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Evocando los días de radio...‏

Del 21 al 23 de noviembre en el GAM Rescate de nuestro patrimonio sonoro
Evocando los días de radio

Los conciertos teatrales en vivo que transmitió la radio a partir de los años 40 serán recreados el próximo fin de semana por la compañía Del Salón al Cabaret, junto a la Camerata de la Universidad Alberto Hurtado y algunos cantantes. Fueron uno de los espectáculos musicales más populares de la naciente industria cultural de masas en nuestro país.  

Juan Pablo González - Universidad Alberto Hurtado 

Diario El Mercurio, domingo 16 de noviembre de 2014
http://diario.elmercurio.com/2014/11/16/artes_y_letras/artes_y_letras/noticias/585D355A-22FC-4013-A8AF-ACFDDEC8CABD.htm?id={585D355A-22FC-4013-A8AF-ACFDDEC8CABD}

Quienes tuvieron el privilegio de vivir la década de 1940 recuerdan un tiempo de largas veladas nocturnas acompañadas de abundantes rumbas, boleros, sambas, foxtrots, tangos, cuecas y tonadas. Esto ocurría tanto en las boîtes y quintas de recreo de las principales ciudades del país, en los auditorios de las más de ochenta radioemisoras en actividad, como en los propios hogares, donde esa música era escuchada, bailada y comentada.

Es así como la radio cumplía al menos cinco funciones musicales: servía para aprender a cantar, entregando modelos de interpretación reproducibles por el auditor; servía para practicar el baile y ensayar nuevos pasos; aumentaba el rango musical al cual estaba expuesto el auditor, favoreciendo el contacto del chileno con el mundo; incentivaba la aparición de nuevos géneros musicales, y acompañaba las veladas familiares, sirviendo de envoltura amable a la vida cotidiana.

Entre 1930 y 1940 el número de receptores fabricados en Estados Unidos subía de 4 millones y medio a 13 millones, satisfaciendo la creciente demanda de los mercados de las Américas, especialmente debido a la necesidad de estar informado durante la Segunda Guerra Mundial. Si Hitler conquistaba Alemania con el altoparlante, Roosevelt mantenía alineada a la región con la onda corta y una programación panamericanista transmitida en español.

Cada año, las radioemisoras destacaban los "eslabones en el aire" que formaban sus cadenas radiales asociadas y los programas recibidos del exterior, especialmente de la CBS y la BBC de Londres. Esto aparecía en los grandes avisos de prensa donde se anunciaba la programación anual de la radio, constituida por radioteatros, lecturas, humor, noticias y música grabada y en vivo.

Para su programación en vivo, las radios contaban con elencos estables de músicos, actores y locutores o radio speakers . Muchos de estos artistas eran contratados de forma exclusiva por la radioemisora. El radiospeaker era el alma de la radio. En las radios pequeñas también oficiaba de libretista, actor, telefonista y secretario.

Bailando en casa

Los radiospeakers también eran los animadores de los espectáculos en vivo que ofrecía la emisora, que eran abundantes, pues hasta los años cincuenta la música se transmitía mejor en vivo que en discos de gramófono. Además, los propios músicos y comediantes se desempeñaban mejor si tenían un público visible al cual entretener y emocionar. Debido a esto, junto con los elencos estables, las radioemisoras debían implementar auditorios para sus programas estelares o utilizar boîtes y quintas de recreo para transmitirlos.

Es así como el ambiente público de diversión era llevado por la radio a la intimidad del hogar, haciendo que el auditor doméstico adquiriera comportamientos de público de boîte. En las fiestas en casa animadas por la radio, los asistentes no solo bailaban, sino que coreaban los estribillos, marcaban palmas, aplaudían al final de cada canción y luego las comentaban. La onda corta incluso permitía hacer todo esto al son de orquestas tocando en lugares distantes, como ocurría en plena Segunda Guerra con las orquestas de hoteles londinenses transmitidas por la BBC a Sudamérica. Los países necesitaban proyectar una imagen de normalidad aun en las peores circunstancias y qué mejor forma de hacerlo que organizando un baile e invitando a las familias del mundo a participar en él.

