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"Hoy se está muriendo mucho por el Evangelio"‏

Juan José Aguirre lleva tres décadas en el corazón de África
El testimonio de un obispo enfrentado a la yihad: "La muerte está cerca todos los días"

"Donde yo estoy, solo en julio hubo 200 muertos, la mayor parte de ellos degollados. Incluso a veces se permiten jugar dándoles patadas a las cabezas", relata. De paso por Chile, denuncia el silencio respecto de lo que se vive en ese continente: "Lo que pasa es que son negros, y por eso no aparecen en televisión".  

por Jaime Sánchez 

Diario El Mercurio, domingo 16 de noviembre de 2014
http://diario.elmercurio.com/2014/11/16/reportajes/reportajes/noticias/A7600AB2-172D-43E8-BE05-58AC08566045.htm?id={A7600AB2-172D-43E8-BE05-58AC08566045}

"He visto matar a gente muy próxima a mí. He tenido que ir a recoger la masa cerebral de su cabeza abierta por una bala. He tenido que ver religiosas muertas, atadas, asesinadas: mártires...".

Así comienza su relato Juan José Aguirre, obispo español que, luego de 34 años, ya se siente parte de la República Centroafricana. Con una cruz en el cuello, hoy su primera misión es levantar a una comunidad azotada por la violencia del grupo yihadista Seleka, que en 2012 inició una cruenta persecución contra los cristianos de ese país.

"Cuando llegaron los yihadistas, muchas ONG's se marcharon. Yo no puedo. Cuando llega el lobo, el pastor no puede abandonar el rebaño" sentencia Aguirre, recordando el momento en que el grupo armado llegó hasta Bangassou, poblado al sureste del país y del que es obispo hace 16 años.

Con poco más de 4,5 millones de habitantes, la República Centroafricana, como lo indica su nombre, se ubica en el corazón de África Central. Aunque rica en recursos naturales -diamantes, petróleo, uranio-, la pobreza campea y la esperanza de vida no supera los 48 años. Como dice Aguirre, allá "la muerte está muy barata... está muy cerca todos los días".

Aguirre aterrizó el martes pasado por primera vez en Chile, invitado por la Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre. Está de vuelta en el mundo occidental para hacerse una serie de chequeos médicos (padece malaria crónica, problemas de próstata y tiene dos infartos a cuestas). También quiere aprovechar el tiempo para dar testimonio.

"Hay muchos cristianos que están viviendo situaciones de alto riesgo. Hemos visto cómo les han cortado el cuello, tal como hicieron estos grupos de Siria con un periodista inglés, o con un turista francés. Lo que pasa es que acá son negros, y por eso no aparecen en televisión" relata, denunciando el silencio mediático frente al drama que se vive en distintos países de África.

La bendición de los leprosos

Juan José Aguirre tenía 27 años cuando llegó a la República Centroafricana. Todavía recuerda que, luego de su primera misa, otro sacerdote le dijo que afuera lo querían "bendecir". Cerca de un árbol, un grupo de leprosos lo esperaba. "Veía personas que caminaban con las rodillas, porque los pies le terminaban en los tobillos, las manos en las muñecas. Las partes blandas del cuerpo se les habían caído: las orejas, los labios, la nariz. Tenían las llagas abiertas".

Ese momento lo marcó: "Allí, en medio de millones de metros cúbicos de verde, aprendí la vida misionera, aprendí a estar con la gente, aprendí su filosofía de vida, su lengua y sus costumbres".

Décadas después, Aguirre ha vuelto a ver las llagas abiertas de ese pueblo. Aunque los yihadistas tomaron el poder en 2012, sus milicias armadas llegaron a Bangassou en 2013, "el 11 de marzo", recuerda bien Aguirre: "Fue justamente el día en que eligieron al Papa Francisco. Entraron en la ciudad y fueron directamente a la misión católica. Nos robaron todo lo que teníamos".

"Han degollado cantidad de personas, han violado cantidad de mujeres"
Pero el pillaje es solo una parte de lo que la comunidad cristiana y el pueblo de Bangassou han debido sufrir. "Han degollado cantidad de personas, han violado cantidad de mujeres. Donde yo estoy, solo en julio hubo 200 muertos, la mayor parte de ellos degollados. Incluso a veces se permiten jugar dándoles patadas a las cabezas".

Porque aunque Seleka dejó el poder en enero, la violencia ha continuado. De hecho una de sus preocupaciones al volver será tratar de evitar que la comunidad emprenda represalias contra los barrios musulmanes. "Hay muchos musulmanes en Bangassou que son mayores, que son ancianos, niños que tienen sida, y no tienen por qué confundirlos con otros musulmanes violentos. Hemos intentado hacer muchas cosas para que se viva en paz, para que no haya una violencia que penalice a los más frágiles".
"Hoy se está muriendo mucho por el Evangelio"

Con todo, Aguirre asegura mantener la esperanza. Es algo que ha aprendido de la comunidad, de su pueblo. "El centroafricano con el que yo vivo tiene una gran capacidad de desdramatizar, de quitarle leña al fuego. De buscar las partes más positivas de la vida y dejar pasar las más negativas", asegura.

Por eso, aunque reconoce que es difícil conseguir el perdón cuando "hay muerte y sangre derramada", confía en que su pueblo sabrá dar vuelta la página. "Hace poco -cuenta emocionado- organizamos un encuentro de oración en la catedral. Allí vinieron 800 mujeres: protestantes, católicas, musulmanas. De todas las confesiones animistas, de todas las ramas. Había muertos en las familias. Sin embargo, todas estaban dispuestas a pasar la página y decir 'empecemos de nuevo'".

En dos semanas más, Aguirre estará de regreso en el corazón de África. Antes, de volver quiere dejar un mensaje: "Me gustaría que el mundo católico chileno, y el mundo en general, supieran que hoy se está muriendo mucho por el Evangelio. Esto tenemos que saberlo, no podemos permanecer indiferentes, porque la indiferencia nos hace cómplices".

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