Si bien en todo tiempo y toda parte
para volverse a Dios jamás es tarde;
que nunca su clemencia usó del arte,
y así el gran pecador no se acobarde,
pues tiene su Dios tan bueno, cuyo oficio
es olvidar la ofensa y no el servicio.
Y yo que tan sin rienda al mundo he dado
el tiempo de mi vida más florido,
y siempre por camino despeñado
mis vanas esperanzas he seguido,
visto yo el poco fruto que he sacado,
y lo mucho que a Dios tengo ofendido,
conociendo mi error de aquí en adelante
será razón que llore, y que no cante.
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Alonso de Ercilla, La Araucana, canto XXXVI.
Citado por el padre Gabriel Guarda, O.S.B.,
en LA EDAD MEDIA DE CHILE
Historia de la Iglesia
Desde la Fundación de Santiago a la incorporación de Chiloé
1541-1826, p.416.
Corporación del Patrimonio Religioso y Cultural de Chile
CIP- Pontificia Universidad Católica de Chile (Santiago de Chile, 2011)
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