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Un delirio incandescente de una belleza deshilachada y abrumadora...‏

Reportaje / Cómo leer la pantalla
La trama literaria de la nueva televisión americana

Son largas, tienen personajes complejos y se especializan en las sutilezas. Quienes exageran las ven como el futuro de las novelas. De Los Soprano a Mad Men, pasando por The Wire, Breaking Bad y The Leftovers, entre otras, dan forma a la llamada "edad de oro" de la TV. A propósito de la llegada de la novela del creador de True Detective, rastreamos la íntima relación de las series con la literatura.  


por Roberto Careaga 

Diario El Mercurio
Domingo 16 de noviembre de 2014
http://diario.elmercurio.com/2014/11/16/artes_y_letras/_portada/noticias/A97EEB5B-5308-4A1A-A649-A951E45C5E03.htm?id={A97EEB5B-5308-4A1A-A649-A951E45C5E03}



Iba a ser su segunda novela. Y aunque planeaba un policial ajustado a las reglas del género, con un par de policías y un caso por resolver, Nic Pizzolatto (Lousiana, 1975) quería que fuera algo grande. Quería que en medio de los crímenes y las investigaciones se filtrara un retrato de los últimos 17 años de la vida en el sur de Estados Unidos. Imaginó a un detective atormentado y nihilista, un asesinato que también es un ritual pagano y un paisaje desolado. Imaginó el mal. Pizzolatto quería escribir, en sus palabras, una "novela literaria". Cuatro años después, no había rastros de la novela pero sí una serie de televisión, True Detective .
Lo que sí logró fue hacer algo grande. Estrenada a inicios de año por HBO, el show de ocho capítulos, protagonizado por Matthew McConaughey y Woody Harrelson, se transformó casi desde su primer capítulo en la revelación de las series del 2014. Con arrebatos líricos y monólogos que bordean lo filosófico, la serie tiene un complejo trasfondo de referencias literarias: además de citas a H. P. Lovecraft y James Ellroy, Pizzolatto llevó a True Detective el imaginario del olvidado autor de terror estadounidense Robert Chambers. Más aun, organizó el programa como si fuera una antología: cada temporada girará en torno a un crimen distinto y tendrá diferentes protagonistas. Es la cabeza de un escritor funcionando para la TV.
Pero Pizzolatto no es un caso excepcional. En los últimos años, la televisión americana, especialmente la cadena HBO, está llena de mentes literarias pensando en secuencias visuales. Escritores como Stephen King, Tom Perrotta, Dennis Lehane, Richard Price, Michael Cunningham y Neil Gaiman han aportado en guiones de series que, en 12 o 13 capítulos, despliegan paulatinamente, sin apuros, historias de largo aliento protagonizadas por personajes de una densidad inesperada para la pantalla chica. Muchos han creído ver en programas como Los Soprano , The Wire , Mad Men un aliento literario. Cuando exageran, las imaginan como el futuro de las novelas.

"El profundo desarrollo argumental y psicológico al que nos han acostumbrado (las series) conecta con la novela por entregas y con los grandes proyectos narrativos del siglo XIX", escribió el ensayista español Jorge Carrión en el libro "Teleshakespeare". Su apuesta no es está tan lejos de la que hizo el periodista estadounidense Brett Martin en "Hombres fuera de serie", un relato de las bambalinas de lo que él llama una "revolución creativa". Ahí compara a David Chase (Los Soprano), Mathew Weiner (Mad Men) y David Simon (The Wire), entre otros, con autores como Charles Dickens o Mark Twain. "Esta forma de narración continuada y sin final definido está, por utilizar una comparación habitual, más próxima a las novelas victorianas por entregas", añadía Martin.

El encanto de HBO

Antes de convertirse en showrunner -como son llamados los guionistas que llevan las riendas de las series-, Nic Pizzolatto trataba de ganarse un espacio en la amplia escena de la novela negra americana. Nacido en Louisiana, sobrevivió varios años como barman antes de estudiar literatura. En 2006 reunió una colección de cuentos en "Between Here and the Yellow Sea", pero según él nadie los leyó. En 2010 publicó la novela "Galveston", la que tuvo algo más de atención. "Un delirio incandescente de una belleza deshilachada y abrumadora. Recuerda a los mejores ejemplos del género", opinó el autor de "Río Místico", Dennis Lehane.

Recién publicado en español por editorial Salamandra y con fecha de llegada a Chile en diciembre, el libro aparentemente tiene muy poco que ver con True Detective: nada de crímenes de ecos sobrenaturales, es la historia de un matón de poca monta de New Orleans que escapa de sus socios justo en el momento en que se entera de que en sus pulmones crece un cáncer. Avanza por carreteras y pueblos polvorientos, arrastrando un sentimiento de pérdida que nunca es capaz de entender del todo. Algo en su soledad se parece a los fantasmas que carga Rust, uno de los policías de True Detective .

