Alégrese en el cielo el coro de los ángeles,
Alégrese también la tierra inundada de tanta luz,
que al brillar con el resplandor del Rey eterno,
se vea libre de las tinieblas que cubrían al mundo entero.
Alégrese también nuestra madre la Iglesia,
adornada con los fulgores de una luz tan brillante;
y resuene este templo con las aclamaciones del pueblo de Dios.
Estas son las fiestas de Pascua,
esta es la noche de la libertad;
Cristo ha vencido el poder de la obscura tiniebla;
Cristo ha vencido por siempre el poder de la muerte,
por su amor y su ternura hemos sido salvados.
¡Noche verdaderamente dichosa,
en la que el cielo se une con la tierra
y lo divino se encuentra con lo humano!
Esta es la noche
en que por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo,
arrancados de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y agregados a los santos.
¡Feliz culpa, que mereció tal Redentor!
Esta es la noche de la claridad
esta es la noche de la vida.
Esta es la noche de la gracia y el amor
la noche que conoció la victoria de Cristo.
Por eso, la santidad de esta noche
aleja toda maldad, lava las culpas,
devuelve la inocencia a los pecadores
y trae alegría a los tristes y afligidos
y nos trae a todos paz y concordia.
Esta es la noche en que Cristo
rompió las ataduras de la muerte
y surgió victorioso de los abismos.
Por eso, te rogamos, Padre Santo,
que este cirio consagrado
en honor de tu Nombre, continúe ardiendo
paa disipar la oscuridad de esta noche
y, aceptado por ti, como perfume agradable,
se asocie a los astros del cielo.
Acepta oh Padre nuestra alabanza
en la noche en que se une cielo y tierra;
te rogamos Señor que este cirio
hecho con cera producida por las laboriosas abejas
anuncie por siempre asociada a su luz
el resplandor de tu Hijo resucitado
que vive y reina glorioso por siglos sin fin.
Que lo encuentre encendido
el lucero de la mañana,
aquel lucero que no tiene ocaso:
Jesucristo, tu Hijo,
que resucitado de entre los muertos
brilla sereno para el género humano,
y vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén, amén
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Esta es un extracto incompleto
y sin seguir el estricto orden que
se lee en la Vigilia de Pascua de Resurrección
a partir de versiones del Pregón Pascual.
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