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La frecuencia con que gente de derecha dice que se sentiría cómoda votando por Andrés Velasco indica que son muchos los que están optando por salir a vitrinear. No hay caso: la derecha cree más en el mercado que en la política.‏

HÉCTOR SOTO, michelle bachelet

Cumpleaño sin cotillón


A un año de su puesta en marcha, las cuentas de la Nueva Mayoría han sido prometedoras, alegres, felices, pasables y preocupantes. En ese orden.Bastaron ocho meses de gobierno para hundirlas.Sin embargo, en principio, todavía el bloque podría reencontrarse con su destino. Es una ironía, eso sí, que el gran impedimento para hacerlo sea el mismo que le despejó su camino al poder. Ese factor se llama Michelle Bachelet.

Está claro el porqué la coalición se colgó de Bachelet como de un talismán. Era ella quien tenía los votos. Los partidos inventaron después que la habían apoyado en función de un programa-Biblia. Eso es mentira. La apoyaron porque no tenían otra opción”.

A diferencia de la Concertación, que fue una alianza templada por largos años de oposición a Pinochet, la Nueva Mayoría fue un resultado bastante más azaroso donde se juntó lo que las encuestas describían como un fenómeno imparable -el fenómeno Bachelet- con el naufragio de los partidos de derecha en la pasada administración. Nunca hubo mucho más que eso. La coalición ni siquiera se tomó el trabajo de indagar las razones que habían determinado la derrota de la Concertación el 2009. Al diablo con la crítica y la autocrítica. Se le hizo un funeral de tercera al antiguo bloque y todos corrieron dichosos a fotografiarse con el nuevo sombrero junto a los socios recién invitados, los movimientos sociales y el PC. El futuro era radiante y les pertenecía.

El primer problema con el que la Nueva Mayoría se topó fue que el gobierno fue mucho más de Bachelet que de la coalición. Ella no quería repetir su experiencia anterior, cuando los partidos de la Concertación le intervinieron el gobierno. Por eso nombró un gabinete de bajo perfil y que sólo le reporta a ella y por eso los parlamentarios oficialistas se quejan de que se enteran por el diario de los ejes de las reformas que la Presidenta está llevando a cabo. Se sienten excluidos y hasta abusados. No tienen interlocución con los ministros y tampoco entre sí”.

Ese esquema de trabajo es el que está haciendo agua. El gobierno no sólo se ha desgastado, sino que aparece dando palos de ciego. Para una coalición que no tiene otra cosa que el gobierno, porque para eso nació y eso es lo que la justifica, el escenario actual es motivo de intranquilidad no sólo por el rechazo que acusan las encuestas, sino también por la evidencia de reformas mal hechas que comienzan a perder piso. Este va a ser probablemente el tema central del próximo cónclave oficialista. El desafío será cómo maniobrar para cambiar el rumbo sin que eso parezca una renuncia del gobierno ni una vuelta de carnero del oficialismo.
El otro factor que tensiona al bloque es su dificultad para encontrar una carta potente de contrapeso a la ausencia de liderazgo de la Presidenta. La coalición obviamente quiere proyectarse, pero su crisis de liderazgos tiene contornos patéticos. Pareciera que los partidos se secaron y nombres como Carolina Tohá, Ricardo Lagos Weber e Isabel Allende, que en distintos momentos inflamaron la imaginación dinástica de la coalición, se han estado desdibujando. No hablemos del gabinete, que más que un semillero de figuras políticas ha operado como trampa cazabobos.

La posibilidad entonces de que MEO se quede con la nominación del bloque es alta y eso desde luego pone en alerta tanto a la vieja Concertación de ayer como a la no tan vieja DC de hoy. Una Nueva Mayoría liderada por él sería ciertamente otra cosa”.

Si el horizonte no es peor para el oficialismo es porque la derecha, con su dispersión e inmovilismo, ha hecho todo lo de su parte para que la pelota siga al lado de allá. Es cierto que hay una cierta oposición social y que comienzan a soplar en el país otros vientos. Pero una cosa es el rechazo a un gobierno que quiere cambiarlo todo y otra la construcción de una alternativa. En esto el sector sigue a fojas cero. Y la frecuencia con que gente de derecha dice que se sentiría cómoda votando por Andrés Velasco indica que son muchos los que están optando por salir a vitrinear. No hay caso: la derecha cree más en el mercado que en la política.

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