Pizzolatto tenía en mente seguir trabajando en novelas hasta que un productor de Hollywood, que le compró los derechos de "Galveston", le propuso que escribiera guiones para la televisión. En un mes, entregó seis. En uno de ellos estaban todas las ideas de esa novela que terminó siendo True Detective . No es el primero que cae ante los encantos de HBO: después de trabajar años para televisión y haberse retirado hastiado del formato a fines de los 80, George R. R. Martin aceptó volver en 2007 para apoyar la adaptación de la saga Canción de Fuego y Hielo, conocida como Juego de tronos . Él mismo ha escrito guiones para cada una de sus cuatro temporadas.

Algo parecido le sucedió a Tom Perrotta. Autor de dos novelas llevadas al cine, "Election" (1999) y "Little Children" (2006), en 2011 publicó The Lefovers , una historia en que, de pronto y sin razón, desaparece el 2% de la población mundial. No quiso golpear la puerta de Hollywood, prefirió la de HBO. Lo recibieron con los brazos abiertos: en junio pasado la cadena estrenó la serie, bajo el mismo nombre del libro. "Como novelista, la idea de ser capaz de decir algo de una forma tan larga como en una serie me parecía mucho más atractivo. Pareciera, además, que la televisión es capaz dar cuenta de la realidad de una forma muy compleja. Es un medio muy novelístico", dijo Perrotta, que ya trabaja en una segunda temporada.
Tal como en las décadas de los 30 y 40 Hollywood reclutaba a escritores del peso de Raymond Chandler, William Faulkner y Francis Scott Fitzgerald, ahora es la televisión quien lo hace. Después de escribir un capítulo para The Master of Sex , Michael Cunningham prepara un piloto sobre la generación de cineastas americanos de los 60. Desde el año pasado, Salman Rushdie espera la luz verde para su proyecto de ciencia ficción, The Next People, para Showtime. Paralelamente, la escritora Patricia Cornwell escribe una serie policial para CBS y el ruso-americano Gary Shteyngart está adaptando su novela, "Una súper triste historia de amor verdadero", para HBO.

La ruta es de ida y vuelta. HBO ha estado comprando derechos de varias novelas exitosas, algunas casi legendarias: esta semana la cadena anunció que adaptará "Fundación", la saga de ciencia ficción de Isaac Asimov, que dirigirá Jonathan Nolan, guionista de la película Interstellar.

La caída del imperio

Más allá de las adaptaciones de novelas y el reclutamiento de escritores, los guiños literarios de HBO están en el origen de la llamada "edad de oro" de la televisión. No solo están en la compleja trama de Los Soprano, incluida esa extraña vida paralela de Tony cuando está en coma en la temporada seis; según Rodrigo Fresán, los epifánicos patos que anidan en la piscina del mafioso, en el primer capítulo, son una referencia a otros patos, los que Holden Caufield encuentra en el Central Park, en la novela "El guardián entre el centeno", de J. D. Salinger.

Pero si de citas se trata, nada como Mad Men. Mathew Weiner, su creador, ha reconocido varias veces que el universo de John Cheever está "en todos los aspectos" de la serie. Así: en las primeras tres temporadas, el protagonista, Don Draper, vive con su familia en Ossining, el mismo suburbio donde efectivamente vivió Cheever, específicamente en la calle Bullet Park, una referencia directa a una de las novelas del mismo nombre del escritor. Más que esos datos, el tono general de Cheever para hablar de la ansiedad americana de los 50, incluida su amargura, se traspasa a Mad Men.

Publicistas insufribles, mafiosos traicioneros, policías corruptos, narcotraficantes de poca monta, abusos y crímenes, familias desarmadas, etc. Muchas veces, las series de esta "edad de oro" exploran el lado oscuro, infernal incluso, de la sociedad americana. Una rareza en tiempos del Hoollywood rendido a los cómics. Según dice Brett Martin en "Hombres fuera de serie", estos programas también en su formato comercial recuerdan a la literatura de antaño: "Como los autores victorianos de novelas por entregas, los creadores de esta nueva televisión descubrieron que las características inherentes a su medio resultaron especialmente adecuadas no solo para satisfacer exigencias comerciales, sino también para hacer frente a los grandes temas de un imperio decadente: violencia, sexualidad, adicción, familia y clase social".

