El otro año
"¿En quién confiamos? En el nuevo portero paraguayo o argentino. Un treintón con galvanos, premios y camino recorrido, que puede convertirse en el hombre justo y de moda, en otras palabras, en el número uno que hace años buscamos..."
Son semanas de fe y esperanza, porque recién es la segunda fecha y cualquier traspié o mal rato se puede superar.
Si el equipo funciona como reloj, no hay que moverse y ni siquiera dar la hora.
Y si no es así, todavía hay tiempo de ajustes y aceites, porque las cosas se están armando, como es lógico.
Los DT y sus procesos están vigentes, en progreso y respiran.
¿En quién confiamos?
En el nuevo portero paraguayo o argentino. Un treintón con galvanos, premios y camino recorrido, que puede convertirse en el hombre justo y de moda, en otras palabras, en el número uno que hace años buscamos.
También en el central uruguayo o argentino. Los expertos que lo conocen son contados con los dedos de una mano, pero coinciden en que es uno de esos jugadores que sabe.
¿Qué sabe, exactamente?
En fin, pararse, llegar a las coberturas, imponer el físico, mostrar presencia, gran juego aéreo y pierna fuerte, si es necesario; y siempre lo es. El hombrón sabe. Calcula, intuye, anticipa y da seguridad.
Confiamos en el mediocampista japonés o argentino, un joven de currículum corto, pero auspicioso. Un todo terreno incansable, digamos un tractor 4 x 4, o sea que quita y distribuye como máquina, pero que no se diga que carece de velocidad. No. Los que lo han visto, que no son muchos, afirman que así como rompe la estructura rival, construye la propia. Por fin lo que tanto anhelábamos. Con este gallo, otro será nuestro amanecer.
Y falta lo mejor, el último contratado.
Es un flamante centrodelantero colombiano, venezolano o argentino y los que sabían de su existencia no son demasiados, eso es verdad, pero solo hay un diagnóstico: vieja escuela.
Te lo conceptualizo: un referente en el área. De eso estamos hablando, de un 9 que es un imán y que atrae pelotas, porque está donde tiene que estar.
¿Dónde es eso, exactamente?
En el lugar preciso, justo ahí y en la boca del área chica o en la garganta de la grande y entrando como tromba y con un disparo de padre y señor mío. Los escasos testigos de su breve trayectoria afirman que además sabe.
¿Qué sabe, exactamente?
Tocarla, ponerla, pisarla y tiene sensibilidad con el balón, es decir, sentimientos, emociones, afecto. La cuida y la trata bien. Habla con ella.
Estamos hablando de un 9 goleador y el tipo de jugador que hace décadas estamos esperando.
Segunda fecha. Aún no ha ocurrido nada irreversible.
Solo hay fe, sueños y esperanzas.
Este año sí que sí.
Y si no es este año, será el próximo.
O el que viene.
O el otro.
Si el equipo funciona como reloj, no hay que moverse y ni siquiera dar la hora.
Y si no es así, todavía hay tiempo de ajustes y aceites, porque las cosas se están armando, como es lógico.
Los DT y sus procesos están vigentes, en progreso y respiran.
¿En quién confiamos?
En el nuevo portero paraguayo o argentino. Un treintón con galvanos, premios y camino recorrido, que puede convertirse en el hombre justo y de moda, en otras palabras, en el número uno que hace años buscamos.
También en el central uruguayo o argentino. Los expertos que lo conocen son contados con los dedos de una mano, pero coinciden en que es uno de esos jugadores que sabe.
¿Qué sabe, exactamente?
En fin, pararse, llegar a las coberturas, imponer el físico, mostrar presencia, gran juego aéreo y pierna fuerte, si es necesario; y siempre lo es. El hombrón sabe. Calcula, intuye, anticipa y da seguridad.
Confiamos en el mediocampista japonés o argentino, un joven de currículum corto, pero auspicioso. Un todo terreno incansable, digamos un tractor 4 x 4, o sea que quita y distribuye como máquina, pero que no se diga que carece de velocidad. No. Los que lo han visto, que no son muchos, afirman que así como rompe la estructura rival, construye la propia. Por fin lo que tanto anhelábamos. Con este gallo, otro será nuestro amanecer.
Y falta lo mejor, el último contratado.
Es un flamante centrodelantero colombiano, venezolano o argentino y los que sabían de su existencia no son demasiados, eso es verdad, pero solo hay un diagnóstico: vieja escuela.
Te lo conceptualizo: un referente en el área. De eso estamos hablando, de un 9 que es un imán y que atrae pelotas, porque está donde tiene que estar.
¿Dónde es eso, exactamente?
En el lugar preciso, justo ahí y en la boca del área chica o en la garganta de la grande y entrando como tromba y con un disparo de padre y señor mío. Los escasos testigos de su breve trayectoria afirman que además sabe.
¿Qué sabe, exactamente?
Tocarla, ponerla, pisarla y tiene sensibilidad con el balón, es decir, sentimientos, emociones, afecto. La cuida y la trata bien. Habla con ella.
Estamos hablando de un 9 goleador y el tipo de jugador que hace décadas estamos esperando.
Segunda fecha. Aún no ha ocurrido nada irreversible.
Solo hay fe, sueños y esperanzas.
Este año sí que sí.
Y si no es este año, será el próximo.
O el que viene.
O el otro.
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