Con dificultad intenta recordar
Solamente leía. Recuerdo que estaban dando
los antecedentes familiares de depresión:
"Tuve un tío suicida, otro alcohólico.
Varios que vivían encamados,
eso era común en mi familia.
Mi abuelo materno,
ex embajador y escritor,
creaba cosas y después las destruía".
Desde niño quiso ser un genio,
más bien estaba seguro de que era uno.
Sin embargo, en Francia,
durante el exilio con sus padres,
transitó por múltiples colegios.
Y, a poco de establecerse en París,
ellos se separaron:
"La verdad es que no fue una época muy alegre.
He ido al psiquiatra desde los cuatro años
por diversos motivos. El golpe,
la llegada a Francia, la dificultad de adaptación".
La constante es que era un pésimo alumno.
De regreso en Chile, en 1983,
no fue admitido en cuatro colegios
y terminó en el Regina Pacis,
a una cuadra de su casa.
Un muy mal puntaje
en la Prueba de Aptitud Académica
lo llevó a estudiar Pedagogía en Castellano
en el Instituto Profesional Blas Cañas.
"Durante el colegio y después de egresar,
no cumplía con las altas expectativas
que tenía de mí mismo.
Pasé una niñez y una juventud triste.
Quería que notaran que existía.
Uno busca cosas muy complejas
y no las consigue, se frustra.
Y los que aspiramos a genio
lo pasamos peor".
"De niño había sido diagnosticado
con dislexia, discalculia y disgrafía
y todo era más difícil para mí.
Había momentos en que me deprimía.
Mis peores momentos fueron durante la adolescencia.
Las mujeres y mi dificultad para relacionarme con ellas,
el éxito que no llegaba, la dictadura, los cambios hormonales.
Es una edad horrible.
Después me fue mal
en la Prueba de Aptitud Académica,
vivíamos en una casa chica
donde teníamos una gallina
y unos gallos que nos picoteaban.
"Viví medio deprimido
mis primeros 25 años,
hasta que construí una vida
más o menos similar a la que quería.
Mis perspectivas eran nulas
al salir de la universidad.
Quería ser escritor
y estar en un entorno creativo.
En esa época no existían espacios
en la literatura como los de ahora.
Ni la radio era como es hoy,
ni la televisión tenía instancias
de mayor creación".
En 1995 comenzó a trabajar
en el Canal Rock & Pop.
Era guionista y conductor de programas
como Gato por liebre y de Plan Z.
"Fueron tres años espectaculares.
Cuando se terminó lo del canal en 1998
tuve un desaire sentimental y, además,
estuve un día preso por declaraciones
que hice a una revista.
Sin trabajo, ni grupo de pertenencia,
se desencadenó mi gran depresión.
Estaba habitualmente en cama
y me despertaba con el cañonazo
de las 12 del Santa Lucía.
En las tardes trabajaba como podía.
Fue ridículo: en lugar de un ataque de pánico,
me dio un ataque de risa en ese tiempo.
Mientras hacía guiones de una comedia
para Televisión Nacional (TVN),
me reí tanto que tuve un desgarro muscular".
"Tenía miedo a la noche, a los lugares.
Era monotemático. No quería ver
a nadie del grupo que había sido
mi mundo en la Rock & Pop.
Santiago, especialmente en invierno,
es una ciudad que deprime.
En ese momento
mi mamá estaba en Francia
y tuve que irme a vivir con ella.
Estaba tan mal que incluso dejé de trabajar.
Solamente leía. Recuerdo que estaban dando
un ciclo de películas de Bergman y las vi todas.
(¿Estaba con depresión y se auto-recetó ver
el ciclo completo de películas de Bergman?)
"En París mi depresión fue larga,
duró todo un año y nunca fui a un psiquiatra.
No pensé en el suicidio.
Y, lamentablemente, jamás he perdido el apetito.
Mi problema permanente, desde muy joven,
ha sido la angustia, la ansiedad, el pánico.
Para combatirlos tomo remedios.
También los necesito para dormir,
porque si no, no paso de las dos horas de sueño.
Alguna vez tomé Prozac,
pero no recuerdo cuándo.
Nunca lo tomé en serio.
"Aún sin salir de la depresión,
volví a Chile cuando estaba la crisis asiática.
Tuve que ponerme a trabajar.
Ahí se fundó The Clinic,
un proyecto en que estuve.
También colaboré
en los suplementos
de El Mercurio.
Después entré
al diario El Metropolitano.
Se me tuvo
que pasar la depresión
porque me obligaban
a llegar todas las mañanas.
Era una tortura china.
Todo se terminó de a poco
con mi libro Memorias prematuras.
A Germán Marín le dio con que
las escribiera y me salvó la vida.
"Todas las personalidades creativas
tendemos a tener un rayón.
Existe un desajuste entre
la música interna y la música del mundo.
"Hoy hago clases en Periodismo
de la Universidad Diego Portales (UDP),
tengo un programa de radio todos los días,
escribo para diversos medios,
estoy a cargo del Instituto de Estudios Humorísticos
en la UDP. Y, además, escribo literatura y ahora teatro.
Cuando estuve deprimido
pude hacer muy poco.
Ahora, esa gran parte del día
que ocupaba mi depresión, se vació.
Se me quitó el rollo.
Me casé y tuve dos hijas.
Algo se me desenredó en la cabeza.
Ahora ya no tengo tiempo
ni para caminar, ni para pensar tanto.
"Los que están sanos dicen
que uno tiene que recuperarse,
pero a veces el cuerpo a uno lo destroza.
No sé cómo esas personas creen en Dios.
Los que creen en Dios no pueden afirmar
que la voluntad es capaz de todo.
Por el contrario, creer en Dios
es arrodillarse y aceptar ciertas cosas.
"A todos lo políticos que he entrevistado
les pregunto si tienen problemas para dormir
o qué los angustia. Me contestan que jamás.
Ahora varios hablan distinto.
Parece que la vida no les es tan fácil.
Algo terrible es lo que le pasó a Pablo Longueira.
Que una persona consiga lo que quiere
y que se vaya a negro...Eso es malsano.
En cambio, si a uno le va
más o menos mal en todo,
es natural deprimirse.
Antes la gente se daba más permiso
para deprimirse, aunque lo que
les pasaba no tenía el nombre de depresión.
El problema hoy no es la depresión,
sino la exigencia de estar arriba, siempre bien.
Antes, pasar una semana
o un mes en cama era parte de la vida.
Importaba menos dejar de trabajar,
sobre todo si eras de una clase
más o menos acomodada.
El alcohol era menos mal visto,
la ansiedad estaba mejor canalizada.
Hoy, la obligación de ser normal es tan fuerte
que es difícil aguantar y muchos caen.
___________________
Forma parte de un reportaje de Estela Cabezas y Andrea Lagos
al diputado Gustavo Hasbún, al periodista Juan Manuel Astorga
y al escritor Rafael Gumucio, titulado Yo Tuve Depresión.
Diario El Mercurio, Revista Sábado, 3 de agosto de 2013.
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