Pero la literatura no siempre basta. En 2012 HBO canceló un proyecto para llevar a la pantalla la novela "Las Correcciones", de Jonathan Franzen, que tenía como protagonista a Ewan McGregor y a Noah Baumbach como director. También le dijo que no a Michael Chabon, que llevaba años en Hobglobin, una serie sobre un grupo de magos que pelean en la Segunda Guerra Mundial contra Hitler. Iba a ser dirigida por Darren Aronofsky (El Cisne Negro). Y después de un par de años, la cadena abandonó la idea de producir una serie sobre Frank Bascombe, el protagonista de tres novelas de Richard Ford, que retratan el Estados Unidos de los últimos 30 años.

En carpeta hay decenas de planes. Varios de ecos literarios. Pocos tan atractivos como el que recién empieza a trabajar el director David Fincher junto a James Ellroy, quizás el más respetado autor estadounidense de novela negra actual. Quieren desarrollar un policial ambientado en los 50, al estilo de la película L.A. Confidential, inspirada en una novela del propio Ellroy.

Paralelamente, Nic Pizzolatto sigue escribiendo. Trabaja en la segunda temporada de True Detective. Esta vez serán tres detectives y el caso ocurrirá en California. Le dijo a Hollywood Reporter que fantaseaba con que la tercera temporada tuviera algo de El Gran Lebowsky, de los hermanos Coen. Tiene un acuerdo con Universal para escribir y dirigir una película. También está pensando en una o dos novelas más. Siempre piensa en ellas, porque Pizzolatto nunca se olvida de que es un escritor.

Comparadas con las novelas por entregas del siglo XIX, las series han tentado a escritores como Salman Rushdie y James Ellroy.
 

Escritores recomiendan

 

Nona Fernández

"Dejando afuera a Twin Peaks (la madre de todos los corderos), voy a mencionar dos hitos que han marcado mis visionados. El primero fue The Wire, esa tremenda y fatal tragedia contemporánea de David Simon. ¿Cómo no sentirse identificado con esos héroes marginales y desastrosos, golpeados por los poderes fácticos, por las instituciones, por las estructuras políticas, por los imperios económicos? ¿Cómo no conmoverse con sus tristes intentos de detener el abuso para que nos dejen de dar por todos lados? The Wire es una escenificación concreta de la lucha de clases, tema básico de cualquier buen culebrón, aunque esta sea una serie. La otra que me destapó la cabeza fue True Detective, que a estas alturas es un tremendo lugar común decirlo. Caí hipnotizada por el estado de gracia de todos los hilos que construyen esa serie. Guión, dirección, un par de actores actuando con conexión directa al infinito, una musicalización buenísima, todo tremendamente expresivo y bien entonado. Hay un círculo virtuoso que rodea esta historia existencialista, oscura, extraña, en la que se intuye el olor de un espacio cercano y lejano a la vez, ese Carcosa que es como el ombligo del mal".

Alberto Fuguet

"La extraordinaria, tensa y adictiva Ray Donovan (emitida por HBO), algo así como el secreto mejor guardado de la televisión. Una serie sombría como los trajes Ermenegildo Zegna de su centro: Ray Donovan, el hermano del medio de una familia pobre del sur de Boston, que ahora es el jefe del clan y una suerte de sicario o fixer (dice que es consultor, pero no es Enrique Correa y su lobby se parece más a la extorsión), "arregla" los problemas sucios de la gente rica y bella de Los Angeles, tal como actores, cantantes y basquetbolistas. La serie, sombría como un réquiem, se disfruta como una novela rusa existencialista. Este nuevo acierto televisivo, que ya concluyó su segunda temporada y va para una tercera, posee una riqueza visual, literaria y actoral que deja pálidos de vergüenza a muchos filmes de dos horas que, por estrenarse en el cine, creen que son arte".

Álvaro Bisama

"No creo que la presencia de un novelista determine la calidad de una serie. Twin Peaks, que es la mejor serie de la historia, tiene más de la cultura de las artes visuales que de la literatura. Por supuesto, me interesa lo que hacen David Simon y Nick Pizzolatto, pero ambos podrían ser gásfiters y me gustaría lo que hacen igual. True Detective es buenísima, pero porque roba y samplea de tantos lados distintos que justamente sabotea la idea de un autor único. ¿Qué me interesa? Ahora mismo, no mucho. Prefiero volver a ver ciertas cosas: la vieja Cracker con Robbie Coltrane, que es un policial buenísimo, los Doctor Who de Paul Cornell, Los Soprano, las primeras temporadas de Nip Tuck. Y, obvio, Twin Peaks, que vuelve el 2016 y que me parece que es el punto de origen desde donde surge todo".

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