por Cristián Warnken, Diario El Mercurio, Jueves 14 de marzo de 2013
Un centro de neurociencias, emplazado en el edificio que albergó a una de las primeras sedes de la Cámara y el Senado, esa sí sería la fundación de algo nuevo...
En estos días, una máquina ya está perforando el terreno para estudiar
la mecánica de suelos en la zona del antiguo muelle carbonero donde se
levantará el mall Puerto Barón en Valparaíso. Un hito fundacional de una
época -la nuestra- que será recordada como el tiempo de las catedrales
del hiperconsumo, para parafrasear a aquel que distinguió a la Edad
Media como el "tiempo de las catedrales".
Cuando en el
futuro se descubran las ruinas de nuestras ciudades, los arqueólogos se
sorprenderán de la desproporción entre la escasa arquitectura sagrada o
de valor estético y urbanístico, y la abundancia de malls , que
representarán el símbolo de un tiempo bulímico, en que lo humano se
redujo al mero consumo.
Se dirá
entonces que hasta los cazadores recolectores fueron más refinados que
nosotros. Es el tiempo de los "últimos hombres"-como profetizaba
Nietzsche-, del hombre arquetípico del nihilismo pasivo, que no cree ya
en nada, que en el fondo no hace otra cosa que vegetar, aunque disponga
de mucha información, "que tiene su pequeño placer para el día y su
pequeño placer para la noche".
Desolador
panorama el de esta época nihilista y depredadora. Pero en el mismo
Valparaíso, un hombre lleno de sueños y poseído por el entusiasmo está
empeñado en levantar otro hito en la ciudad, que podría constituir la
respuesta inteligente y compensatoria a la monstruosidad y la barbarie.
Mientras en el muelle Barón se excava para probar los suelos que puedan
resistir tan deplorable mole, en el corazón histórico de la ciudad, el
barrio de la Iglesia La Matriz, un grupo de destacados neurobiólogos
encabezados por el Premio Nacional de Ciencia Ramón Latorre pretende
recuperar el histórico edificio Severín para instalar ahí un centro
científico de nivel mundial.
Esperemos
que quienes nos han caricaturizado como "románticos" por oponernos a la
hybris (desmesura, en griego) del retail no vengan a decir ahora que es
absurdo darle recursos a este proyecto "romántico", y que lo realista
sería seguir llenando de malls nuestras ciudades y repartir bonos a
destajo -para ganar votos-, en vez de invertir en ciencia, en arte, en
educación para salir de verdad del subdesarrollo.
Sí, esos
"pragmáticos" (los intelectuales del nihilismo, los voceros de los
últimos hombres) nos van a decir que Ramón Latorre está loco. Claro, él
está loco como lo estuvo Einstein, o el gran maestro de científicos
chilenos, el gran Loco Luco. Este doctor en bioquímica que pudo quedarse
confortablemente instalado en la academia norteamericana se vino a
Valparaíso, a una universidad estatal (la U. de Valparaíso), a un barrio
popular (La Matriz), a crear un centro de Ciencia Pura.
A Chile le
sobran "últimos hombres" y políticos de agenda corta, pero le faltan
visionarios como Ramón Latorre. Conmueve ver a este hombre de
laboratorio que se ha especializado en estudiar algo tan específico como
el canal de iones a nivel molecular, saltando como un duende entre las
callejuelas del barrio La Matriz -con sus inusitados quiebres y
perspectivas-, explicando su proyecto. Así como Parra bajó a la poesía
del Olimpo, Ramón Latorre ha bajado la ciencia pura para ponerla a
disposición de todos, en un gesto de una generosidad y grandeza que
ojalá nuestras autoridades alcancen a percibir. Sin ciencia pura no hay
innovación, esa palabra tan cacareada en estos años.
Si Latorre y
sus neurobiólogos logran materializar este sueño, tal vez Valparaíso se
salve de la ruina. Un centro de neurociencias abierto a la ciudad y a
la comunidad, emplazado en el edificio que albergó a una de las primeras
sedes de la Cámara y el Senado, esa sí sería la fundación de algo
nuevo, de incalculables efectos en toda la región y en Chile. ¿Para qué
elegimos a nuestras autoridades? ¿Para que sean simples funcionarios al
servicio de las desmesuras del retail , o para que se pongan a trabajar
por las desmesuras del espíritu y la ciencia, como esta del heroico
Ramón Latorre?
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