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El Papa del fin del mundo



Marcelo Gidi 
Sacerdote SJ 
Diario El Mercurio, jueves 14 de marzo de 2013
http://diario.elmercurio.com/2013/03/14/internacional/internacional/noticias/AEE217C1-87E5-42AE-A9F1-56BF1D5B271D.htm?id={AEE217C1-87E5-42AE-A9F1-56BF1D5B271D}
Amar a Dios en todas las cosas y a todas en Él. En esta frase, que forma parte de la espiritualidad ignaciana, como síntesis de todo su camino, Francisco nos deja entrever algo de lo que puede ser su pontificado.
Las primeras palabras que Francisco nos comunicó, al asomarse por el balcón principal de la Basílica de San Pedro, el Papa del fin del mundo como él lo señaló, hay que entenderlas desde el contexto mismo en el que las dijo y en el cómo las dijo.
Quisiera destacar, primeramente, algo estético que tiene mucha importancia para comprenderlo y conocerlo. La vestimenta que él usó, la ropa pontificia que él vistió, es la más sencilla que un Pontífice puede usar. Con esto refleja su conocida humildad y sencillez, su estilo de vida con el cual vive y la actitud simple para ponerse a la cabeza de la Iglesia y delante del mundo, no sólo como Sumo Pontífice, sino que por lo mismo, como servidor de la humanidad.
Sus primeras palabras son también de honda significación. El nuevo Papa Francisco hace en su primera aparición pública tres gestos que están en continuidad con el Evangelio: con transparencia nos ha convocado a caminar todos juntos. Nos pide rezar por Benedicto XVI, después pide rezar por él mismo y luego le pide a la gente que está ahí delante, y en ese sentido nos pide a todos en el mundo, que recemos por él para que por con la oración Dios lo bendiga. Sorprendentemente luego, el Papa, quien detenta la plena potestad en la Iglesia, hace un gesto que es profundamente simbólico y religioso, se inclina, se dobla delante de la humanidad, durante el momento en que el pueblo que está ahí presente está rezando por él para que Dios lo bendiga. Esta característica respetuosa y considerada del fiel en la Iglesia es una de las grandes propuestas que nos hace. Nos invita a todos a caminar, nos invita a todos a participar de la oración y de la acción de la Iglesia. Le pide al pueblo que no simplemente rece si no que lo haga para la bendición. Después, al final, con voz frágil y determinada, él imparte la bendición sobre la gente invitándola a ser hermanos y estar unidos, sobre todo en un contexto que tiene mucho de respuesta a los deseos de Benedicto XVI como Pontífice emérito.
Los desafíos que tiene por delante ya los dijo él, una Iglesia de todos, una Iglesia de mayor colaboración, más fraterna y más unida y puesta delante del Señor. Él dice "este camino lo tenemos que hacer todos juntos en fraternidad y en unión". Es primera vez que uno escucha de manera tan explícita una línea y un estilo por el cual él quisiera llevar adelante su pontificado. Dice "todos juntos" que es muy evangélico. Jesucristo vino para todos y todos tenemos que hacerlo presente. Es en ese sentido que él habla de una fraternidad que es más que hermandad, habla que los hermanos se mantengan unidos, pero sobre todo que se mantengan juntos en la caridad, el cariño, el respeto y el reconocimiento. Entonces, él nos pide, la Iglesia tiene que servir, que hay que estar en permanentemente actitud de servicio hacia todo lo humano.
Lo otro que quiero destacar en su primera aparición pública es que, todo lo anterior, lo hace con una sonrisa. Necesitamos un Papa sonriente, que nos recuerde que la fe es para la felicidad, que creer es un bien para el ser humano; como lo hizo Juan XXIII con su sonrisa y este Papa también lo quiere hacer. Francisco es conocido como una persona que tiene mucha capacidad de escucha, de diálogo, es astuto, de negociación para hacer encontrar a los divididos y enemistados; ojalá la pueda ejercitar en este primer tiempo. La mirada que él tiene es de los problemas contingentes, de los problemas que dañan y afectan a un sinnúmero de ciudadanos. Él es muy cercano, tiene un estilo de vida muy austero, muy sencilla porque tiene mucha cercanía con los pobres y trata de comprender sus realidades pero también entiende el modo latinoamericano de vivir la fe. Creo que esto puede ser muy interesante para la curia romana.
Destaco que nuestro Papa sea de la Iglesia latinoamericana, el "fin del mundo". Viene de una Iglesia con una propia sensibilidad religiosa, entiende la iglesia viva, participativa, sencilla y celebrativa; valora la religiosidad popular, a los sacerdotes insertos en la realidad de los hombres. Esperemos que los énfasis de la evangelización en este continente, permeen esta nueva evangelización a la cual nos invita la Iglesia universal. Que los cardenales hayan elegido un pastor latinoamericano, es un motivo de mayor esperanza, de reconocimiento y confianza a este continente cristiano. Ver cómo desde Latinoamérica podemos seguir siendo una Iglesia que le ayuda a la Iglesia universal.
El que sea jesuita significa para mí que es un hermano que se pone al servicio de la Iglesia y a la disposición de todas las necesidades y exigencia de la Iglesia, sobre todo las que existen en las fronteras de la sociedad. Se transparenta en él, por todo lo anterior una actitud y una aproximación al Evangelio y a la vida humana muy interesante, muy verdadera, muy sanadora; él es un hombre de una profunda fe porque tiene una profunda experiencia de Jesucristo, una experiencia concreta, inmediata, cotidiana, contempladora y activa de Dios y esos son unos rasgos de la espiritualidad ignaciana en la cual él se formó como sacerdote.
Esperemos que la fuerza del fin del mundo, aún inacabada en su proceso, ayude a la Iglesia a seguir descubriendo la voluntad de Dios.

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