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Balnearios de río



Los balnearios de río desaparecieron de las ciudades fundamentalmente por cambios en los hábitos de vida urbana.

por Julio Poblete - 23/01/2012 - 04:00

ASI COMO muchas veces nos autocriticamos por la falta de cultura de montaña o por la falta de cultura urbana de bordes costeros, hay un elemento más de nuestra geografía del cual nos olvidamos sistemáticamente: los ríos. Ellos son uno de los elementos más característicos de nuestro paisaje y territorio. 
A esta faja larga y angosta de tierra la cruzan transversalmente cientos de ríos que inexorablemente nacen en la cordillera para desembocar en el mar. Algo que para nosotros es natural, como el cruzar uno y otro puente al recorrer Chile de norte a sur, es claramente una particularidad de nuestra geografía. Tan clave es, que luego del terremoto quedaron en evidencia las falencias de las llamadas "rutas alternativas", todas ellas forzadas por la caída de numerosos puentes.
Más allá de lo funcional, los ríos en Chile permitieron en épocas pasadas desarrollar una cultura de balnearios populares en riberas de ríos. Dejando de lado la necesaria existencia de un caudal mínimo, los balnearios de río desaparecieron de las ciudades fundamentalmente por cambios en los hábitos de vida urbana, por la contaminación de las aguas o por otros factores tales como la canalización de los cursos de agua en sus tramos urbanos. Sin perjuicio de lo anterior, esta cultura de río se ha mantenido con fuerza en el mundo rural. 
En las últimas semanas, me ha tocado recorrer varias localidades rurales de las regiones del Maule y el Biobío, donde el lugar natural de esparcimiento, baño, picnic, descanso y ocio son las riberas. Una de las gracias de esta constatación es que no se necesita un gran río para tener un gran balneario. No se necesita una gran inversión para tener un gran lugar inmerso en la naturaleza. Lo que sí se necesita es fortalecer esa cultura de balneario popular donde el patrimonio social más relevante es el control entre pares, que obliga a tener un comportamiento adecuado y, por otra parte, el contar con aguas limpias con aptitud recreacional. 
Así como en algún momento señalaba como idea para el Bicentenario el recuperar para el uso colectivo los cerros de nuestras ciudades, considero que el proyecto del Parque Renato Poblete sobre la ribera sur del río Mapocho, en el sector de Quinta Normal, debiese abrir un nuevo espacio para la recuperación de los tradicionales balnearios de río en todo Chile y no quedarse sólo en otra gran intervención para Santiago. Muchas ciudades los tienen olvidados, o en otros casos son comunidades rurales que necesitan potenciarlos. Todo esto se puede con pocos recursos, con intervenciones sencillas, que básicamente provean de basureros, baños, asientos y sombra. Todo el resto lo aporta el lugar. 
El escenario de chilenos bañándose bajo un puente no es una postal triste. Por el contrario, es el reflejo de una cultura que abandonó las ciudades, pero que no  debemos olvidar al momento de pensar en programas de inversión urbana, de espacios públicos, fomento del turismo e, incluso, de salud mental y bienestar de los chilenos que necesitan veranear. Traigamos de vuelta los balnearios de río.

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