijos, lo que también implica un sesgo, porque ellos quieren demostrar que han tenido éxito con su experiencia (esta crítica la comparte F. Tasker, 2010, una investigadora pro "no diferencia"). 3° Hay un sesgo de clase social, porque la gran mayoría de los casos proviene de familias con buen nivel económico y educacional. Un ejemplo de este sesgo es la distinta proporción de población negra e "hispánica", la que en el "National Longitudinal Lesbian Family Study" (2011) es solo del 6%, mientras que en el estudio de la Universidad de Austin (M. Regnerus, Social Science Research 41, 2012, 752-770) alcanza al 43%.

Este último estudio es mucho más riguroso desde el punto de vista metodológico, porque se entrevistó no a los padres de un grupo pequeño, sino aleatoriamente a 3.000 adultos jóvenes de entre 18 y 39 años, provenientes de todas las formas de familia que se dan en la sociedad norteamericana: con un padre y una madre juntos (919), familias de divorciados o de madres solteras (816), con dos madres (163), dos padres (73), etcétera. Se analizaron 40 variables, y las conclusiones son claras: los hijos de familias IBF ("intact biological family") alcanzan una mejor educación, tienen una mejor salud mental y física, usan menos drogas, participan menos en actividades delictivas y se sienten más felices que los de todas las otras familias, incluidos, por cierto, los de familias homoparentales.

Quisiera dejar planteado, por último, el tema -a discutir- de las eventuales desventajas de la homoparentalidad. En el caso de dos padres, se vería amenazado el proceso del "apego" (fundamental para el desarrollo de la afectividad del niño), el cual, aunque también es posible con un varón, no va a tener la calidad del que puede dar la madre a través del amamantamiento. En el caso de dos madres, se vería amenazada la identidad. Es la presencia del padre lo que permite al niño diferenciarse de la madre. En la esquizofrenia -donde casi todos los síntomas pueden derivarse de una alteración de la identidad-, el padre está ausente de facto o de su rol en más del 70% de los pacientes (con esta enfermedad) que vemos en el Hospital Psiquiátrico. De hecho, en el estudio mencionado, los hijos criados en familias con dos madres mostraban significativamente más patología mental que los que crecieron junto a dos padres.

Dr. Otto Dörr
Academia de Medicina del Instituto de Chile Centro de Estudios de Fenomenología y Psiquiatría, UDP



La carta anterior del Dr. Otto Dörr, que criticaba Sofía Salas, viene a continuación:

Cartas
Diario El Mercurio, Martes 04 de noviembre de 2014

"Nicolás tiene dos papás"


Señor Director:

En carta del 31 de octubre, la Dra. Sofía Salas responde al profesor de la Universidad de Valparaíso, señor Ricardo Salas, a propósito de los reparos legales planteados por este al libro "Nicolás tiene dos papás", destinado a los jardines infantiles. La Dra. Salas defiende con muy buenos argumentos el derecho que tiene el Estado de enseñar a los niños, desde pequeños, a no estigmatizar a otros por la conducta sexual de sus padres y menciona un estudio inglés que habría demostrado que no hay diferencias en el desarrollo psicológico entre los niños criados por familias homoparentales y heteroparentales, concluyendo que es necesario aceptar los "distintos tipos de familia" que se dan en el marco de "la riqueza de la diversidad humana".

El problema de los distintos tipos de familia es, empero, un poco más complejo, porque si se quiere ser realmente inclusivo y no discriminatorio, habría que reconocer la existencia de muchas otras familias posibles e incorporarlas al libro "Nicolás tiene dos papás", y por cierto, también a una eventual legislación sobre la materia. Es el caso, por ejemplo, de un transexual H-M, vale decir, biológicamente varón y transformado en mujer, que se case con un varón heterosexual o, aunque menos probable, con una mujer heterosexual. A ello habría que agregar las familias que pueden derivar de la unión de un transexual M-H, vale decir, biológicamente mujer y transformado en hombre, con una mujer o con un hombre heterosexuales.

Otros cuatro tipos de familias posibles, dentro de "la riqueza de la diversidad humana", resultarían de las uniones o matrimonios entre representantes de las dos formas de transexualismo (H-M y M-H) con varones o mujeres homosexuales. Por último, cabría la posibilidad de la unión de un transexual H-M con uno M-H, vale decir, de un hombre transformado en mujer con una mujer transformada en hombre, lo que vendría a remedar a la antigua familia -un tanto obsoleta a estas alturas- compuesta por un hombre y una mujer heterosexuales. Y todos estos tipos de familia deberían tener el mismo derecho que las parejas heterosexuales y las homosexuales de criar niños, ya sea que estos hayan sido concebidos por medio de algún artilugio de la medicina moderna o que fueran adoptados.

Lo anterior no es producto de una mera pirotecnia verbal. En mi larga experiencia como psiquiatra he visto (en el hospital o como perito) varias de las combinaciones antes mencionadas. Recuerdo en este momento tres casos de uniones entre un transexual H-M (hombre transformado en mujer) y un varón heterosexual (dos en Chile y uno en Alemania), un caso del mismo tipo de transexualismo (H-M), pero que decía ser lesbiana y convivía felizmente con una mujer homosexual, y dos casos de transexuales M-H (mujer transformada en hombre) que vivían en una relación estable, respectivamente, con una mujer heterosexual y con una lesbiana.

Ahora bien, ninguna de estas parejas que me tocó conocer se interesó en criar hijos propios o adoptados. Admito que puede haber sido una mera coincidencia el que todas estas personas tuvieran una mentalidad poco progresista y pensaran tal vez que para el sano desarrollo de un niño es fundamental el calor y el apego de una madre verdadera, y que bien podría no resultar justo el involucrar a un ser indefenso e inocente en los diversos e intrincados caminos de la sexualidad humana.

Dr. Otto Dörr
Academia de Medicina del Instituto de Chile

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