Junto con transmitir programas en vivo desde sus auditorios, radio Cooperativa y radio El Mercurio transmitían desde la boîte El Refugio; radio Agricultura, desde el Tap Room; radio Prat, desde el Club de la Medianoche, y radio Nuevo Mundo lo hacía desde la quinta de recreo El Rosedal. Desde 1960, radio Minería transmitirá el Festival de Viña del Mar desde la Quinta Vergara, con su radiospeaker , ahora llamado disc jockey , Ricardo García, como su animador oficial.

Los radioescuchas y radiobailantes podían utilizar una radio tradicional tipo Catedral, que con sus arcos ojivales parecía "custodiar milagrosamente el invento" o un moderno receptor de baquelita, con tubos más pequeños que permitían reducir el tamaño del aparato. La reducción del tamaño y peso de la radio se intensificará a fines de los años cuarenta con el transistor, que es como se le llamará en Chile a la radio portátil en general. Esta radio inició ese proceso de ubicuidad de la música que nos lleva directo hasta el presente y que ha influido en la forma en que escuchamos música, que al estar siempre presente y en todo lugar, hará disminuir nuestra atención, transformándola en algo dado, una especie de banda sonora de la vida cotidiana.

Las orquestas radiales

Una radio grande debía tener uno o varios conjuntos permanentes, de diverso tipo y categoría, destacándose las orquestas de jazz bailable y las orquestas radiales tipo sinfonieta, es decir una orquesta sinfónica completa -con cuerdas, maderas, bronces y percusión-, pero reducida a un tercio de sus integrantes. La presencia de estas sinfonietas, dirigidas por un maestro de renombre, era signo de madurez y prosperidad para la radioemisora. A fines de la década de 1940, estaban activas en Santiago las sinfonietas de Federico Ojeda, de Vicente Bianchi y de Izidor Handler en radio Minería; de Luis Aguirre Pinto, de Jaime Cherniak, de Jorge Astudillo y de Alberto Racco en Cooperativa; de Héctor Carvajal en Agricultura; de Bernardo Lacasia y de Fernando Lecaros en radio del Pacífico, y de Augusto Gautier en radio Prat.

La fama que la orquesta y su director podían adquirir fuera de la radio debido a sus presentaciones en boîtes y fiestas privadas y a su catálogo discográfico, potenciaba a la radioemisora. Este fue el caso de Federico Ojeda, considerado como el mejor director chileno de jazz melódico de la década de 1940, quien llegó a dirigir la sinfonieta radial más grande, de treinta músicos. Es así como en 1950 Federico Ojeda obtuvo el primer Premio Caupolicán otorgado a un director de orquesta.

Los avances de las orquestas radiales permitieron que surgieran mejores cantantes, los que habían comenzado como cancionistas y ahora se transformaban en estrellas de la canción. "Había que tener la orquesta más o menos lista siempre -recuerda Vicente Bianchi- y yo tenía repertorio de todo tipo, porque teníamos que ensayar a los artistas que traía la radio y luego tocar en los programas de las nueve de la noche".

El amplio desarrollo musical logrado por la radio, le permitía a los músicos de entonces realizar su aprendizaje, práctica y carrera profesional como artistas radiales. Vicente Bianchi estudiaba piano en el Conservatorio a comienzos de los años treinta, pero había optado por tocar desde niño en radios de Santiago, continuando luego como fantasista al piano, director y arreglador en radios de Buenos Aires y Lima. Por su parte, trabajando en el dinámico mundo radial desde joven, Valentín Trujillo adquiría mayor capacidad de improvisación, destreza de acompañamiento, habilidad para cambiar la tonalidad y memoria auditiva que sus compañeros de conservatorio.

Porcentaje de músicos chilenos

Con su rápido desarrollo tecnológico, la radio se volcó en Chile a la cultura de masas, ayudando a difundirla y también a crearla. La decisión fue seguir el modelo privado estadounidense y no el modelo público europeo. Todo esto en medio de fuertes debates y pugnas de intereses, con la música desempeñando un papel central en la batalla por la cultura de masas que se desarrollará a lo largo de varias décadas. Si bien el Estado desarrolló una estrategia de regulación de la radio en manos de privados, esta no siempre logró los resultados propuestos, desencadenándose un debate que, en la década de 1940, se centró en torno a cuatro problemas centrales: los porcentajes de programación de música chilena, el equilibrio entre las transmisiones de discos y las actuaciones en vivo, la cantidad y calidad del avisaje transmitido y la potencia de las radioemisoras.

