En su primer Ángelus, el Papa le recuerda al mundo que "Dios jamás se cansa de perdonar"
Hasta 300 mil personas llegaron a la Plaza de San Pedro, una multitud que no se veía desde los tiempos de Juan Pablo II.
BORIS PINTO Enviado especial
Diario El Mercurio, lunes 18 de marzo de 2013
Con un simple "buenos días" al saludar y deseando un "buen domingo y un
buen almuerzo" al terminar, el Papa Francisco rezó ayer el primer
Ángelus de su pontificado ante una enorme multitud que lo ovacionó en la
Plaza de San Pedro. Una marea humana que recordó los últimos tiempos de
Juan Pablo II, su agonía, sus funerales y su beatificación, hace dos
años, según señalaron los medios internacionales y que el Vaticano cifró
en 150.000 personas y las autoridades municipales en 300.000.
El primer americano y primer jesuita que ocupa
el trono de Pedro, ha conquistado a los fieles y se ha echado al
bolsillo a periodistas y observadores vaticanos por su modo simple y
humilde de actuar.
Desde su rechazo a usar la estola más elegante
de los papas hasta las "suelas gastadas" de sus zapatos, los mismos que
usaba como obispo, han llamado la atención, escribe el diario español El
Mundo, que indica que no parece tener la intención de llevar los
tradicionales mocasines rojos como su antecesor.
Cuando fue a visitar el departamento donde
vivirá le preguntaron por las modificiaciones. "Ninguno, es precioso,
está muy bien así", contestó, no sin antes hacer notar que "aquí hay
espacio para 300 personas".
Desde su elección, el Papa se ha saltado el
guión y ha hablado afectuosamente con la gente, lo que ha sido
interpretado como el comienzo de una nueva era de mayor cercanía y
humildad para la Iglesia, comentó AFP.
Luego que los cardenales eligieran a Jorge
Bergoglio como Pontífice, "quedaba pendiente la gran legitimación
popular", que se produjo contundentemente ayer en Roma "con motivo del
Ángelus y el impacto de una masiva afluencia de fieles, curiosos y
turistas", asegura El Mundo.
Ayer, banderas de todo el mundo -aunque con
predominancia las de Latinoamérica- ondeaban en la Plaza de San Pedro a
la espera de la aparición del Papa. En un momento, el grito de la gente
acusó la presencia de Francisco, que se asomó por el balcón del
departamento pontificio.
El Papa abordó el tema del Evangelio del día,
referido a la mujer adúltera, y subrayó la actitud de Jesús, "del que no
escuchamos palabras de desprecio, ni de condena, sino sólo palabras de
amor, de misericordia, que invitan a la conversión".
Improvisando parte de su discurso en italiano,
relató una conversación que mantuvo hace años con una anciana, en
Argentina. "Aquella abuela -como llamamos a las ancianas en mi tierra-
quería confesarse", dijo el Papa argentino, usando un estilo más
parecido al de un sacerdote de parroquia que el de un Pontífice.
Por improbable que resultara como pecadora,
comentó Francisco, ella le aseguró que todo el mundo tiene pecados, pero
no dudaba de que sería perdonada. "¿Por qué está tan segura?, le
pregunté. 'Porque si Dios no perdonara, el mundo no existiría', me
contestó", siguió.
"Dios no se cansa nunca de perdonarnos, somos nosotros quienes nos cansamos de pedir perdón", recordó el Papa.
Francisco
contó además que en estos días había leído un libro sobre la
misericordia, escrito por el cardenal alemán Walter Kasper. "Un gran
teólogo", apuntó.
Rápidamente el Papa aclaró que no pretendía
"hacer publicidad de los libros de mis cardenales, en absoluto. Pero es
la verdad", haciendo reír a la multitud.
En ese libro, dijo, el cardenal alemán afirmaba que un "poco de misericordia cambia el mundo, lo vuelve menos frío y más justo".
Horas
antes del Ángelus, Francisco ya se había saltado el protocolo al
aparecer en las inmediaciones de la Plaza de San Pedro, para sorpresa de
fieles y curiosos que lo recibieron con aplausos y vítores. "
¡Francesco! ¡Francesco! ¡Viva il Papa! ", gritaba la gente, en medio del
nerviosismo de la guardia papal, que en un momento se encogió de
hombros al ver que el Pontífice se acercaba a los fieles, contó CNN.
Posteriormente se dirigió a la iglesia de Santa
Ana, dentro del Vaticano, donde celebró la misa dominical a la que
tradicionalmente asisten los residentes del pequeño Estado y luego,
rompiendo las reglas otra vez, salió a la puerta del templo para saludar
a los fieles, como lo haría el párroco de cualquier iglesia.
"El rostro de Dios es el
de un padre misericordioso que siempre tiene paciencia. ¿Han pensado en
la paciencia que Dios tiene con cada uno de nosotros? Nos comprende,
nos espera, no se cansa de perdonarnos".
Papa Francisco
Papa Francisco
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