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La Torre de Papel...‏



De la Torre de Babel a la confusión de lenguas
No más la Torre de Papel, sólo la enciclopedia virtual.
Babilonia Britannica llevada a Chicago…cagó no más…
Wiki Wichi pirichi…salió con la suya…

Igual hay que conservar hasta que se pueda,
la versión de hace más de medio siglo empastada
que con su cubierta vinosa y letras doradas invita
a detener el tiempo y simplemente 
disfrutar de su pausada lectura 
y de las referencias vecinas inesperadas,
más allá de la consulta apresurada
del último dato, a la larga prescindible...

Britannica on line solamente - una noticia no tan noticia
por Alfredo Jocelyn-Holt - Diario La Tercera 28/04/2012 - 04:00

PASO SIN mucho llanto ni bulla, lo que es quizá propio de las noticias realmente tristes. La Encyclopaedia Britannica anunció que, después de 244 años, dejará de publicarse en papel, y sólo seguirá apareciendo online. La diferencia entre uno y otro esquema podrá considerarse menor, pero no lo es: es cualitativa. Se termina con una lógica antiquísima, de todas las grandes civilizaciones, y a la que vuelven en el Siglo de las Luces, D´Alambert, Diderot, Voltaire. La idea, ésa, de que la totalidad del conocimiento humano se puede reunir en un solo corpus escrito, digamos que un libro -pace mundo actual- auténtico, tangible, no virtual.
La idea es, por supuesto, algo absurda. Shackleton se habría llevado un set de la Britannica en su frustrado viaje al polo sur, cuyos tomos termina quemando uno a uno para no morirse de frío. El explorador pecó de práctico. Y, cómo olvidar a ese sombrío (aunque en búsqueda de luz) personaje de Nausea de Sartre, el “Autodidacta”, dedicado a leer en estricto orden alfabético cada uno de los volúmenes de la biblioteca de su ciudad; propósito que también terminará frustrándose, y con escándalo, cuando expulsan al vicioso tras insinuarse a un par de muchachitos de liceo. La última noticia de su progreso es que estaba a medio camino, entre la letra “L” o “K” si no recuerdo mal, cuando lo pillan.
Absurda, todo lo que se quiera, pero la idea la suscribe Borges, asiduo lector de la undécima edición de la Britannica, y también de versiones apócrifas con tomos con páginas de más para beneficio de unos pocos profesos de mundos físicos en paralelo y secretos (Viz. “Tlön, Uqbar, Orbius Tertius”). No menos fantástico, hasta más ambicioso incluso, es lo que pretende el equipo que lleva la Britannica de la Universidad de Cambridge a Chicago con su colección complementaria de los Great Books, 58 volúmenes en total, desde La Ilíada a Esperando a Godot.
La  idea,  en esta otra variante, es que constituyamos -sostiene Robert M. Hutchins, el famoso rector de la Universidad de Chicago- un universo de lecturas y referencias compartidas para que sigamos cultivando, refinando, “la gran conversación” en que han estado por siglos las mentes y voces más lúcidas del mundo occidental. Las que periódicamente nos devuelven la cordura y no terminan de enseñarnos a pensar y vivir mejor.
Distinto a lo que arrasa ahora último entre nosotros. Por de pronto, una curiosidad incontinente, teledirigida por “inteligencias” centralmente planificadas, empresas e intereses publicitarios virtuales, capaces de adivinarnos de antemano conforme los datos a diario que les proporcionamos mediante nuestro “historial” de consultas en pantalla. “Un lector anónimo se está volviendo prácticamente imposible”, afirma Evgeny Morozov, de la Universidad de Stanford; nos conocen hasta nuestros suspiros. Otro tanto ocurre en las universidades, donde, en vez de reflexionar autónoma y críticamente en torno a las grandes preguntas, se vuelcan a multitudes con vocación de manada “callejera” tras la sonajera del mundo, el mundanal ruido, las demandas actuales. Aquí lo que manda es la demanda. El “Yo” tengo los blogs, wikis, clicks, links y twits (en español, también “imbécil”, sine baculo). “Tú”, en cambio, cuentas con la Historia, pero obsoleta.

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