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El cuento del loro


por Antonio Martínez 
Diario El Mercurio, Domingo 22 de Abril de 2012  
http://blogs.elmercurio.com/deportes/2012/04/22/el-cuento-del-loro.asp
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Osvaldo Soudre, a los 59 años, descansa en paz.
Se fue del mundo con el disfraz de loro y con plumajes verdes como los pinos, porque así son los wanderinos. El hombre alentó al equipo por décadas y partió justo a tiempo, antes que las medidas del Estadio Seguro pusieran en riesgo su existencia.
Prohibida la entrada, porque es un mal ejemplo que exacerba ánimos, provoca el grito de los Panzers, la tribuna Alejo Barrios entra en llamas y la chispa y la razón son el señor Soudre, o don Osvaldo, que no murió de viejo, pero murió wanderino.
La ley 19.327, la de violencia en los estadios, se promulgó en 1994 y ha tenido decenas de modificaciones y agregados, porque la ley ha sido podada y ampliada con reglamentos tan novísimos como los del Plan Estadio Seguro.
Prohibido levantarse de los asientos; no se permiten papel picado y globos y se impide el ingreso del bombo, porque se sabe que esconde drogas y aquí está, una vez más, el prehistórico chiste de Don Otto: vender el sofá, para acabar con la droga.
Sacar leyes para después aprobar un artículo, votar una norma, agregar un anexo y crear más leyes todavía, para perderse en ese bosque frondoso y leguleyo.
En Inglaterra, en 1989 y luego en 1992, cuando se creó la unidad de inteligencia para perseguir y erradicar a los hooligans , esas tropas de vándalos y gamberros, no se pidieron leyes sobre leyes y más leyes.
Lo que hicieron fue crear un departamento policial especializado, pegado a Scotland Yard, que acordonara el problema, pero no que lo extendiera a la multitud y sus costumbres.
El asunto fue detectar con inteligencia y puntería a los racimos podridos, pero nadie pensó en fumigar el parrón.
Infiltrar, descubrir patrones, identificar líderes, vigilar redes y nunca perder de vista que el objetivo es policial: atrapar al delincuente.
Lo lograron. Holanda y Alemania siguieron el ejemplo inglés.
Y con eso basta y sobra.
No se desgasten con el cuento del loro: erradicar la violencia, pacificar los ánimos, la familia vuelve al estadio, viene el cambio cultural y se transforma la sociedad.
Ahórrense el discurso, porque esas cosas con buena prensa se dicen a diario.
El fútbol no necesita buenas razones, necesita goles y hechos concretos que suban al marcador: apresen a la manga de pinganillas, revisen a los pungas, angustien a sus patronos, asusten a los ladrones sin oficio y que se escondan los hediondos de flojos.
Pero al resto del mundo que va al estadio lo dejan vivir en paz.
Incluidos el bombo, el globo y el loro.
• Comentario del blog respectivo:

La calidad de la pluma
-seguro de un loro muy ocurrente-
utilizada por Antonio Martínez 
casi justifica todo el escándalo 
y medidas tomadas
nada más que para disfrutar
de los comentarios
llenos de gracia, sabiduría y humor
del genial articulista.

Para felicitarlo 
aunque, por cierto, 
lamentando
que un wanderino 
se haya ido 'despaldeloro'.

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