La Dirección de Servicios Eléctricos, creada bajo el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, intentaba regular la radiodifusión en manos de privados, enfatizando su carácter nacional, artístico y educativo. Esta dirección dispuso que un 30% de los programas trasmitidos debía ser "de números en vivo y de música chilena", con un 80% de artistas nacionales, generándose uno de los debates más encendidos de toda la década. Esto ocurría en un momento en que entendíamos por música chilena a la tonada y la cueca, lo que por un lado expresaba un consenso que en la actualidad no existe, pero por el otro restringía las posibilidades de programación radial. Es por eso que también ese 30% podía estar constituido por números en vivo, donde participara un 80% de músicos chilenos, normativa sobre la música en vivo en general que no se discute en la actualidad.

El problema del avisaje se relacionaba con la transmisión de avisos cantados o jingles radiales, que alcanzaban grandes niveles de difusión a comienzos de la década de 1940. Estaban asociados a programas para mujeres en el hogar, un importante sector consumidor cautivo, lo que se aprecia en la predominante oferta de productos de uso doméstico y de belleza. A mediados de los años cuarenta se escuchaban en Chile largos jingles compuestos en base a ritmos de moda y grabados por las sinfonietas y orquestas de jazz radiales. Se promocionaba el vermouth Martini y el jabón Rococó en base a la rumba. También se utilizaba el corrido para el jabón Gringo, el foxtrot para los neumáticos Firestone y el one-step para Aceite Dos Banderas.

Los adelantos técnicos alcanzados por la radiotelefonía durante la Segunda Guerra comenzaron a provocar una serie de exigencias a la radiodifusión mundial, entre ellas, el aumento de su potencia para privilegiar a grandes conglomerados, más fáciles de regular que un sinnúmero de radios pequeñas. De este modo, a mediados de 1946 solo podían funcionar en Santiago estaciones que tuvieran una potencia superior a cincuenta kilowatts, en onda corta y larga. Las estaciones de menor potencia debían salir de la capital, pasando a formar parte de cadenas transmisoras encabezadas por las cinco estaciones mayores que existían en Santiago.

Una forma de aglutinar a todas las radios chilenas, las pequeñas y las grandes, era el concurso Miss Radio, organizado por revista Ercilla desde fines de los años treinta. Cada radio enviaba a una representante al concurso, elegida entre las aficionadas que actuaban en sus auditorios. La ganadora viajaba a Radio Belgrano de Buenos Aires, donde podría iniciar una promisoria carrera internacional. En 1939 el cetro lo obtuvo Ester Soré cantando la mapuchina "A motu yanei", de Fernando Lecaros; en 1940 se le otorgó a Meche Videla; en 1942 ganó Carmen del Río con la canción "Mi banderita chilena", de Donato Román Heitman; en 1945 triunfó Sonia La Única, de radio Agricultura, y en 1946 fue Angélica Montes quien obtuvo el cetro de Miss Radio.

PROGRAMARSE

Días de radio en Chile

GAM, 21 y 23 de noviembre, 20:00 horas, y 22 de noviembre, 19:00 y 21:00 horas.
Teatro Municipal de Temuco, 28 de noviembre, 20:00 horas.
U. Federico Santa María (Valparaíso), 20 de noviembre, 19:00 horas.

 "Días de Radio en Chile"

La propuesta de conciertos teatrales que viene realizando la Compañía Del Salón al Cabaret desde hace doce años -primero desde la Universidad Católica y luego desde la Universidad Alberto Hurtado- apunta a rescatar un patrimonio sonoro , que en este caso ha alimentado sueños, despertado emociones y labrado los cuerpos de nuestros antepasados. Para ponerlo en valor, este patrimonio requiere ser escuchado en circunstancias parecidas a como efectivamente se hacía en la época, circunstancias que pueden ser reproducidas en la sala de concierto con la ayuda de medios teatrales.

Este nuevo montaje de la Compañía Del Salón al Cabaret, suma a la Camerata de la Universidad Alberto Hurtado dirigida por Felipe Hidalgo, al trío de actrices-cantantes Pink Milk, al trío de jazz De Perilla, y al tenor barroco Gonzalo Cuadra, que encarna fielmente al crooner o cancionista de los años cuarenta , la "década de oro" de la radiotelefonía nacional.

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