Es necesario preguntarse de manera crítica si la promoción de la actividad quedará mejor servida a través de un ministerio.
EL RETRASO en la votación del Senado sobre el proyecto de ley que busca crear el Ministerio del Deporte ha sido interpretado como un revés para esta actividad y criticado por el gobierno y numerosos atletas. No obstante, esta inesperada pausa -que se prolongará hasta mañana- constituye una oportunidad para detenerse y reflexionar sobre la conveniencia de avanzar con esta iniciativa y cuestionar los argumentos entregados para su aprobación.
A través de su jefe de bancada, y con el objetivo de aclarar algunos puntos, el miércoles el Partido Socialista solicitó postergar la votación. Pese a la larga tramitación de casi dos años del proyecto, el PS se muestra inquieto por la forma en que éste define cuestiones relativas a la designación de funcionarios de planta (la que queda en manos del Presidente de la República) y la manera en que se fiscaliza la entrega de recursos al ministerio. Ambos reclamos han sido planteados por los funcionarios del Instituto Nacional del Deporte (IND), que es la entidad matriz desde la cual surgiría un eventual ministerio. En el PS también cuestionan lo que consideran el “centralismo” del proyecto, por la escasez de seremis y la presencia mayoritaria de capitalinos en el consejo asesor. Finalmente, han señalado que, como está definido, el futuro ministerio difiere poco del existente IND (también llamado Subsecretaría de Deportes).
Esta última es una crítica válida, pues la propuesta del Ejecutivo efectivamente aporta pocas novedades respecto de lo que ya hay. Sin embargo, conviene interpretarla justo al revés de lo que plantean los senadores socialistas. La creación de nuevas burocracias y reparticiones no constituye un fin en sí mismo, sino que debe estar muy bien justificada, pues ella involucra la destinación de recursos públicos cuyo uso debe estar orientado hacia las iniciativas socialmente más rentables, las que no siempre coinciden con las más atractivas desde el punto de vista político o de imagen.
En la justificación del proyecto enviado en 2011, el gobierno explica que la creación de un Ministerio del Deporte entregaría mayor jerarquía administrativa para llevar adelante las iniciativas sectoriales, permitiendo, al mismo tiempo, otorgar un enfoque integral a las políticas deportivas. Sin embargo, la experiencia muestra que la creación de ministerios no necesariamente surte tal efecto, y existen ejemplos recientes de algunos que no reciben suficientes recursos ni atención administrativa y política. En este sentido, es muy posible que el propósito planteado quede mejor servido si se mantiene la actual dependencia de la Secretaría General de Gobierno, un ministerio con presencia en La Moneda y llegada cotidiana al Presidente de la República, o si se busca otra, como, por ejemplo, al interior del Ministerio de Educación.
El Ejecutivo ha postulado que la experiencia internacional muestra que los ministerios del Deporte generan mejores frutos para el encauzamiento de la actividad. Sin embargo, ante la amplia variedad de modelos en torno a este tema, parece ser más prudente no llegar a conclusiones taxativas como la planteada por el gobierno.
Los beneficios del deporte son indiscutibles. Por ello mismo, es necesario definir con cuidado cuál es el camino más idóneo para el apoyo y la promoción de esta actividad; propósitos que deben ser alcanzados guardando coherencia con los criterios de una sana y eficiente administración del Estado.
A través de su jefe de bancada, y con el objetivo de aclarar algunos puntos, el miércoles el Partido Socialista solicitó postergar la votación. Pese a la larga tramitación de casi dos años del proyecto, el PS se muestra inquieto por la forma en que éste define cuestiones relativas a la designación de funcionarios de planta (la que queda en manos del Presidente de la República) y la manera en que se fiscaliza la entrega de recursos al ministerio. Ambos reclamos han sido planteados por los funcionarios del Instituto Nacional del Deporte (IND), que es la entidad matriz desde la cual surgiría un eventual ministerio. En el PS también cuestionan lo que consideran el “centralismo” del proyecto, por la escasez de seremis y la presencia mayoritaria de capitalinos en el consejo asesor. Finalmente, han señalado que, como está definido, el futuro ministerio difiere poco del existente IND (también llamado Subsecretaría de Deportes).
Esta última es una crítica válida, pues la propuesta del Ejecutivo efectivamente aporta pocas novedades respecto de lo que ya hay. Sin embargo, conviene interpretarla justo al revés de lo que plantean los senadores socialistas. La creación de nuevas burocracias y reparticiones no constituye un fin en sí mismo, sino que debe estar muy bien justificada, pues ella involucra la destinación de recursos públicos cuyo uso debe estar orientado hacia las iniciativas socialmente más rentables, las que no siempre coinciden con las más atractivas desde el punto de vista político o de imagen.
En la justificación del proyecto enviado en 2011, el gobierno explica que la creación de un Ministerio del Deporte entregaría mayor jerarquía administrativa para llevar adelante las iniciativas sectoriales, permitiendo, al mismo tiempo, otorgar un enfoque integral a las políticas deportivas. Sin embargo, la experiencia muestra que la creación de ministerios no necesariamente surte tal efecto, y existen ejemplos recientes de algunos que no reciben suficientes recursos ni atención administrativa y política. En este sentido, es muy posible que el propósito planteado quede mejor servido si se mantiene la actual dependencia de la Secretaría General de Gobierno, un ministerio con presencia en La Moneda y llegada cotidiana al Presidente de la República, o si se busca otra, como, por ejemplo, al interior del Ministerio de Educación.
El Ejecutivo ha postulado que la experiencia internacional muestra que los ministerios del Deporte generan mejores frutos para el encauzamiento de la actividad. Sin embargo, ante la amplia variedad de modelos en torno a este tema, parece ser más prudente no llegar a conclusiones taxativas como la planteada por el gobierno.
Los beneficios del deporte son indiscutibles. Por ello mismo, es necesario definir con cuidado cuál es el camino más idóneo para el apoyo y la promoción de esta actividad; propósitos que deben ser alcanzados guardando coherencia con los criterios de una sana y eficiente administración del Estado.
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